Capítulo 1: "Trenzas doradas"

17 3 0
                                    

Suzanne Zaira llamó dos veces mi nombre hasta yo responder me había quedado muda por todo lo conversado en esa reunión. Nunca esperé esto, de todas las cosas por que hubiera sido llamada nunca espere que fuera el hecho de que tenga que hacer una elección “Conocer quiénes serán mi nueva familia”, “Vivir en la calle” o "vivir en cualquier otro lugar", ellos bien claro tienen que no pueden seguir sustentado a la vieja de la casa… No es que esté muy vieja con apenas mis 15 años y mis 16 acercándose en tres días.

–  ¿Por… por qué? – Tartamudeé.

–Ya te lo he dicho Sidney, no puedes pasarte toda la vida en una casa de acogida, ya estás mayor debes elegir tu destino, ¿ahora vez lo que tus acciones han hecho? Rechazar a 6 familias en un año no fue buena idea. Ahora estas mayor el lugar que tu ocupas otra niña más pequeña lo debería tener– Ella mantenía su buena postura en alto, sus brazos cruzados sobre el escritorio y su mentón firme. Me preguntó si está mujer alguna vez en su vida ha sido débil.

– Bien– Susurré.

– Ahora que estás informada, puedes retirarte– su voz siempre suena como un trueno, firme.

– Una pregunta, ¿A dónde iré, si no estaré aquí?

– Un día después de tu cumpleaños lo sabrás. Ahora vete, tengo cosas que hacer– Asentí

Tome mi esquelético cuerpo y lo lleve pesadamente a la puerta. Al pasar fui a la cocina.

– ¿Qué te ha dicho de nuevo la bruja? – Niza se encontraba picando verduras sobre la mesa de madera en medio de la cocina.

– En otras palabras estoy mayor para estar aquí.

– Oh cariño, podrías decirle que puedes ayudarme en la cocina, después de todo Alenny no hace un buen trabajo con la sopa– miro de reojo a la pequeña figura que se encontraba detrás de ella.

–Solo dijo que esperaría a mi cumpleaños– murmuré.

–Entonces esperemos, pero no te irás de aquí, no te preocupes por eso. Así tenga que hacer huelga en la cocina y hacer una revolución de patatas lo haré– Reí con todo lo que había dicho, pero la risa no se siente risa, se siente dolor.

–Iré a despertar a las niñas, Suzanne me despertó más temprano de lo habitual.

– Ve y despiertas a esas perezosas.

Tome el pasillo y luego las escaleras para ir a la habitación de las niñas más pequeñas, todas son adorables, algunas vienen de familias disfuncionales, otras quedaron huérfanas como yo y otras simplemente las dejaron.

Entró a la habitación, algunas de las niñas estaban sentadas con ojos cerrados, otras estaban recogiendo y doblando las sabanas de su cama, otras seguían durmiendo. Toque la pequeña campana que estaba junto al marco de la puerta de madera. Para algunas niñas está es su primera semana y mi trabajo es orientarlas. Al escuchar la campana las que dormían dieron un brinco y empezaron a correr haciendo un lío.

– ¡He! – Levantó un poco la voz pero de igual manera no fui escuchada. Dos niñas corren a mis alrededores peleando por quien debería doblar sabanas.

Me veo en un gran lío si Suzanne escucha esto sabrá que no soy capaz de controlarlas y tendrá más razones para mi expulsión.

– ¡He chicas basta! – Gritó y ahora parecen escucharme, todas se paralizaron mirándome.

–Sé que está tal vez sea la primera semana de algunas, y no estén acostumbradas a esto, pero no pueden estar haciendo un lío todas las mañanas, venga todas vayan y acomoden sus camas, es una cama por cada niña– Al decir esto las niñas se acomodan.

– Ya, yo terminé– Una pequeña niña pecosa de trenzas doradas tira de la falda de mi uniforme haciendome mirar hacia abajo. Yo me agacho para estar a su altura.

– ¿Dónde está tu cama? – Le preguntó.

–Es esa – la señala. Lo que veo no es una cama, ni se le acerca. Es un pedazo de cartón debajo de una almohada y una manta azul.

–No deberías dormir allí– En mi voz se escucha la molestia disimulada. Todas parecen mayor que está niña deberían comportarse, está niña asumo que puede tener apenas unos cinco años. Tomó su pequeña mano y camino hasta el final de la habitación donde se encuentran las dos únicas literas.

– ¿Por qué la niña durmió en un cartón? – Le preguntó a las tres niñas que están en frente de las literas. – Está habitación tiene 12 camas y 4 literas, para 12 niñas en cama y 4 niñas en literas, se creen muy inteligentes ¿eh señoritas?

– Ella no quería dormir en literas. – Habla una niña, mayor que las demás supongo de cabello castaño.

– Eso es mentira, querías una litera para ti sola – Defiende una pequeña morena.

– Eres una mentira ¡Golfa!

– ¡basta! Ustedes tres tendrán tres semanas para pensar en sus acciones limpiando pisos y sillas de castigo– Claro que esto en parte puede ser una mentira por que 1) No soy encargada en asignar castigos 2) No creo que estar más que otra semana aquí.

– ¡Ahora todas fórmense al baño, tienen diez minutos para alistarse, no quiero oír peleas para la siguiente tendrá más trabajo que hacer! Las esperó en la cocina ni un minuto más ni un minuto menos.

–Yo no quiero ir allí– me susurra la pequeña niña de pecas.

– Pero tienes que…

– Por favor– Miró a sus ojos color miel, veo el miedo que viví años atrás y la entiendo por completo.

– Entonces… solo por hoy haremos una pequeña excepción.

Agarró su pequeña mano y la llevo escaleras arriba al cuarto piso donde se encuentra mi habitación, me la asignaron después que la última niña mayor se había ido. Es una habitación pequeña pintada y adornada de colores abstractos, el espacio en la habitación solo es ocupado por la cama una pequeña mesa de noche al lado, una lámpara encima de la mesa de noche, un ventilador pegado a la pared, y un sillón marrón diagonal a la cama. Es pequeño pero cómodo y tiene su propio baño sin ser compartido. 

________________________________________________________________________________

Comenta si te gusta. Es la primera novela que escribo de One direction.

Última mirada a las estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora