[ One-shots Yakusoku No Neverland ]

La habitación 13

One shot: La habitación 13. [Noremma]

By: NahomyAG

Medios gráficos: NahomyAG

Las imágenes utilizadas para la realización de los medios gráficos no me pertenecen, derechos a sus respectivos autores.

Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, derechos a Kaiu Shirai y Posuka Demizu.

Summary:

El recuerdo de quien fue antes permanece en la mente de los que ama, pero algo debe quedarles claro: no es el mismo de antes, ni lo será nuevamente.

Se encuentra sentado en aquella habitación vacía, no escucha, pues ningún sonido traspasa las gruesas paredes que le rodean. No siente, hace tanto que no le interesa sentir alguna emoción, tampoco le interesa seguir con aquella vida triste y sin sentido, quizá por ello es que tienen que obligarlo a comer y es que lleva puesta aquella camisa de fuerza que lo le permite moverse con la libertad que desearía, menos hacer aquello que desea con intensidad, aunque si se pone a hacer memoria, la realidad es que hace mucho que no come nada, simplemente las inyecciones son las que lo mantienen vivo. Claro, después de haber mordido a más de tres personas hasta hacerles sangrar, nadie se atrevería a alimentarlo de nuevo. Y después de al menos unos cuatro intentos de suicidio, fallidos por cierto, nadie le quiere quitar la camisa que lo aprisiona, han tomado todas las medidas posibles para bloquearle el camino a su meta.

No los culpa, el recuerdo de quien fue aún debe permanecer en su cabeza, pero algo debe quedarles claro, no es el mismo de antes, ni lo será nuevamente; después de todo, por ello se encuentra en aquella habitación completamente controlada. Ni siquiera tiene la noción del tiempo, el silencio profundo lo rodea y le atormenta dejándolo únicamente con el sonido de sus pensamientos que aparecen atropelladamente en su mente y lo torturan con constancia. Le resulta un tanto gracioso pensar que en realidad es él quien tanto daño se hace.

Voltea la mirada de lado a lado tratando de encontrar otra cosa en la cual pensar, pero no puede ver nada más que ese dichoso color rodeándolo. Blanco.

Debe admitir que eso lo desalienta bastante, siempre prefirió el color verde, un verde que le llenase de vida al momento de mirarlo, que le diera ánimos e hiciera que sonriera, tal como el color vivaz que lo recibía al entrar al jardín. Un verde tal como los ojos de ella. Porque no sabía cuánto amaba el color verde ni cuán hermoso podía ser hasta que se cruzó con su mirada esmeralda, siempre le habían dicho que su mirada zafiro era única, la que merecía tales halagos era ella y sólo ella.

Vuelve a su realidad y su poco ánimo decae con suma rapidez, tiene que dejar de recordarla... o seguirá odiándose eternamente. Ella ya no está.