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Capitulo 5

— ¿Milord?

Inuyasha apartó la mirada de su caballo al escuchar la voz de Kagome. ¡Maldita fuera su suerte! Un minuto más tarde y hubiese estado montado y fuera de su alcance.

— ¿Milady? —preguntó él con un tono que estaba a camino entre la ira y la diversión.

Ella se detuvo delante de él y miró inquisitivamente su cargado caballo.

— ¿Os marcháis?

— Tengo un decreto real que cumplir en Lincoln.

— ¿Lincoln? —repitió Kagome, con esos seductores ojos abiertos de par en par—. Oh, siempre he querido ir a Lincoln. He oído que tienen una maravillosa feria en esta época del año.

— Es cierto —dijo Miroku, colocándose detrás de ella. Estaba mirando fijamente a Inuyasha cuando continuó—. Una de las más grandes de la región.

— ¿De verdad? —preguntó ella.

— Una feria es una feria —se quejó Inuyasha, indignado ante el hecho de que Miroku intentase manipularle de aquella manera—. No hay quien distinga una de otra.

Ella estaba encantadora, provocativa, y tan dulce que él no deseaba otra cosa que dar un suave pellizco a su carne para comprobar si en realidad estaba cubierta de miel, o si ese ligero brillo dorado era de verdad el color de su piel.

— No sabría decirlo, milord —dijo ella con delicadeza mientras inclinaba el rostro lleno de tristeza—. Jamás he estado en una feria.

Una punzada de algo extraño lo atravesó de lado a lado. Parecía como si algo tirase de su corazón por el hecho de que ella se hubiese perdido algo que, obviamente, deseaba hacer.

— ¿Nunca? —preguntó Miroku con tono espantado.

Inuyasha miró a su hermano echando fuego por los ojos.

— Nunca —dijo ella, atrayendo de nuevo la atención de Inuyasha. El labio inferior sobresalía ligeramente en un atractivo puchero—. Mi padre no lo permitía. Decía que en una feria no se podía encontrar otra cosa que depravación —alzó la cabeza para mirar a Inuyasha—. Me encantaría ver una, aunque fuese sólo una vez.

Inuyasha apenas escuchaba sus palabras, ya que toda su atención estaba puesta en el brillo de sus ojos. En la humedad de sus labios. Estaba cautivado por una imagen en la que él atrapaba ese seductor labio inferior entre sus dientes y saboreaba el tesoro de su boca.

— ¿Sería posible que os acompañase? —preguntó ella.

El «sí» casi resbaló de su boca antes de que él lo atrapara.

¡¿Sí?! Puso freno a su mente traicionera. ¡Ella era la razón de que se dirigiese a Lincoln! Llevarla con él echaría por tierra el propósito del viaje.

— No, milady —contestó, sujetando las riendas de su caballo—. No es posible.

— Pero milord…

— Tengo obligaciones reales que atender —dijo mucho más ásperamente de lo que pretendía.

— Oh. —Bajó la cara, y la tristeza de sus ojos lo desgarró. Inuyasha no deseaba hacerla infeliz, pero tampoco quería que Bankotsu acabase con su vida.

Y por alguna razón que no era capaz de nombrar, la felicidad de la joven era muy importante para él.

— ¿Y qué pasa si yo voy con ella? —preguntó Miroku—. Puedo cuidar de la dama mientras tú atiendes tus obligaciones.

Mαʂƚҽɾ Oϝ Dҽʂιɾҽ ( ᗪᑌEÑᗩ ᗪEᒪ ᗪEᔕEO ) ᵢₙᵤyₐₛₕₐ💘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora