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CAPÍTULO 13

Más tarde, esa misma noche, Kagome se encontraba en la planta superior con sus hermanas, sentada en la habitación de Kikyo. Los invitados se habían retirado hacía mucho tiempo, y ellas tres permanecían despiertas, hablando en susurros de lo que hacían cuando eran pequeñas. Por aquel entonces, habían pasado muchas horas juntas, hasta que salía el sol o hasta que su padre escuchaba su charla y las castigaba a permanecer en sus camas.

Kanna se había quitado el hábito de monja, y su corto pelo castaño marcaba un severo contraste con las largas trenzas de ellas. Aun así, era estupendo estar juntas de nuevo, aunque sólo fuera por una noche.

Kanna y ella estaban sentadas en la cama, mientras que Kikyo había tomado su lugar acostumbrado, delante de la ventana.

— ¿Visteis la cara de sorpresa de Lord Naraku cuando Lord Inuyasha lo golpeó? —preguntó Kikyo con la voz cargada de regocijo.

Consternadas, Kagome y Kanna intercambiaron una mirada atónita. Kikyo jamás había sido de las que perdonaban las muestras de violencia, fueran del tipo que fuesen.

¿Cómo podía alegrarse tanto que su prometido hubiese sido humillado delante de los invitados a la boda?

Kikyo se serenó y se volvió para mirar a Kagome.

— Lord Inuyasha nunca te ha golpeado, ¿verdad?

— No —aseguró Kagome rápidamente—. Generalmente se muestra tan controlado que no puedo imaginarme qué es lo que le ha poseído esta tarde para golpear así a Naraku.

Kikyo se dedicó a mirar fijamente por la ventana, como si estuviese considerando las palabras de Kagome.

Hubo varios minutos de silencio mientras Kagome y Kanna observaban la expresión pensativa de Kikyo. Algo no andaba bien. Kanna había confirmado sus sospechas cuando le había contado a Kagome, poco antes, que había notado las mismas cosas raras en Kikyo.

— Háblame de tus planes con Lord Inuyasha—dijo Kikyo rompiendo el silencio—. ¿Cómo va la cosa?

Kagome se retorció los dedos, incómoda. Quería a Kanna, pero hablar de seducir a un hombre con el que no estaba casada, delante de una monja, no era lo que se dice un plato de gusto.

Kanna le dio unas palmaditas en la mano.

— No juzgues al prójimo sin haberte encontrado en su posición. No temas mi censura, hermanita. Esta noche estoy aquí como confidente. Mañana podrás confesar tus pecados al padre Richard.

Kagome sonrió a su hermana, agradecida por su comprensión. En realidad, no había pasado tanto tiempo desde que Kanna reía como una tonta ante la perspectiva de casarse.

— No hay mucho que decir —empezó Kagome con un suspiro—. A decir verdad, Inuyasha ha demostrado ser muy testarudo. Parece absolutamente decidido a permanecer soltero.

— Entonces puede que debieras olvidarte del asunto —susurró Kikyo con una expresión preocupada.

Kagome frunció el ceño. Ésa no era la hermana que ella conocía.

— ¿Cómo se comporta Lord Inuyasha cuándo estás a solas con él? —preguntó Kanna.

— Es atento y amable, pero parte del problema consiste en que muy rara vez puedo estar a solas con él, y mientras otros están cerca, él no se acerca a menos de un metro de mí —Kagome miró a Kikyo—. ¿Cómo conseguiste estar con Naraku a solas?

— No hice nada —dijo Kikyo tímidamente—. ¿Recuerdas la noche que padre fue a Cromby? —Kagome asintió—. Pues Naraku vino a buscarlo. Tú estabas acostada con dolor de cabeza, y él se empeñó en que tomáramos unas copas de vino mientras esperábamos su regreso.

Mαʂƚҽɾ Oϝ Dҽʂιɾҽ ( ᗪᑌEÑᗩ ᗪEᒪ ᗪEᔕEO ) ᵢₙᵤyₐₛₕₐ💘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora