C

1.2K 116 7
                                    

Una noche me quedé a dormir a tu casa.

Había un bar en la planta baja de tu finca, y ponían música clásica. Recuerdo que te encantaba la música clásica, Christie.

Vivías en un primer piso, abriste la puerta de casa y salimos las dos. Pensé que íbamos a escaparnos (hoy sé que, mientras hubieras estado a mi lado, me habría atrevido a hacerlo).

Pero hicimos algo mejor: nos acomodamos en el rellano, debajo de las escaleras, tan juntas que respirábamos nuestro propio calor corporal.

Desde allí se oía la música clásica, y me confesaste que acostumbrabas a pasar allí tus noches de insomnio.

Empezaron a oírse los gritos de tus padres, buscándonos, hasta que se convencieron a ellos mismos de que, como siempre, a la mañana siguiente estarías sana y salva en tu cama. Creo que lo que realmente les preocupaba era mi desaparición.

Te durmiste con una sonrisa en los labios, y me pregunté cómo podía haber tanta vida en una persona tan muerta.

AbecedarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora