Respiró, trató de controlar las lágrimas que aún derramaba y entró a Instagram. Vio sus notificaciones y cientos de comentarios preguntando o mencionando a César ¿Novedad? Ninguna, sus fans no eran tontas y sabían lo que existía entre ellos. Eran sus mejores cómplices, tantos años guardándoles fielmente el secreto y hasta permitiendo que otros las tacharan de locas con tal de no dejar de creer en el amor que ellos se tenían. Eso, sin duda, era lo que más amaba de la conexión con ellas, su lealtad.
No faltaba nada para que empezara la primera función, pero estaba molesta, en demasía. Sentía que no iba a poder salir a actuar frente a tantas personas sin antes hacer algo con respecto a su, ya decidido, alejamiento de César.
Ingresó a su perfil y vio las fotos. Se acordó de una frase que había visto en twitter hace poco y que guardó para cuando fuera necesario, la encontró y la publicó. Una indirecta muy directa, y estaba segura que César lo iba a notar. Después de esto, fue bajando un poco más hasta que encontró una de sus fotos con él y como si un ente maligno le estuviera dando indicaciones, llevó su dedo a los tres puntitos del post y como por arte de magia negra, la foto desapareció. Una adrenalina poco conocida fluyó por el cuerpo de Victoria. Se había desecho de una de sus fotos con César, una de las que más amaban las fans, y la mezcla de sentimientos, fue avasalladora. Tristeza, enojo, frustración, pero a la vez, una forma de vengarse de César, surgieron en su cuerpo. Siguió buscando y se deshizo de un par más, con mil dudas asaltándole la cabeza, sí, pero lo hizo.
- ¿Victoria? ¿Estás ahí? – escuchó decir a Maribel. ¿En qué momento tocó la puerta?
- Voy – respondió mientras dejaba el celular a un lado.
Victoria abrió la puerta del camerino y encontró a su amiga con cara de preocupación, le indicó que pasara y ella espero que estuvieran a puertas cerradas para cuestionarla.
- ¿Qué pasó, bandida? ¿Con quién andabas que no me hacías caso? ¿eh? – trataba de bromear.
- Con nadie, Maribel, simplemente estaba concentrada en el teléfono – respondió un poco molesta.
- Óyeme ¿te pasa algo? Andas muy alteradita ¿no? – Maribel imaginaba qué le pasaba, pero quería comprobarlo.
Victoria observó a Maribel con algo de suspicacia, ella no podía saber todo lo de la entrevista y no haberla prevenido ¿o sí?
- No ¿por qué me debería pasar algo? ¿Sabes algo que yo no? – acercándose a ella para luego desviar su camino hacia el teléfono que se encontraba sobre su tocador.
- Ammm... No – con algo de nerviosismo, imposible de ocultar.
- Me estás mintiendo, Maribel – sentenció la mujer de ojos verdes - Lo sabes todo ¿verdad? Pero claro cómo no vas a saberlo si a veces parece que fueras su amiga y no la mía – resopló Victoria.
- Vic, yo me acabo de enterar, te lo juro. Y sí, fui a hablar con César para tratar de entender todo este malentendido, porque te aseguro que eso es – trataba de justificar.
- Qué malentendido ni qué carajo, esto está muy claro. César, una vez más dejó "claro" que todo lo de nosotros no existe, que él tiene un matrimonio perfecto y que yo soy solo su amiga. Lo leí, lo escuché, tú y muchas personas lo hicieron ya también. No hay ningún malentendido – tomó aire – y le voy a demostrar que, así como él, yo también puedo hacer como que esta relación no existe. Porque aquí se acaba todo, terminé con él – dijo Victoria con toda la seguridad que poseía.
- ¿Pero tú te volviste loca, Victoria? – cuestionaba Maribel desconcertada - ¿Cómo van a terminar una relación de tantos años y más aún amándose como ustedes se aman?