Capitulo 6: Grillete.

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Mi mamá decía que al enemigo que más debes temer es aquel que desconoces. Tardó un par de minutos para sentir todo mi cuerpo entumecido, imágenes borrosas vienen deprisa a mi cabeza con lo cual trae un fuerte dolor. Mi espalda duele cuando me muevo, despierto con un sudor frío, estoy sudando y aun así siento que me estoy congelando. Las sabanas enredadas alrededor de mis piernas son de terciopelo. Estoy a punto de abrazar mis piernas para calmar el frío y una de estas no sede, haciendo sonar una cadena, la habitación está silenciosa y lo único que me hace escuchar es el latir de mi corazón, tiro las sábanas para encontrarme con una cadena atada a mi tobillo, mis rodillas arden.

Empiezo a mirar alrededor de donde me encuentro, resoplo, ¡Por Dios! Esto debe  ser una broma ¿Quién se iba a escapar de está habitación? ¿Por qué no solo dejarme la puerta cerrada? También tuvo que traer una cadena.

Al tirar las sábanas observo mi ropa, no tengo el vestido. Llevo puesto un juego de piyamas de lino blanco, Oh mi Dios. Alguien me toco, alguien me desvistió el solo pensamiento hace que una corriente pase a través de mi columna vertebral haciéndome temblar.

Oigo pasos venir desde afuera, instintivamente como la cobarde que soy tiro de las sabanas sobre mi rostro y me hundo entre las almohadas moviendo mis pies haciendo  tirar y sonar de la cadena, mi corazón palpita aún más. Lo último que recuerdo es correr y una puerta… William. Lo recuerdo, el me sujeto, alguien me inyecto puede que sea un calmante eso siembra más terror en mí. Tiro más fuerte por el terror y después de un momento es una mala decisión no puedo sacar mi pie de grillete, y me lastimo aún más cuando tiro del haciendo que se abra una herida que empieza a sangrar por mi insistencia.

La madera de la puerta cruje cuando abre, aún tengo las mantas sobre mí, me aferro a ellas no queriéndolas soltar. Siento la cama hundirse. Alguien está a mi lado.

 – Sidney. Sidney –  Su voz masculina es familiar y cálida. Me esfuerzo por querer recordar y lo único que consigo son pinchazos de dolor en mi cabeza.

Lentamente bajo las sabanas hasta la altura de mis ojos. El Sr Malik me observa sus ojos se ven cansados y preocupados, lleva una camisa polo blanca con vaqueros, es la primera vez de las pocas veces que lo he visto que luce informal, sin un chándal o un traje caro.

 –  No tengas miedo, no te haré daño –  Dice, mientras con cuidado toma mis manos haciendo bajar aún más las sábanas. ¿No tener miedo? Estoy segura que él me puso esté grillete.

Quiero gritarle decirle que me suelte que no soy un animal para que me comprara, que lo demandaré me iré a un consejo de menores y me escapare lejos, pero en cuanto más lo pienso, si se lo digo podría hacerme hundir más.

 –  ¿Qué paso? –  Susurró. Puedo hacerme la inocente y fingir que no recuerdo nada, parte de un plan perfecto –  ¿Dónde estoy? La cabeza me zumba –  añado frotando mis cienes en forma dramática.

 –  No debiste salir corriendo –  se queda un momento pensativo y sigue –  me asuste cuando no despertabas, estaba preocupado.

¿Cuándo no despertaba? ¿Cuánto tiempo estuve dormida? Oh no. Por alguna razón prefiero que sea el quien esté aquí, una parte de mi la hace sentir segura mientras la otra grita  que le tiré lo primero que encuentre a la cabeza para luego salir corriendo

 – ¿Cuándo tiempo he estado aquí? –  mi voz es rasposa.

 –  Tres días –  mira mi tobillo descubierto y hace una mueca de desagrado antes de mirarme –  Te soltaré si prometes no querer huir –  Sus ojos son de un miel y sus pestañas la más largas que he visto en un chico, y no es que haya visto muchos chicos…

Asiento con la cabeza, él toma mi mentón en su mano para mantener su vista fija.

 – Promete que no te irás –   Me dice de nuevo, su voz es suave.

 –  Lo prometo –  mi voz es ronca y al instante que salen mis palabras, quiero darme patadas mentales.

Se levanta de la cama y va hasta dónde está mi tobillo y grillete, saca una pequeña llave en bronce de sus vaqueros rasgados, en un ¡Tip! Mi tobillo es liberado una fina línea roja lo rodea al momento que mi tobillo no está en contacto con el grillete me empieza a arder.

