하나.

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Hay muchas personas que viven una buena vida, con lujos o simplemente no les falta nada y pueden vivir tranquilamente. También hay familias completas, donde viven padre, madre e hijos, madre e hijos, padre he hijos o incluso solo viven entre hermanos. Eunji solo se conformaba con tener alguien cercano, a alguien a quien llamar familia y que le dieran ese cariño del que ella carecía en su vida. Desafortunadamente, no tenía a nadie a quien llamar así.

Nunca se lamentó por vivir en la calle sola, siempre trato de sobrevivir por su cuenta, pero hubo un tiempo en donde tuvo que ser rescatada, debido a su temprana edad y por los peligros en las solitarias calles en las que ella rondaba. La encontró una señora que vivía con uno de sus hijos. Ambos trataron de hacerle la vida imposible, pero necesitaban a alguien que hiciera trabajos difíciles, entonces, no se les ocurrió mejor cosa que tener a una indefensa niña que obedeciera sus órdenes por un techo, comida y un poco de educación. Bastante precaria, pero ella estaba agradecida, de todos modos.

Un día, la ya adolescente Eunji, decidió irse de ese lugar, no sin antes dejar una carta donde agradecía todo lo que le dieron a ella. A pesar de los malos tratos, ella seguía teniendo un corazón noble.

Nuevamente volvió a pedir limosna para poder comer. Conoció gente, a las cuales podía llamar amigos, pero por alguna extraña razón, desaparecían. Entre ellos decían que por fin podían hacer sus vidas felices, que los que ya no estaban con ellos por fin vivirán una buena vida, pero en el fondo los amigos de Eunji trataban de llenarle la mente de pensamientos felices, debido a que no era tan feliz su destino viviendo en la calle. Es: "O juegas sucio o simplemente te pudres" pero los amigos de Eunji se encargaban de no corromper su bella alma tan pura.

Es como si todos notaran la nobleza o buena vibra que la chica desprendía.

Hasta que un día en su pequeña comunidad ocurrió un suceso del cual no mucha gente vivió para contarlo. Llegó la policía a destruir lo poco que habían construido, por ocupar un espacio que no les pertenecía o que mejor dicho, no pagaban por él. Una amiga de Eunji, que era un poco mayor, la ayudó a escapar.

A pesar de que por mas puro y bellos que sea su ser, no le veían ni un pelo de tonta, eso decía ella. Una mezcla de cosas caracterizaban a la chica. Además de su nobleza, era valiente, astuta y sobre todo con un pensamiento muy critico. Por eso en su antigua comunidad la querían tanto, podía sacar temas para conversar, ellos nunca se aburrieron, ni Eunji ni sus amigos.

Después de ese accidente corrió como si su vida dependiera de ello, pero nunca dejaron de seguirla. Mientras sentía que sus pies volaban, divisó una casa, no supo por qué algo le decía que debía pedir ayuda ahí, pero solo siguió su instinto como lo valiente que solía ser.

Tocó desesperadamente la puerta, quizá hizo cuatro intentos y cada vez los hombres uniformados se acercaban más. Hasta que un chico de quizá la misma edad que Eunji abrió la puerta. Él la veía simplemente, como si no notará lo tensa que se encontaba la joven.

-Deseas algo, niña?- Pregunto algo seco.

-Verás, me están persiguiendo unos hombres, podrían esconderme?- Respondió un tanto desesperada.

-Quién es, Jungkookie?- Preguntó un chico detrás de él, quien se asomaba a mirar a Eunji- Oh! Es una chica, en que podemos ayudarte, linda?

La joven logro ver la dualidad de ambos chicos, uno se veía dulce y amable, en cambio el otro chico era un ser frío, pero no sabía por qué veía algo especial en él. No podía negar que esos ojos que la veían tenían algo que llamaban su atención.

-Necesito que me escondan!

Eunji no entendía como se lo tomaban tan a la ligera que escucharán pasos rápidos en su dirección y no hicieran nada.

Ice That Burns •jjk•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora