Domingo en la tarde, un poco de paz después de una semana intensa de grabaciones. Victoria se encontraba en su casa de Pachuca descansando. Su estado de ánimo al inicio de la semana no había sido el mejor, pero sin duda, el haber visto a César en Televisa durante casi todos los días y el hecho de que sus hijos cumplían un año más de vida, era motivo suficiente para cerrar el domingo con una gran sonrisa. Aprovechando que sus hijos y su marido habían salido un momento, se acercó al pequeño bar y sirvió una copa de vino, luego fue hasta el reproductor de música y en volumen bajo colocó una canción de Marc Anthony que desde hace unos días no se podía sacar de la cabeza, no solo por el ritmo pegajoso que poseía, si no también porque la letra le recordaba a él, a su amor, a César. Se dirigió hacia el mueble con su copa en una mano y mientras leía algunos mensajes en Twitter, tarareaba la canción.
- "Ay que tú, cambiaste el libro de mi biografía, fírmame la piel, yo soy tu papel, hagamos esta historia en coautoría" – cantaba Victoria mientras se entretenía en el celular.
De pronto, entre tantas notificaciones de Twitter, Whatsapp, Mail y otras aplicaciones, apareció una notificación del día anterior que no había visto, la cual le informaba que alguien la había etiquetado en una publicación en Instagram.
- Qué raro – pensó Victoria al leer que la notificación provenía de la cuenta de "Las Cesarísimas" – Este es el club de fans de César, a ver qué es – dijo Victoria antes de entrar a la aplicación.
Y no era que le sorprendiera el que la etiquetaran, algunos fans lo hacían en alguna edición de ellos, pero lo que sí le llamó la atención era que justo ellas la mencionaran cuando era de conocimiento público que no les gustaba para nada la pareja que hacían en televisión. Victoria esperaba intrigada a que la publicación cargara y poder ver de qué se trataba, pero cuando esta por fin lo hizo, deseo no haber entrado nunca.
- ¿Qué esto? – se preguntaba mientras dejaba su copa a un lado y se acomodaba en el mueble – No, esto tiene que ser una broma. Tranquilízate, Victoria, seguro es solo una edición que ellas hicieron para hacerte enojar – se decía a sí misma mientras tomaba el valor necesario para darle "play" al video, y al hacerlo, todo el control que había estado tratando de mantener, se fue al carajo - ¿Qué chingados es esto?
Al reproducir el video lo primero que vio fue a César, su César, al lado de Vivian. Juntos, extremadamente juntos, en lo que parecía ser un restaurante, con un pedazo de pastel frente a ellos y acompañados de otras dos personas que, sabía, eran amigos de ambos. Su cerebro estaba tratando de procesar las imágenes cuando leyó la descripción "Bodas de azabache – Feliz 27 aniversario Sr. Évora y Sra. Vivian de Évora" y fue como si un balde de agua fría cayera sobre ella.
- Claro, cómo no me di cuenta antes – pensaba Victoria – por eso no me ha llamado desde el viernes en la tarde y ayer solo recibí un mensaje de buenas noches – decía en su mente- ¿Cómo no recordé que ayer era su aniversario con su esposita? – verbalizaba mientras la última palabra la pronunció entre dientes.
El estar atenta a las imágenes y a la descripción, evitó que le pusiera atención al sonido del video, pero este se repitió justo cuando ella se acercaba el teléfono al oído para escuchar mejor y sin duda, al instante se arrepintió de hacerlo. Escuchar a César decir todas esas cosas, hizo que su corazón se hiciera trizas y sus ojos verdes se llenaran de lágrimas, lágrimas de coraje, celos, decepción, inseguridad, miedo y tantas otras cosas que pasaban por su cabeza mientras escuchaba al amor de su vida decirle a su esposa que esperaba tener la vida suficiente y que le alcance el tiempo para tener otros 27 años más a su lado, soplar la vela del pastel juntos y verlo besarla en repetidas ocasiones. En definitiva, Victoria no podía más, esto era demasiado para ella, toda la alegría que había obtenido durante toda la semana se esfumó como agua entre los dedos. Ahora estaba dolida, enojada, celosa, con ganas de querer tener a César al frente y agarrarlo a cachetadas por estar haciéndola pasar por todo eso. Cerró la aplicación, se bebió de golpe la copa de vino, apagó el reproductor de música y se fue a su cuarto. Una vez dentro, Victoria no pudo evitar tirarse a la cama a llorar, a llorar por él, por lo que había visto, por todas las veces que se aguantó las lágrimas, en conclusión, lloraba porque el corazón le dolía y no había otra forma de sanarlo que esa. De un momento a otro se quedó dormida, el cansancio emocional y mental al que había estado sometida en la última hora había sido demasiado. Después de algunas horas, el sonido de su celular la sacó de los brazos de Morfeo y, un poco aturdida, trató de dar con el aparato que había terminado a los pies de la cama. Al tenerlo en sus manos, se fijó en la pantalla y era él, su adorado tormento, el único que era capaz de alegrar o entristecer su corazón y su alma: César Évora. Todas las imágenes que había visto aparecieron en su mente recordándole que no había sido una pesadilla si no la más horrible realidad. El teléfono no dejaba de sonar y tras varios intentos de César, Victoria decidió contestar. Tenían que aclarar muchas cosas.