Travesía

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—Cuídense mucho por favor... —habló la mujer.

Donghae acomodó la mochila en sus espaldas, le sonrió a su mamá indicando que todo estaría bien pero se perdió en unas marcas que ésta llevaba en su cuello.

—No me extrañes —dijo Hyukjae para después tomar de la cintura a Irene y besarla con pasión.

El adolescente como era de costumbre miró hacia otro lado.

«Aquí empieza mi pesadilla» pensó mientras se ajustaba el cinturón.

El viaje duraba en total unas 3 horas, el torneo de Rally quedaba a varios cientos de kilómetros de donde estaban. Irían a una zona rural porque el deporte lo requería así, por lo cual Hae no iba a poder chatear como de costumbre con Kyu.

—Nos hospedaremos en una zona de cabañas —informó el fiscal—. A las 19 horas es la primera carrera.

—Está bien —desanimado respondió el pelinegro.

—Escúchame Donghae intenta pasarlo bien ¿de acuerdo? No lo hagas por mí, sino por tu madre que nos regaló los boletos.

—No te preocupes Hyukjae, sé cómo divertirme—. El adulto apretó el volante, la respuesta de su hijastro le sorprendió.

Fueron bastantes puntuales para llegar al estadio donde se daría la carrera de apertura, costumbre del mayor, había mucha movida de gente como todo espectáculo que este estilo llevaba. El fiscal y el adolescente se sentaron en las gradas, hacía calor y para saciar la sed provocada por el clima Hyukjae compró unas bebidas.

—¿Quién crees que se llevará el primer puesto?

—El francés Belánger, últimamente le está yendo bien en Europa. Ganó la continental y la de su país cronometrada en menos de 10 minutos...

Hyukjae se dedicó a observarlo, a contemplar la manera apasionada en la que hablaba acerca de ese deporte que le gustaba desde pequeño. Por primera vez prestó atención a la tonta similitud que tenían ambos: maravillarse con algo hasta amarrarlo con los dientes.

El sol lentamente iba desapareciendo del cielo para darle lugar a la luna y a las estrellas. La carrera estuvo bastante entretenida, todavía faltaban un par de vueltas sobre la pista para terminar. 

—Espérame aquí, iré al baño —ordenó—, no te muevas de aquí Donghae.

El mayor lo abandonó, bajó las escaleras de la tribuna para dirigirse a una zona donde podría saciar esa sed infernal que recorría su cuerpo. Para su suerte encontró que detrás de los baños públicos había unas casas rodantes que la gente visitante seguramente usaría para dormir el fin de semana.

Hyuk buscó la que más alejada estaba del baño y del público para poder concretar su plan. Tocó la puerta de aquella caravana de color gris.

—¿Qué buscas? —preguntó bruscamente una mujer. El abogado sonrió con malicia, se lanzó sobre ella y rápidamente la puerta de acero se cerró.

—¿Dónde estará metido?—. Se preguntó el pelinegro mientras miraba alrededor suyo. La carrera ya estaba terminada, y su padrastro se había marchado hace un rato largo. —¡A la mierda Hyukjae! —maldijo Donghae levantándose de su asiento para buscarlo en el baño, él también tenía ganas de usar el sanitario.

Se sorprendió no encontrarlo allí tampoco, ni dentro ni fuera. Caminó alejándose pensando que tal vez el adulto estaría charlando con alguien o comprando algo, sin embargo escuchó unos ruidos extraños detrás de una camioneta estacionada allí.

Donghae se acercó como el adolescente curioso que es. Tratando de ser lo más sigiloso que pudo, miró por encima de la parte delantera de vehículo y encontró a su padrastro.

Vampire (EunHae)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora