César colgó la llamada y automáticamente se fue a su habitación para cambiarse de ropa e ir al encuentro de Victoria. Sabía que lo de la noche anterior había sido una estupidez, pero no midió las consecuencias de tamaña burrada hasta que la escuchó tan mal. Ella había llorado, por su culpa, y él le había jurado que solo le daría felicidad. Pero claro, cómo pudo ser tan tonto, al permitir que los grabaran debió imaginarse que, minutos más tarde, ese dichoso video estaría dando la vuelta al mundo y tarde o temprano, llegaría a las manos de Victoria.
Cuando entró a su habitación, encontró a Vivian leyendo un libro, pero no se detuvo a hablarle, tenía el tiempo justo para llegar donde Victoria. Vivian lo vio ingresar a la habitación, dejó de prestarle atención a su lectura por un momento y lo interrogó.
- ¿Vas a salir? – extrañada.
- Sí, tengo que solucionar un asunto de último minuto en Televisa – le respondía César mientras buscaba una chaqueta en el armario.
- ¿A esta hora, César? Además, es domingo ¿Qué vas a hacer en Televisa ahora? – refutaba.
- Vivian, tú sabes cómo es esto. Me acaban de llamar a decirme que debo corregir una escena hoy mismo. Es trabajo, y ya sabes cómo soy con ese tema.
- Sí, yo sé perfectamente como eres con ese... tema – respondía Vivian sarcástica.
Ella sabía que esa era una excusa tonta, esa salida de último minuto tenía nombre y rostro de mujer, ella sabía que César iría a buscar a Victoria, y lo peor, no podía hacer nada para evitarlo.
- Ya me voy – decía César mientras la sacaba de sus pensamientos – no sé cuánto me tarde, no me esperen para cenar.
Y dicho esto, se retiró de la habitación, tomó las llaves de su carro y se dirigió al encuentro con el amor de su vida.
Por su parte, Victoria apenas colgó la llamada, sonrió, fue a darse un baño rápido y en menos de 10 minutos estaba frente a su clóset buscando qué ponerse. Mientras termina de vestirse, sintió ruidos en la planta bajo y dedujo que sus hijos y su marido habían llegado. No pasó ni un minuto hasta que vio ingresar a sus hijos por la puerta de su cuarto y detrás de ellos venía Omar.
- Hola mami – dijeron los pollitos al unísono, mientras le daban un beso a su mamá.
- Hola mis amores ¿Cómo les fue? – cuestionaba entusiasmada.
- Súper, mamá, Papá nos compró teléfonos nuevos, están increíbles – explicaba Anuar.
Victoria sonrió ante el entusiasmo de sus hijos y dirigió su mirada a Omar quien los observaba desde el marco de la puerta.
- Veo que están muy consentidos el día de hoy – dijo Victoria mientras regresaba la mirada a sus niños.
- Soy su padre, puedo engreírlos todo lo que quiera – respondía Omar que hasta el momento solo se había dedicado a observar la escena – Por cierto ¿Por qué te estás arreglando? ¿Vas a salir? – le cuestionaba.
- Sí, Omar – respondía Victoria volteando a verlo – Gaby me acaba de llamar, no está muy bien que digamos y me pidió si podía ir a verla un momento y como ustedes no estaban, acepté – explicaba.
- Pues ya llegamos ¿no? Además, es el cumpleaños de tus hijos, Victoria, cómo te vas a ir y dejarlos.
Cuando no Omar y su falsa preocupación por sus hijos. No, pero si ella lo conocía perfectamente y sabía que lo que él quería era poner a sus hijos en contra, pero no se lo iba a permitir.
- Omar, hemos estado juntos todo el día, además los chicos entienden que su tía Gaby está pasando por un mal momento y que debo ir con ella un momento. ¿Verdad, mis amores? – preguntaba Victoria a sus hijos.