capitulo 18-maraton 3/5

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El sol alumbró en su cara como si fuera el día más soleado que hubiera habido en todo el año. Quizás lo era; verano, playa, todo eso. Poco después se dio cuenta de que no estaba en su cama; y fue cuando recordó que había dormido en la arena, a pesar de jurar haberlo soñado. La chica no podía mantener en su cabeza que haya pasado toda la noche allí sin pasar frío; entonces reparó en la chaqueta de Louis. La miró con ternura; era una de las razones por la que había sentido su aroma toda la noche; esa y que siempre sentía su aroma. 
Se sentó en la arena y comenzó a bostezar un poco; el celular de su bolsillo marcaba las diez y media de la mañana. Louis no estaba allí con ella. Comenzó a mirar a todas partes; desesperada; pero se calmó al verlo en la orilla de la playa; sin camiseta.
Suspiró intentando respirar un poco; nada.
El chico estaba allí sin piedad alguna lavando su camisa. La remojaba una y otra vez en el agua; el sol quemaba a esas horas; ya no tenía frío.
Él todavía no reparaba en ella. Babeaba con cada movimiento que Louis hacía. 
Se dio la vuelta para mirar cómo se encontraba la chica; no dejó que nada le pase durante la noche; se quedó en vela para procurar cuidarla, y abrazarla si es que tenía frío. 
Se había encargado de protegerla y había ido ese poco rato a lavar su camiseta; rato en el que se dio cuenta de que había despertado. Su pelo despeinado hacía que se le formen rizos divertidos alrededor de toda la cabeza. Su rímel estaba corrido y su ropa arrugada. Le gustaba de esa manera; natural.
-Los bombones se derriten al sol -Le gritó él. Ella rio divertida sintiendo unas mariposas en el estómago; y ahora de echo le gustaban, Ya no les parecían extrañas; le gustaba sentir eso. Porque sabía que quizás, tan solo quizás, Louis en el fondo, sentía lo mismo. Y era como un enlace de química en el que comparten electrones para mantener la estabilidad.
-Entonces no hay problema, no me derretiré... -Contestó. Louis negó con la cabeza como si el ser la chica insegura de siempre le molestara; pero no lo hacía. Se había enamorado de la chica insegura, y de esa chica estaría enamorado siempre. De la que necesita escuchar de su boca, tan solo de su boca, que es linda, para que ella lo crea, aunque sea por un instante; pues Louis podría ser a veces un chico algo molesto, pero nunca mentía.
-Claro que no -Contestó él- Porque tú eres ese chocolate que una vez probé en la cafetería del comercial, ese que se llevaron a los dos días porque no tenían para satisfacer a las personas, ese chocolate que tenía pedazos de chocolate adentro con más pedazos de chocolate, del que nunca podías tener suficiente, del que podías estar con él cada día, a cada hora, a cada minuto, cada segundo, cada milésima, centésima de segundo. Ese chocolate eres tú.
-Me parece que es un poco exagerado ser ese chocolate, yo me definiría más como uno de menta, nadie los come…
-Los de menta son mis favoritos -rio él- sobre todo si se llaman _____... -el chico se comenzó a acercar a ella, dejando su camiseta tendida en la arena. La chica no podía respirar, maldición, ¿porque le hacía eso?
Louis se sentó a su lado y la miró. Ella le devolvió la sonrisa; su estómago rugió.
-Tienes hambre -le dijo él. Ella alzó las cejas, como si fuera obvio. Él la abrazó, Eso empeoraba todo; la abrazaba mientras estaba sin camiseta, ¿acaso las cosas se podían poner peor?, y, claro que sí, porque enseguida el chico se dio la vuelta a su rostro y tomó su mejilla con sus dos manos. 
Las acarició tanto que sentía que se le iban a desgastar; acercó a la chica a él. Ella simplemente miraba sus ojos como si estuviera poseída. 
-¿Quieres que te bese? -le preguntó él.
-¿Por qué lo preguntas? -frunció el ceño- ¿No se supone que debe fluir?
