"Awai Hana" (BNHA) (Pausada)

Capítulo 17

¡Que lo disfrutéis! ❤️

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Pasado

No podía dejar de mirar a su pequeña Hana dormir plácidamente en su cuna. Su respiración era lenta y tranquila, y verla de aquella manera le traía una paz que llevaba demasiado tiempo buscando.

Esa paz que encontró en el momento en el que tuvo personas a su alrededor que de verdad importaban, y que haría cualquier cosa por ellos; especialmente aquella hermosa pequeña de suave cabellera naranja como la de su madre, la que agarraba su dedo índice como si la vida le fuera en ello.

-Ojalá pudiera quedarme así eternamente, Hana- susurró dulcemente- Pero te prometo que cuando vuelva, no te voy a soltar.

Desde el quicio de la puerta, una muy joven Ena observaba la escena enternecida y asustada al mismo tiempo. No era buena idea que Kenta saliera a aquellas horas a una misión, por muy héroe profesional que fuera. Su instinto y sus visiones le avisaban de que no debía dejarle salir por aquella puerta.

-Es mi trabajo, Ena- comentó suavemente con un bajo tono de voz al notar la presencia de la nombrada- Por mucho que insistas, voy a salir. La gente me necesita.

La mujer de ojos dorados vio como el esbelto hombre de cabello blanco como la nieve y ojos azules como el cielo, tras dar un suave beso en la frente de la hija que tenían en común, daba media vuelta y tras dar unos pasos, se paraba frente a ella.

Le dedicó una delicada media sonrisa y acarició su sedoso cabello para luego plantar un beso en su cabeza.

-Te prometo que esta no será la última vez que nos veamos.

Unas tristes lágrimas se escaparon de los ojos de la mujer, sabiendo que había muchas posibilidades de que aquellas imágenes que vio tras el tacto de Kenta sobre ella, podían hacerse realidad.

-Kenta...- con suavidad se agarró a su camisa, apoyando la cabeza en su pecho- Por favor...

-Ena, en algún momento esto debía pasar. Tu misma lo dijiste, sino es así, ¿qué sentido tiene todo? Soy un héroe profesional, es mi deber... Di mi palabra el día que nos graduamos.

-¡Vas a morir Kenta! ¿Eso es lo que quieres? ¿Dejar a tu hija sin padre?- comentó Ena ya exasperada entre lágrimas- ¿Nos vas a dejar solas?

Agarró a la joven por los hombros y la miró directamente a los ojos, sus dorados ojos brillantes estaban envueltos en lágrimas cristalinas, como las imágenes que le mostraba de lo que ocurriría en unas horas.

-No, no es lo que quiero, pero si el destino lo quiere así, no puedo hacer nada- suspiró- Mi vida siempre ha sido una agonía, hasta que te conocí. Tu siempre le has dado sentido a todo, me has mostrado un mundo diferente, y me sacaste de aquel agujero en el que me encontraba. Mi destino siempre ha sido acabar en la oscuridad, y prefiero que acabe de esta manera, a volver a ser aquel monstruo que llegaste a conocer.

Dicho aquello, el joven de cabello blanco, secó las lágrimas de su compañera de vida, y con una dulce sonrisa sincera, dio media vuelta, abrió la ventana del balcón de la habitación de su hija, y salió volando por ésta, hacia su destino.

Ena sabía perfectamente lo que tenía que hacer; había mantenido aquella conversación con Kenta muchas veces, e incluso tenían un plan; pero Ena no quería que aquel momento llegara. Había intentado por todos los medios que aquello no pasara, pero no podía evitar lo inevitable.