Mentiras Blancas

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8 Meses Después

1/10/2010

La mujer que se encontraba delante de  mi permanecía en silencio mientras esperaba mi respuesta, la cual no quise contestar minutos antes pero ella aun insistía porque según ella es de suma importancia que lo haga. Quería que hablara; años sin hablar ¿Y esta mujer quiere que le hable y ya? Esta terapia había sido la misma semana tras semana, con diferentes personas en todas las ocasiones, yo ya estaba tan cansada que solo quería que acabara todo para poder estar en paz; solo quería que me dejaran vivir.

“Querida, espero” Hablo con calma. Esta mujer rodeaba los 55 0 60 años de edad; puedo decirlo por su cabello lívido desde su sienes el cual estaba trenzado todo hacia atrás, sus manos arrugadas y sus dedos y brazos comenzaban a desarrollar lo que se le llama ‘manchas de la vejez’ son pequeños puntos claros que se podían notar a simple vista, sus lentes colgaban en su cuello sujetados por una cadenita de plata, su cara era hermosa que hasta se podría decir que era toda una jovencita de 30 o 35 años aun sin embargo las arrugas alrededor se sus ojos resaltados con maquillaje , su frente y en sus labios pincelados de color cereza la evidenciaban por completo. Ella vestía un traje de falda entubada, camisa y un abstinente saco de satén color gris. Yo aun no sabia su nombre pero creo haberlo escuchado de mi madre antes de ella entrara. Después de unos minutos de mirar a la nada, de haberme demolido las uñas de las manos y empezar hacer pequeños círculos invisibles en la tela vieja de mi cama…

Decidí hablar… Eso o perder toda la uña de mi dedo índice.

“¿Puedo salir?”

Había relegado como sonaba mi voz y lo mucho que odiaba su sonido al expandirse fuera de mí.

Alzo una ceja a mi dirección; sobrecogida me miro con ojos muy abiertos.

“¿Ahora?”

Asentí paulatinamente y ella tan solo me miro unos segundos mas como si estuviese deseando asegurarse de lo que acabo de pasar, para luego levantarse recelosamente caminando hacia la puerta y salir por esta dejándome totalmente sola. En el pasillo se oían murmullos; algunos altos y otros bajos, una de esas voces era la de mi madre – por supuesto-  y la otra la de la mujer que antes me había estado acompañado.

Suspire cansada y me recosté aun mas subiendo el edredón hasta mis hombros, colocándome de la forma mas cómoda posible, no podía mover mis piernas así que las tomaba de los muslos y las levantaba o movía de un lado para poder estar a gusto. Mire hacia la puerta esperando verlas aun hay, pero no, se habían ido voltee mi vista al techo.

“Joder” Susurre cerrando los ojos forzudamente. Cuando volví a oír los pasos de personas por el pasillo y las voces de antes acercándose  me senté ligeramente.

Mi madre, la mujer y dos doctores más entraron e inmediatamente se acercaron hasta donde yacía sentada; mi madre quien tenía un pañuelo entre sus manos y lágrimas que aun bajaban por los lados de su cara deteniéndose en su barbilla formando una gota que caía sobre su ropa. La mujer se encontraba justo detrás de mi madre con el rostro juicioso completamente, los doctores los cuales se encontraban a cada lado de mi cama estaban mirándome expectante.

“Cariño, nos han dicho que has vuelto hablar ¿Es eso cierto? ¿Has estado hablando y no nos has dicho?”

Dijo el doctor de mi izquierda dulcemente como si de un pequeño niño se tratase.

Yo podía revertir esto.

Negué con la cabeza, le di una mirada rápida a la mujer detrás de mi madre y ella tan solo se mostró descompuesta ante mis acciones llevándose una mano a la frente mirándome calumniadoramente, mi madre sollozo aun más.

“ ¿¡Qué significa esto?!” Exclamo mi madre alejándose de ella de un salto. La pobre mujer la miro, me miro y luego miro hacia la castaña enojada delante de ella de nuevo.

“Yo… yo, es que… ¡Ella ha hablado! ¡La he oído!” Balbuceo nerviosa señalando a mi dirección, yo volví a negar con la cabeza e utilicé mi dedo índice agitándolo rápidamente de un lado a otro como solía hacer cuando no quería algo o alguna cosa no me gustaba. No soy una mala persona pero me concierta que las cosas sean de la manera que quiero que sea. Mi madre parecía recargar baterías para volver a gritar pero el doctor que aun no había dicho nada callo a las dos vociferándoles un –Basta- de la forma mas calmada posible, mi madre dejo escapar un gemido de frustración de sus labios. 

Fall Drown h.s   a.uDonde viven las historias. Descúbrelo ahora