 –  No te muevas, vuelvo enseguida –  Sale por la puerta blanca de donde entro.

¿Moverme? Está de broma ¿de todas maneras, a donde podría ir? Muevo un poco mi tobillo y la herida arde.  El sr Malik entra a la habitación con una pequeña caja roja con una cruz blanca (primeros auxilios).

 –  No soy practico en esto –  Me dice –  primero lo desinfectaremos, será rápido.

Decirlo no lo hace mejor, en cuanto el alcohol rosa mi piel lastimada, arde y arde mucho.

 –  Ouch –  articulo y trato de moverme Malik sujeta mi pierna, su toque me da escalofríos. Hago una mueca de dolor y me suelta. Eso ha sido raro.

Después de desinfectar y que echará una pomada envuelve mi herida en gaza.

 –  Ya, no era para tanto –  digo y me siento en la cama.

 –  No, es mi culpa. Lo siento, yo –  su mirada es dubitativa –  no quería. Pensé…

 – Que yo iba a escapar –  le cortó.

Me da rabia solo la idea de que estoy atrapada. Tengo que salir de algún modo de aquí lo antes posible…

Después de un largo silencio sale de la habitación y se detiene en la puerta.

 –  Yo… tengo algunas cosas que hacer. Volveré más tarde, espero que te guste lo que hay para ti –  Sonríe con esa típica sonrisa de chico bueno y atractiva con la que podría acabar la guerra en el mundo y hacer la paz, no me fío de él. Saca una llave dorada del bolsillo derecho de su vaquero y cierra la puerta.

Otra vez, está esa idea ¿encerrarme? Odio y mucho esto. Me paro de la cama y vago por el cuarto en busca de un reloj, odio estar sin uno, no me gusta no tener noción del tiempo.  No me había fijado en está habitación, es grande el triple de mi cuarto en mi… la casa de acogida, las paredes están decoradas con un bonito color marfil y hay flores salpicadas de color blanco que se enredan una con otras en distintos espacios de las paredes, el techo es blanco, siempre he pensado que el blanco es cálido, diagonal a la cama hay una peinadora de madera grande, tiene un espejo en forma de media luna adornado de estrellas en sus bordes, me recuerda al collar que le regale a Debbie, la peinadora lleva seis cajones, en el primero hay papeles en blanco… que raro… el segundo contiene dos rompecabezas, una vez tuvimos un rompecabezas al completarlo la imagen unida era una cabaña y arriba se leía una escritura cursiva que decía “Feliz Navidad”.

Cierro de nuevo los cajones no hay más dentro de ellos. Hay un armario blanco dentro de un diminuto cuarto que está al lado de la cama, en el cuarto solo cabe el armario dentro de esté hay ropa de diferentes modelos vestidos, pantalones, faldas, blusas, sudaderas. Debajo del armario hay un cajón recto del ancho de esté donde hay ropa íntima de dos tallas una es la mía y la otra es más grande.

En mi recorrido encuentro un baño privado, es pequeño pero tiene todo, un espejo, un hermoso lava manos en blanco, abajo una alfombra rosa una cesta gris, tres paños blancos de distintos tamaños y unas pantuflas blancas, me hacen gracia porque tienen forman de un par de conejos sonrientes con ojos cerrados y orejas graciosas. Nunca he tenido unas pantuflas.

Tengo mucho cuidado en quitarme el vendaje de mi tobillo para tener un cálido baño. No olvido que ha pasado tres días en que mi cuerpo no prueba agua. El agua cae sobre mi piel haciendo que me relaje en sentir su calidez.

Una vez que estoy saliendo del baño llevo las pantuflas de conejos y un paño que cubre mi cuerpo y otro que envuelvo en mi cabello que huele a almendras. Sobre la caja hay una pequeña bandeja ¿en qué momento entraron aquí? ¿No solo el Sr Malik tiene una llave? ¿Hubo otra persona? Sobre la vendeja hay comida, ¡Que considerado!  Tostadas con mermelada de fresa, un zumo de naranja, una taza de café con leche y dos pedazos de pan con trocitos de chocolate al lado. Todo se ve apetitoso, mi boca se hace agua y mi estómago cruje por el olor de la mermelada. Al lado de la bandeja hay un escrito con letra cursiva y con una firma peculiar. 

Última mirada a las estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora