Tenía algunas muy buenas palabras para describir a Sebastián Hudson; idiota, arrogante, odioso y desalmado eran algunas de ellas. Pero, aunque admitirlo me causara verdadero dolor físico, también se me ocurrían otros adjetivos; varonil, imponente y endemoniadamente atractivo eran algunos de estos.
Y en este momento estaba agregándole un nuevo adjetivo a su descripción: buen besador. No, esperen, tachen eso; besador espectacular era más justo.
Hudson tomó mi rostro entre sus manos y me besó de tal manera que las sensaciones en mi cuerpo dejaron en ridículo a los fuegos artificiales del cuatro de julio. Los dedos de mis pies se enroscaron de placer dentro de mis pantuflas de conejitos, o bueno, dentro de la única pantufla que había sobrevivido a mi intento de escape; la otra había tenido un destino triste perdiéndose en el camino.
Moví mis labios contra los suyos de una manera bastante inexperta que todavía ahora me causa vergüenza pero eso no pareció desanimarlo porque profundizó el beso hasta que creí que simplemente me mataría allí por la falta de aire. Y no me estaba quejando, morir así sería una manera bastante decente de partir de este mundo.
Sé que debí alejarme, mi cabeza gritaba un fuerte y claro ¡¡¡Retrocede, tonta!!!, pero no lo hice. En cambio, disfruté del sutil sabor a vino de su lengua y me aferré a sus hombros con tal vez demasiada fuerza.
-Elsa...-murmuró Hudson cuando finalmente nos separamos. Sus pulgares frotaron mis mejillas con delicadeza y eso casi me hizo soltar un suspiro.
-Eres...-pensé en la palabra increíble, pero al final dije:-un idiota.
El hechizo se rompió inmediatamente. Hudson se separó con prisa y me miró con el ceño fruncido. Ambos respirábamos pesadamente y estaba muy segura de que al menos yo tenía un interesante color rojo en los labios.
-¿Cómo te atreviste a besarme? ¿Tu plan era aprovecharte de mí?-usé mi mejor tono indefenso e indignado mientras me cruzaba de brazos. Iba a dar mi mejor actuación esta noche.
-¿Qué? ¡Me has respondido el beso!-él de inmediato se puso a la defensiva-, ¿cómo te atreves a insinuar que me quería aprovechar de ti?
-Estoy herida, hombre, y en vez de ayudarme solo vienes y me besas, aprovechándote de mi frágil situación...
-¡Por favor, Elsa!-dijo él exasperado-. Me devolviste el beso, sé que te gustó...
Estábamos entrando en un terreno peligroso y sabía que si seguíamos por ese camino terminaría dándose cuenta de que ese beso había sido el mejor que había tenido en toda mi vida. Nosotros estábamos en guerra, necesitaba que siguiéramos de ese modo para garantizar que mi corazón siguiera intacto luego de los once meses que aún me quedaban aquí.
Hice lo más lógico y sensato; empecé a llorar. Fue solo un lagrimeo inocente y un par de sollozos ahogados pero bastó para detener la diatriba de Hudson.
-¿Qué? ¿Estás llorando?-preguntó él con alarma mientras me veía cubrirme el rostro con las manos.
-Me duele mucho-me quejé con fuerza mientras señalaba mi rodilla ensangrentada-. Y tu solo me gritas y dices cosas sin sentido-sollocé una vez más.
-No, no, no me vas a convencer con esas lagrimitas tontas, tenemos asuntos serios de los qué hablar; tu patético intento de huida, la llegada de nuestros visitantes, ese beso...
-¡Me duele mucho!-grité con grandes lágrimas bajando por mis mejillas. Eso pareció convencerlo un poco pero no lo suficiente-. Oh, por dios, creo que voy me a des...-me tambaleé a propósito.
-Ya, basta-se quejó Hudson antes de tomarme entre sus brazos con facilidad-. Te llevaré a tu habitación.
No voy a negar que ser cargada por Hudson era algo muy agradable, no solo porque olía su perfume de cítricos y sentía sus cálidos músculos debajo de sus camisas almidonadas, sino también porque él era tan fuerte que me hacía sentir como si no pesara más que una bolsa de las compras. Una chica con curvas pronunciadas como yo siempre iba a agradecer eso.
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Véndeme tu amor
RomanceElsa Harrison ha estado lejos de su padre y de su hermana por un año, lejos de su ciudad, lejos de su casa. Ella no quería seguir allí, no después de la muerte de su madre. Elsa ha regresado a Dakota del norte, a la casa Harrison, ya que su hermanit...