-No quiero besarte, y que no quieras... No quiero que pienses que me aprovecho de ti -se separó de ella. La chica negó con la cabeza, no podía creer que tanta ternura pudiera existir en un cuerpo que parecía ser de un chico rudo, que obviamente, Louis no era.
Músculos grandes; espalda grande; piernas musculosas.
-Si no quisiera besarte, hubiera sido yo quien se hubiera alejado... -dijo ella, tierna. Él sonrió y le tendió la mano, tomando su camiseta. Cuando la chica se levantó, cayó el suelo- ¡Auch! -se quejó. El chico se arrodilló ante ella, preocupado.
-¿Que te pasó? -le preguntó, con un poco de desesperación. Ella llevó ambas manos a su tobillo; había pisado mal al levantarse; y se había doblado, ahora le dolía. Hizo una mueca de dolor; le ardía. Estaban perdidos. Louis entendió eso y sintió su dolor como si fuera el suyo.
-Eh pisado mal -explicó ella- ¡Au! Lou, me duele mucho -cerró los ojos, intentando no llorar. El chico la miró pensando en que podía hacer; tenía hambre, y ahora le dolía el tobillo.
Revisó su bolsillo; tenía unos cuantos billetes allí.
-Vamos a comer algo -le dijo él.
-¡No puedo levantarme! -lo interrumpió.
-Yo te llevaré -musitó el, agachándose, poniendo su espalda en frente de la chica- Ven… Sube a mis hombros, te llevaré 
-Estás loco -protestó ella- No dejaré que me lleves en tu espalda, imagina cuanto puede haber de aquí a que encontremos algún lugar para comer…
-¿Confías en mí? -preguntó él. Ella lo miró, ¿estaba de broma?
-Por supuesto que confío en ti Lou.
-Entonces, prueba que confías en mí, y sube… 
-¿Y eso como probará que confío en ti?
-Porque confiarás en que todo estará bien, que es lo mismo, y no lo es… Sube -le dijo nuevamente. La chica sabía, porque lo conocía bien, que si no subía, él la obligaría a subir, por el bien de ambos. No podían quedarse más tiempo ahí y no sabían dónde estaban los chicos; debían buscar en alguna parte. 
Asintió con la cabeza y dando un pequeño salto logró subir a la chica a su espalda. Esta se aferró de su cuello y el agarró con firmeza sus piernas para que no caiga; procurando hacer movimientos delicados. Mucho mejor.
Se ató la camiseta a la cintura, y le dio la chaqueta a ella para que se cubra un poco. Ella simplemente hacía caso.
Comenzó a caminar por la orilla de la playa e iba viendo si es que había un negocio al izquierdo en el cual pudiera comprarle algo a la chica. Pero nunca había nada.
Iban hablando y riendo mientras avanzaban en el camino; todo era perfecto si la tenía en sus brazos; si ella se agarraba a él.
Media hora de caminata divisó un pequeño local. 
Se acercó con precaución y entró; la chica seguía en su espalda.
-¿Qué quieres comer? -le preguntó. La chica comenzó a mirar el local. 
-Un chocolate caliente, por favor... -pidió ella. El vio una pequeña silla en la esquina y dejo a la chica caer allí durante un rato; con suavidad la sentó.
-Espera aquí mientras te lo compro... - le sonrió, ella le devolvió y a los cinco minutos volvió con el chocolate caliente. Se las arregló para ir tomando a la medida que avanzaban. Entonces se dio cuenta de que Louis no iba comiendo nada.
-¿No te has comprado nada para ti? -le preguntó ella.
-No tenía más dinero…
-¡Por Dios Lou! Me lo hubieras dicho antes, ¡has gastado todo tu dinero en mí! ten… -le ofreció el vaso, sin embargo, él lo evitó.
-Toma tú el chocolate, para que crezcas sana…
-No, no dejaré que sigas avanzando conmigo encima sin haber comido absolutamente nada…
-Ey, dulzura... -la calmó él- cuando tu comes, yo me siento satisfecho.

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