IV. Visitas

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A las 9 de la noche llegaron al conjunto de  departamentos. Choi iba detrás de él, su aura mucho más fría y distante. Le daba escalofríos el sólo ver su helada expresión. Mark se preguntó qué le ocurría. En el ascensor todo se sentía tenso, incluso sentía sus músculos resentidos y contraídos de la tensión. Se obligó a respirar y relajarse.

El ascensor llegó a su piso y las puertas se abrieron en su departamento, extrañamente silencioso. Choi se adelantó y lo detuvo poniendo una mano en su pecho. Mark se congeló, la mano de Choi se sentía caliente sobre su camisa, esperaba que el vergonzoso latido de su corazón no fuera escuchado.

Choi caminó cautelosa por el recibidor, Mark la siguió pero ella lo miró penetrante, ordenándole con una mirada que se quedara quieto. Se detuvo.

Ella avanzó por el oscuro lugar, con movimientos silenciosos y precisos. Mark la miró desaparecer por el pasillo a la sala, escuchando sus pasos; él decidió seguirla. Unos pasos más escuchó un jadeo masculino y varios golpes secos, corrió a encender la luz y se encontró a Choi encima de su hermano, haciéndole un tipo de llave en el suelo.

—Mark— jadeó el pelinegro, con su cara aplastada en suelo y su brazo apresado entre las manos de Choi que seguía aprisionándolo. El mayor soltó una carcajada y se apresuró a tomarle una foto a su hermano.

—¿Lo conoce? —preguntó Choi, levantándose pero teniendo en la mira al chico que se levantó del suelo.

—Es mi hermano menor, Lee Jeno— dijo Mark, abrazado a su hermano con una palmada típica de hombres. Choi miró al menor y si, ciertamente no se parecían en nada.

—Una disculpa —se reverenció ella, Mark miró a su hermano que miraba fijamente a la chica.

Oh.

—No te preocupes, en realidad fue increíble que alguien tan pequeña como tú pudiera derribarme, contando que te doblo la estatura y soy más grande— presumió. Mark rodó los ojos y le dio un pequeño golpe en la cabeza.

—¿Y Jaemin? —preguntó el Lee mayor. Jeno señaló la cocina

—Seguro ahora está asaltando tu refrigerador —dijo divertido. Choi miró hacia la puerta de la cocina y luego a los hermanos.

—Puede retirarse a su habitación, Choi. Gracias por su trabajo de hoy— dijo Mark, ella hizo una leal reverencia y se retiró rápidamente de ahí. Jeno miró a su hermano y levantó las cejas, sorprendido.

—Hermano, es realmente caliente— dijo Jeno, mirando por donde se había ido la chica, Mark sonrió. Sí, también lo había pensado. —¿Quién es? —preguntó, sentándose en el sillón.

—Mi guardaespaldas, padre la contrató después del atentado del parque, ayer— le explicó, sentándose frente a él. La expresión de Jeno se oscureció.

—Supe lo del atentado y vinimos volando hacia acá. Me asusté muchísimo, MinHyung — murmuró él, Mark sonrió, apenado.

—No fue nada— suspiró y se quitó la corbata —No quiero hablar de eso, me ha jodido los sesos en las últimas horas— dijo, moviendo su cuello. Jeno asintió no muy convencido y también se relajó un poco.

—Quería intervenir, hermano. Pero la chica caliente te puso una paliza y no me lo podía perder— dijo Jaemin, saliendo de la cocina, con muchos bocadillos en un plato grande. Jeno lo fulminó con la mirada pero le hizo un espacio en el sillón.

—Creo que será mejor que me vaya a dormir, veo que ustedes dos están bien instalados y supongo que ya tomaron habitaciones —el castaño y el pelinegro a sintieron animados, Mark suspiró y se fue a su habitación. Pudo escuchar cómo los menores se quedaban hablando de Choi. Sonrió divertido.

Llegó a su habitación y se detuvo, mirando hacia la habitación de Choi, al otro lado del pasillo. Se veía bastante distante hoy, considerando que apenas y la conocía. Caminó hasta la habitación de la chica y se detuvo cuando tomó el pomo de la puerta.

¿Qué planeaba hacer realmente?

Movió si cabeza y se dirigió a su habitación. Ya era tarde y estaba cansado. Mañana sería otro día.

°°°°

Choi llegó a la sala mientras ajustaba su muñequera y su reloj. Eran las 4:30 de la mañana y se le hacía tarde para entrenar. Un sonido en la cocina la alertó, aunque se maldijo por olvidar su arma se dirigió hacia el área en cuestión. Se asomó sutilmente por la puerta pero se relajó un poco al ver a Lee Jeno tomar un poco de agua. También vestía ropa deportiva. Choi se retiró de ahí y estiró un poco para llamar el ascensor.

—Oh , Buenos días —dijo Jeno, llegando junto a ella. Choi le hizo una reverencia y murmuró una respuesta corta. Jeno la miró sin pudor, poniéndola irritada.

El ascensor llegó y ambos subieron.

—¿Vas a correr? —le preguntó. Ella asintió sin mirarlo, Jeno sonrió divertido. —¿Te parece si te acompaño? —le preguntó emocionado. Como si estuviera haciendo un amigo nuevo.

Ella asintió de nuevo, sin mirarlo. Jeno siguió sonriendo, travesura en sus ojos. Ambos salieron del ascensor y del edificio. Ella empezó a correr hacia la derecha sin decir nada y Jeno se aseguró de seguirla.

—Y dime, ¿cómo te llamas? Sólo sé tú apellido —dijo Jeno, corriendo a su lado. Ella le dedicó una mirada fría para luego hablar.

—No necesita saber mi nombre, Señor Lee— dijo ella, goleando el ego del chico. Pero no se rindió.

—Sí que lo necesito— dijo él, sonriendole, aunque ella tuviera su mirada al frente. Aceleró el paso, tomando un poco de velocidad.

—Choi IseulJin— dijo ella, soltando el aire por la boca. Jeno sonrió triunfante.

—Lindo nombre. Pero no pareces coreana— le comentó. Ella lo miró por primera vez y luego miró hacia el frente para seguir corriendo, su dura expresión se intensificó.

—Soy mitad americana— explicó después de unos minutos, Jeno la miró y ella le devolvió la mirada, un poco más cálida que antes.

—Tus rasgos son hermosos, pero no son los típicos coreanos. Los genes de tu madre deben ser fuertes—dijo Jeno, pensativo. Más no hubo respuesta. Miró a Choi y sus ojos brillaban tristemente. —Lamento si dije algo innapropiado— dijo en seguida. Ella negó y desaceleró un poco.

—Mi madre murió cuando yo era una bebé — expresó. Jeno se sorprendió, ella parecía bastante dura, pero parecía querer hablar. —Papá se encargó de mí y de mi educación — dijo, viéndose un poco orgullosa. Jeno sonrió débilmente.

—Tu padre debe ser genial— dijo él. Ella asintió y ya no dijo nada más. No quería revelar nada más.

Iseul y Jeno siguieron corriendo en silencio. Pero un silencio que se sentía más ameno y más llevadero.

My Sweet Bodyguard [Mark Lee]©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora