Parte 2

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El primer día que Percy cuido solo de su hijo, lo siguió bastante calmado. No fue al trabajo y se encargo también de las criaturas de su esposo. Cocino y limpio, pero el único contratiempo que tuvo fue el más importante, no vio a su hijo en todo el día. Y es que Credence se negó a salir de la habitación donde su madre estaba, estuvo todo el día con él. Mostrándole sus juguetes, intentando aprender a leer con un libro de cuentos para magos, jugando con su madre a los muñecos e imitando a criaturas, para divertir al pelirrojo, claro.

Pero lastimosamente, para Percy, no todos los días iban a ser así, y durante toda la siguiente semana se vio obligado a ir a trabajar junto a Credence.

El pequeño azabache se podía ver extremadamente tierno y calmado, pero sin Newt cerca para controlarlo y estarlo sujetando, era un niño extremadamente hiperactivo que corría de aquí para allá por la oficina de Percy, desordenando sus informes y tirando los libros de la estantería. Además, que tomo al escarbato y a Pickett. Percy iba a enloquecer cuidando a su hijo.

Actualmente, a seis días desde que Newt se quedara en casa, Percy no solo había tenido que soportar a su hiperactivo hijo, sino que también había tenido que soportar las estúpidas preguntas de los empleados de la MACUS: ''—¿Y Newt? ¿Acaso se divorciaron? ¿Te dejo por Abraxas Malfoy? ¿Se fue de viaje otra vez? ¿Decidiste dejarlo? —''. Esas y otras preguntas escuchaba día tras día, como mínimo diez veces seguidas. Estaba estresándose lo suficiente como para empezar a ignorar a su hijo, planteándose si realmente fue bueno adoptarlo.

Tal vez si tuve que negarme a ese tonto capricho de Newt. Tener un hijo, que estúpido, ambos tenemos trabajos ocupados y arriesgados, no podíamos tener un hijo. Mira, ahora tengo que soportar a un mocoso que corre de aquí para allá y las estúpidas preguntas esas. — Hablo mientras apoyaba sus codos en el escritorio y sujetaba su cabeza. Soltó un fuerte suspiro, para rápidamente darse cuenta de lo dicho ¡Credence había escuchado! Y sabia muy bien que, cuando que llegaran a casa, el infante repetiría sus palabras a la perfección, y lo que menos deseaba ahora era hacer sentir mal a su esposo. Se apresuro en levantarse para ver a su hijo. Lo busco entre el desastre de los libros y hojas en el suelo, vio debajo del sofá y debajo del mismo escritorio. No lo encontró, hasta que un golpe llamo su atención, giro su vista hacia la ventana y pudo apreciar a su pequeño hijo de cinco años abrazando al escarbato. Aquel niño tenia sus ojos inundados en lagrimas mientras temblaba. Percy se asusto e intento acercarse al niño, pero, al hacerlo sintió al escarbato saltar a su rostro para rasguñarlo, se sorprendió y no tardo en quitárselo, su hijo estaba ya saliendo de la oficina mientras lloraba. —¡Papá no me quiere! — Escucho gritar a su pequeño mientras salía corriendo de la oficina, por un momento se quedo ahí, viendo a la nada, hasta sentir como un nudo se formaba en su garganta y su mundo empezaba a desmoronarse. Ya poco le importo que sus empleados le vieran, poco le importo sorprender a toda la MACUSA. Tenia que ir tras su hijo y profesar todo el amor que tenia por él. —Mierda no... — Murmuro con terror, para salir por donde su hijo lo hizo, empezando a buscarle. —¡Credence! — Lo llamo empezando a buscar por toda la MACUSA.

Con inquietud y terror, empezó a buscar por toda la MACUSA, pero no lograba encontrar rastro de su pequeño. No importaba a quien le preguntara o donde buscara, aquel infante estaba desaparecido, y se negaba a aceptar que por su culpa su hijo, aparte de creer que ahora no lo quería, había huido a quien sabe dónde con Pickett y el Escarbato.

Pero su desesperación aumento cuando, tras casi dos horas buscando al niño, una fuerte explosión mágica se escuchó desde el subterráneo de la instalación. Creyendo que alguien que buscaba acabar con la MACUSA se había infiltrado y causado eso, entro en pánico, corriendo al lugar, pero no vio a nadie y poco tardo en reconocer que aquella explosión fue parecida al maleficio que su hijo causo en casa días atrás, se alivió, pero nuevamente no había nadie ahí. Empezó a caminar haciendo el mínimo ruido posible, quería captar los ruidos ambientales para oír a su hijo, si es que este estaba en aquella planta. Camino por los largos pasillos escuchando los elevadores abrirse y cerrarse, las apresuradas pisadas de otros autores y, a lo lejos, un llanto. En un principio lo paso por alto, pero rápidamente reacciono y corrió en dirección de aquel llanto. Corrió mientras intentaba no caerse con sus propios torpes pasos, estaba tan asustado porque a su hijo le suceda algo que no se tomaba el tiempo de ver el suelo o mantener su aspecto superior de jefe.

Llego a la entrada da un pasillo que conducía al subterráneo no mágico, diviso a su hijo, y no tardo en correr hacia él para cargarlo y ocultarlo entre sus brazos, lo saco de aquel pasillo y se las arreglo para formular un hechizo que los llevo a la oficina. Una vez en la oficina no soporto más y rompió en un amargo llanto, de rodillas cayó al suelo, aferrándose a su pequeño hijo, el cual había detenido su llanto al ver como su serio padre reaccionaba. —Credence, por favor no vuelvas a asustarme así...— Rogo, sin soltar a su hijo en ningún momento, se arrepentía de todo lo que dijo, su hijo solo era un niño, un niño normal, hiperactivo y que quiere atención de sus padres, solo eso. —No sabes lo preocupado y asustado que estaba por ti. No... No se que hubiera hecho si algo te sucedía. — Murmuro mientras aflojaba el agarre, permitiendo así que su hijo lo viera a los ojos. —Entiendo que te sentiste mal con lo que dije, y me arrepiento de hacerlo. Tú y tu madre son mi mundo, y no sabría vivir sin ustedes. Lo que dije fue por impulso, estaba estresado y no estaba pensando bien. Credence, quiero que sepas algo, mi vida sin ti como mi hijo, no seria la misma, si yo le hubiera negado el capricho a tu madre de adoptarte, créeme que nada seria mejor, al contrario, de seguro las cosas con tu madre hubieran empeorado, y posiblemente para este día él y yo ya no estaríamos juntos. Porque sé muy bien que, para tu madre, tu eres su pequeño mundo, y desde la primera vez que te vio quiso tenerte entre sus brazos. Si algo te pasara, no solo yo estaría preocupado, tu madre arriesgaría su vida por ti, seria capas de dejar todo de lado para encontrarte, incluso su propia salud. Y yo también, en verdad hijo, todas las estupideces que dije nunca podrán ser verdad, eres una de mis razones de vivir, de seguir adelante y contra el mundo junto a tu madre. Nunca creas que es verdad cuando vuelva a decir una estupidez como esa. — Rogo con desespero mientras intentaba dejar de llorar, y lo logro, al sentir como las pequeñas manos de su hijo se posaban contra sus mejillas. El infante, que ya estaba lo suficientemente sorprendido por el actuar de su padre, le sujeto de las mejillas, intentando calmarlo como su madre hacia cuando él se caía por estar corriendo por el gran patio de la casa. —¿Papi si me quiere? — Pregunto, para al ver como su padre asentía, sonreír como el niño inocente que era. —¡Credence también quiere a papi! — Declaro el niño sonriente, sintiendo como el escarbato salía corriendo de la oficina. Ninguno de los dos azabaches entendía el porqué, hasta que el ruido de la puerta abriéndose llamo la atención de ambos.

Newt Graves -de soltero Scamander-, entraba por aquella puerta con una dulce sonrisa, llevando entre sus manos un pequeño cesto, y sobre su hombro al escarbato, que se acariciaba contra la mejilla del pelirrojo. El cual, al ver a su esposo e hijo abrazados en el suelo y con rastros de haber estado llorando, de desconcertó y dio un par de pasos hacia atrás, saliendo así de la oficina, de forma lenta y cuidadosa, creyendo que era un mal momento para entrar. Como reacción, ambos azabaches se levantaron rápido y corrieron a brazos del pelirrojo. El mayor de los Graves rodeando a su esposo por la cintura y ocultando su cabeza en el hueco del cuello del pelirrojo. El menor se aferró a la pierna de su madre, abrazando esta con sus propias piernas y brazos. Ambos azabaches lloraron nuevamente al abrazar al pelirrojo, y a ninguno le importo ser visto por la MACUSA.

—¿Percy, Credence? — Pregunto bastante sorprendido, sintiendo como Percival se las arreglaba para llevarlo de regreso a la oficina. Lugar donde el mayor pudo separarse bien de su esposo y verlo haciendo un puchero extremadamente infantil y tierno. —Te extrañamos mucho. — Comento Percival, dejando un beso en los labios de su esposo, para después ver como su hijo escalaba por la pierna del pelirrojo, hasta llegar a brazos de este para llenarle de besitos la cara a Newt. Este último, soltando un suspiro, dejo la cesta en el escritorio de su pareja y se sentó en el sofá, llamando a que su pareja hiciera lo mismo. Dejo a Credence sentado en sus piernas. —Cariño, ven, aquí es más cómodo. — Lo llamo, sacando su varita para atraer un libro de la estantería de su pareja.

Percival fue gustoso a sentarse junto a su esposo, acurrucando su cabeza en el hombro de este, para después ver curioso el libro. — ¿Los cuentos de Beedle el Bardo? — Pregunto curioso, para después solo sonreír y cerrar sus ojos. —Me encanta. —

Y así, Newt empezó a leer aquel libro de cuentos para su esposo y su hijo, viendo como ambos se acurrucaban como pequeños cancerberos en sus brazos. Pronto termino por dejar a ambos acurrucados en el sofá, envueltos en un manta, para poder ir a prepararles unas tazas de chocolate caliente que podrían acompañar con las galletas caseras y sándwiches que traía en su cesto.

Luego de aquel día muchos, por no decir todos, en la MACUSA dudaron si es que realmente era Percival un hombre severo y cascarrabias que podía fácilmente vivir sin Newton Scamander a su lado.  

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⏰ Última actualización: Oct 31, 2019 ⏰

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The magical baby and daddyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora