Se acabó.

648 45 10
                                    

Muchas semanas habían pasado y al fin estaban en la tan ansiada y esperada gira de las arpías en Perú. Contratiempos no faltaron, enojos y malentendidos tampoco, pero ¿Eran los problemas más grandes que el amor que se tenían y la enorme dicha que les causaba el saber que iban a estar juntos todo el día, todos los días, por dos semanas? La respuesta es obvia: No. Ellos iban a aprovechar este tiempo que la vida les regalaba para demostrarse el uno al otro que se pertenecen, que no hay mejor lugar para estar que no sea uno al lado del otro, y, sobre todo, que no iban a amar a nadie más como se amaban entre ellos. Un amor que está destinado a ser eterno, mientras ellos así lo quieran. Pero antes de la calma, es necesaria la tempestad.

Ya llevaban 5 días de gira juntos. 5 días donde César hizo hasta lo imposible por estar cerca de Victoria todo el tiempo, pero, lastimosamente, no siempre se podía. 5 días en los que Victoria se debatía entre comportarse como la mujer que César amaba o limitarse a ser su compañera, que solo hacía su trabajo y no interfería en nada que tuviera que ver con su vida privada. Lo veía ir y venir, saludar a las fans, hablar con las otras actrices, con los productores de la obra, reír a carcajadas, ensayar sus textos, y a cada segundo que pasaba, se enamoraba un poco más de él como si eso fuera posible. Verlo desenvolverse con tanta comodidad en cualquier ámbito, le fascinaba y hacía que lo admirara más, porque ella simplemente a veces no podía con todo.

Estaban en una nueva ciudad y los ánimos eran buenos. Desde temprano había decidido dejar atrás todos los problemas y cortar esa brecha que había puesto entre ella y César. Lo extrañaba, muchísimo, y necesitaba estar con él. Además, se había dado cuenta de la forma tan desfachatada en que algunas de sus compañeritas de escena se le habían acercado cuando les tocaba actuar con él y los celos la estaban matando. César era de ella, así ahora estuvieran peleados, y tanto él como ellas debían de entenderlo.

Sentada en su camerino, una hora antes de que empezara la función, tomó su celular dispuesta a redactar un mensaje que estaba segura, llenaría de felicidad a quien lo recibiría.

- Buenas noches, mi amor ¿Listo para brillar juntos y hacer felices a nuestras niñas? – sonrío antes de enviarlo y se convenció de que estaba haciendo lo correcto, era momento de que César volviera a ella.

Dio click al botón de enviar y esperó a que los dos checks le indicaran que el mensaje había llegado a buen puerto, y efectivamente, algunos segundos después, lo hizo.

César terminaba de arreglarse en su camerino cuando un sonidito lo sacó de sus pensamientos. En ese momento no le dio mucha importancia porque en lo único que podía pensar era en Victoria, solo en ella, como siempre. Ya llevaban 5 días de gira juntos y todavía no habían podido pasar un momento a solas, y no porque no tuvieran tiempo libre, si no porque Victoria simplemente no lo permitía. Le había mandado sus flores favoritas a su habitación del hotel la noche en que llegó, le había llamado y mandado mensajes al menos unas 100 veces, había pedido que le llevaran unos chocolates y una cajetilla de sus cigarros favoritos para que no tuviera que molestarse por nada y no había dado frutos, con trabajo y lo había volteado a mirar. Sin embargo, se había dado cuenta de algo, en todas las funciones, ella había estado pendiente de la cercanía de las otras actrices cada vez que les tocaba una escena juntos, se había puesto celosa de Ninel y de Laura, a tal grado que no le importó ser muy obvia y en plena función había marcado territorio fingiendo una tos que no tenía e incorporándose para que esta última se alejara de él en cuanto Victoria se puso de pie. Estaba reventando en celos, la conocía perfectamente, pero era tan terca y orgullosa que no lo iba a aceptar. Se moría de ganas por hablarle más allá de los textos de la obra, por besarla, abrazarla y repetirle mil veces que la amaba, pero eso, por ahora, parecía imposible.

Tomó el teléfono que minutos atrás había sonado y al fijarse en la notificación que aparecía en la pantalla, una sonrisa enorme se instaló en su rostro. Con el corazón la tiendo a mil por hora, tecleó algo rápido y lo envió.

Tekila daily. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora