28. Ride

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Ainver, Bei, Saiderdich: 30, Septiembre, 1992.

Un hombre y una mujer miraban desde un banco a la niña más cercana, que montaba uno de los caballitos de madera que había en el parque. La niña, feliz, no prestaba nada de atención a lo que no eran ni su imaginación ni su alrededor más próximo.

— Parece estar entreteniéndose —dijo el hombre.

— Sí, la verdad es que sí —respondió la mujer.

Un silencio siguió a eso.

— A veces, viéndola, pienso en lo rápido que pasa el tiempo —comentó él.

— Ya ves. Es como si todo hubiera empezado ayer.

— ¿Verdad?

En cuanto ella asintió, reflexiva, él se levantó y fue hacia la niña. En cuanto llegó a su lado, le habló.

— ¿Volvemos a casa?

Ella tardó un poco en responder. No sabía que la iba a ir a buscar el señor del perrito grande y blanco que estaba paseando siempre por las mañanas por la calle a la que daba la ventana de su habitación.

— ¿Y la nana?

— Ella se tuvo que ir a su casa antes. Nos habló tu padre y quedamos en que te llevábamos a casa nosotros, ¿vale?

La hija del director de la empresa más importante del país se encogió de hombros y le dio la mano al criminal contratado para secuestrarla.

La hija del director de la empresa más importante del país se encogió de hombros y le dio la mano al criminal contratado para secuestrarla

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Inktober 2019 - Historias cortas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora