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Capitulo 4

Kagome se acababa de sentar a desayunar con Sango cuando, de repente, la puerta del torreón se abrió de par en par. Le dedicó un ceño fruncido a su doncella mientras un montón de gente se adentraba en la habitación en un frenesí de actividad.

Un hombre alto y enjuto, de alrededor de treinta años, lideraba la comitiva, y llevaba un librito negro apretado contra su costado derecho. Su pelo negro era fino y corto, y parte del flequillo caía continuamente sobre sus ojos, a pesar de las veces que él lo retiraba hacia atrás. Llevaba una túnica de color naranja brillante, y su lengua impartía órdenes a una asombrosa velocidad.

— Tú, allí —le dijo a una de las quince mujeres—. Elige a otras tres y empezad inmediatamente a limpiar el piso superior. Quiero a cuatro mujeres fregando la cocina, y el resto de vosotras podéis empezar aquí. Maese carpintero —se volvió hacia el anciano barbudo que estaba a su derecha—. Como podéis ver, este salón debe ser completamente restaurado —extendió el brazo izquierdo señalando los lúgubres y descoloridos muros—. Hay que apuntalarlos, pintarlos y… bueno, cualquier cosa que se os ocurra. Quiero que esto tenga un ambiente luminoso y fresco. Hogareño. Sí, eso es —dijo con una sonrisa satisfecha—, vamos a esforzarnos por conseguir un ambiente hogareño.

— ¿Milady? —preguntó Sango—. ¿Quiénes son estas personas?

— No lo sé —dijo Kagome—. Pero supongo que el hombre de la túnica naranja debe ser el mayordomo de Lord Inuyasha.

O algún lunático que había aparecido de repente en el salón del lord para empezar a cambiar las cosas. No, tenía que ser el mayordomo. Como si él estuviese escuchando sus pensamientos, el hombre se acercó a ella.

— Buen día, milady —dijo él con la cara iluminada y alegre—. Soy Denys , el mayordomo de Lord Inuyasha —se colocó el libro delante, lo abrió por la página que tenía marcada con una pluma de ganso y lo colocó sobre la mesa junto a ella. Cogió una redoma de tinta del pequeño bolso que tenía atado al cinto y le quitó la tapa. Hundiendo la pluma en la tinta, alzó la vista para dirigirse a ella—. Se me ha dicho que pregunte por vuestras necesidades particulares.

Antes de que pudiera contestar, se produjo otra conmoción en la puerta.

— Abrid paso —gritó alguien.

La muchedumbre se apartó como si del Mar Rojo se tratase mientras un grupo de cuatro hombres atravesaba la puerta cargando un enorme cabecero. Los hombres se detuvieron en cuanto estuvieron en el salón, y apoyaron la pieza de caoba, intrincadamente tallada, sobre el muro del fondo.

— ¿Puede alguien decirnos dónde tenemos que dejar esto? —preguntó un joven, jadeante.

— Bueno, ciertamente no en el salón —murmuró Denys en voz baja. Atravesó la habitación e hizo un gesto señalando las escaleras con el cañón de la pluma—. Escaleras arriba, a la derecha, en la habitación de la dama.

Denys se volvió hacia uno de los sirvientes de Lord Inuyasha y le dio instrucciones para que les mostrara el camino.

Estupefacta, Kagome contempló a los hombres mientras acarreaban con esfuerzo su nuevo cabecero por las escaleras.

— ¿Qué está pasando aquí? —le preguntó a Denys cuando regresó a su lado.

Él se estiró la manga meticulosamente y, entonces, la miró a los ojos.

— Lord Inuyasha me despertó una hora antes del alba y me ordenó que comenzase con los preparativos para vuestra estancia. Dijo que el torreón debía tener el mismo aspecto que si el rey en persona estuviese con nosotros.

Mαʂƚҽɾ Oϝ Dҽʂιɾҽ ( ᗪᑌEÑᗩ ᗪEᒪ ᗪEᔕEO ) ᵢₙᵤyₐₛₕₐ💘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora