Capítulo 4: "Al mejor postor"

10 1 1
                                    

El chico de rulos castaños y ojos esmeralda me mira con el ceño fruncido, me pasa por un lado y sigue caminando… Genial, ahora me siento peor. ¡Es un cretino! Repito en mi cabeza ¿Qué tipo de persona es la que se calla frente a una disculpa? Ha si, él. El idiota de los rulos.

Sigo caminando ignorando el hecho de ser ignorada, cuando terminó el laberinto me encuentro a Debbie está sentada con las piernas cruzadas mirando sus pequeñas manos, me acercó silenciosamente hasta ella y me siento a su lado.

-Perdón- cuando escucha mi voz se sobre salta y se levanta. Me levantó con ella y la detengo.

-Debbie escúchame, no quiero irme, te prometí quedarme lo sé, pero tengo que hacerlo si no logró que me acepten me quedaré sin hogar en la calle.

-¿Por qué no te quedas entonces?

-Porque soy muy grande para estar aquí.

-¿Volverás?

-Volveré.

-¿Cando?

-Pronto.

-¿Es una promesa?- Se sienta a mi lado y levanto su meñique.

-Es una promesa y la cumpliré- Entrelazo mi meñique con su pequeño meñique.

Faltan minutos, me coloco el vestido blanco y se siente suave en mi piel, trenzo mi cabello y amarro la punta con un lazo rosa, lavo mi rostro de nuevo y busco los pequeños tacones rosados dentro de la caja. Caminó un par de veces para acostumbrarme pero aun así siento que me caeré. Todo el vestido y tacones son un poco formales para solo ir a ver una familia, pero la impresión es lo que cuenta aquí ¿no?

Cuando ya estoy lista, voy al estudio de Suzanne tropiezo dos veces por los tacones, sigo derecha y caminó. Toco dos veces y Suzanne abre.

-Te vez hermosa- me dice- ahora nos vamos.

-¿A dónde?

-Lo sabrás cuando lleguemos. ¿Alistaste tus cosas?

-¿me iré de una vez? – Preguntó, creo que se las respuestas.

-Si.

-Ya vuelvo.

-No pierdas tiempo ¡Apresúrate!- Está siendo muy amable y me siento bien por eso. Me quito los pequeños tacones y salgo corriendo hasta mi habitación, dejo mi uniforme y mis ropas, la familia que me adopte deberá de darme ropa y comida ¿no? Esto le servirá a otra persona, realmente no tengo nada… dejaré todo como está… el collar. Recuerdo el collar que mamá me dio antes de irme, busco en el pequeño baúl dentro de la mesita de noche lo sacó y voy corriendo de nuevo a la biblioteca, mis piernas son rápidas pero estoy agitada y paró de correr cuando estoy cerca de la puerta.

Sigo jadeando por el cansancio cuando llego hasta Debbie.

-Debbie. ¿Recuerdas nuestras promesa?- Digo cuando me paro en frente de la niña de trenzas doradas que tiene un libro de dibujos a la mano.

Ella asiente, y le colocó el collar dorado que tiene un dije en forma de Luna, cuando se la pongo la escondo dentro de su camisa de uniforme para que no se note.

-Mi mamá me dijo una vez que mientras yo mirará la luna esté donde esté y ella la mirara al mismo tiempo, estaríamos juntas. Estaremos juntas Debbie, no dejes que nadie lo vea, esconde siempre el collar - La abrazo y cierro mis ojos un par de veces para retener lágrimas que amenazan con salir.

-Eres mi hermanita mayor Sidney-  la abrazo más fuerte y beso su mejillas. Me devuelvo en mis talones, algunas niñas me miran y salgo corriendo.

Cuando vuelvo Suzanne me da una mirada desaprobatoria cuando me ve, llevo los tacones al suelo y me los vuelvo a colocar.

En el camino a su vehículo no dice ni una palabra, y al caminó a donde vamos tampoco salé una palabra de su boca, tomo esa como buena señal. Estacionamos frente A una gran casa roja victoriana, hay muchos más carros dentro de la casa y ya veo por qué decidió estacionar en frente.

¿Por qué hay tantos carros?

Cuando llegamos, no se molesta en tocar y abre la puerta y pasa yo caminó detrás de ella.

No hay personas, es una gran casa y está decorada con pinturas, puras venus, sigo caminando detrás de ella y nos detenemos en una puerta marrón con marco dorado.

-Pasa, quédate hasta que yo te venga a buscar ¿ok?

-Ok.

Me abre la puerta, es una habitación grande amarilla y puros muebles dentro de ella, encima de los muebles tan algunas chicas, al parecer de mi edad, todas con hermoso vestidos y arregladas, al lado de la puerta está un hombre, alto y robusto con lentes negros y una gran barba ¿Qué loco usa lentes negro en una habitación con tan poca luz?

Me siento en una silla marrón apartada de los muebles.

-¿Qué edad tienes tú?- Dice una morena.

-16 ¿tu?

-16, me llamo Leila, las que están sentadas en el sillón amarillo tienes 15 y las que están en el sillón rojo tienen 16 como nosotras, deberías acercarte.

-Aquí estoy bien- le digo.

-¿Conoces a los señores de la otra sala?

¿Otra sala? ¿Qué otra sala? ¿Por qué señores? ¿Por qué no familias?

-¿Qué señores?

-ohm, veo que no lo has visto, yo sí, algunos son algo viejos otros son muy jóvenes, pero todo queda a suerte del mejor postor- Me da un guiño y se va al sillón rojo con las demás.

 ¿Por qué Suzanne me traería a un lugar en que no hay familias? Mi corazón está latiendo rápido, tengo un mal presentimiento de todo esto, nada de lo que estoy pensando es certero y tengo miedo de saber la respuesta. 

Última mirada a las estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora