Prólogo

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Según la Real Academia Española –RAE– la definición de Rivales es: dicho de una persona que compite con otra, pugnando para obtener una misma cosa o superar aquella.

Durante una buena parte de sus vidas, la palabra y definición de rivales definió su relación. Siempre deseando ser mejor que el otro, desando lograr cosas grandes. Siempre dominados por la envidia e intentando a toda costa opacar la imagen del otro.

Aunque había que ser sinceros, Hanji nunca supo por qué Levi de la noche a la mañana comenzó a odiarla tanto. Al inicio de todo, cuando ambos rondaban los seis o siete años, Hanji intentaba entablar una conversación o simplemente volver a unir el lazo con el azabache. Ella recordaba varios escenarios, como por ejemplo...

Una vez temprano en la mañana, justo a la hora del desayuno en la escuela. Ambos tenían ocho años.

–Levi, mira, ¿quieres galletas? Las hice con mi mami.

–No.

O aquella vez cuando intentó sorprenderlo con su nueva mascota...

–Levi, ¡tengo un perrito! ¿Quieres venir a jugar con el esta tarde a mi casa?

–No.

O esa vez en el patio de la escuela, cuando lo vio salir del baño con sus amigos:

–Chicos, ¡vengan a jugar con nosotras!

–No.

Al llegar a casa, lo primero que hacía inmediatamente después de lanzar la mochila a un lado del sofá, era contarle a su mamá con lujo de detalles los fracasados intentos por acercarse a él y las secas negativas del niño. La plática siempre terminaba con un agotador "mañana será otro día" por parte de la nena castaña. Luego de eso, venía la parte favorita de Isabella –la madre de la pequeña–, las Hanji Aventuras. Donde treparse por un árbol era tan asombroso y emociónate como treparse a un dinosaurio.

Una noche, mientras se lavaba los dientes, se le ocurrió una idea. Levi siempre estaba molesto con ella, y cada vez que ella se acercaba lo suficiente para saludar, él fruncía el entrecejo.

–Lo siento –dijo al otro día en la escuela, con nerviosismo juntó la punta de sus zapatos–, lo siento mucho.

–¿Por qué te disculpas? –preguntó sin mucho interés.

–Te hice enojar, ¿verdad? –lo miró a los ojos, pero él parecía ausente. A pesar de repetirle a su madre hasta el cansancio que ya no era una niña, esta vez le fue imposible reprimir un puchero– Por eso no te gusta jugar conmigo, ni te gusta mi perrito. Lo siento mucho, Levi.

Hanji esperó un abrazo, un "no seas tonta, Hanji", o tal vez un "claro que me gusta jugar contigo", o quizás una sonrisa. Todas esas posibilidades la había imaginado en su cabeza, y todas esas terminaban con un final feliz; ellos jugando a las escondidas.

Esperó con paciencia, pero la única respuesta del niño fue...

–Si eso es todo, me voy.

No lo iba a negar, el corazón se le rompió en dos mil trecientos tres pedacitos esa tarde. No recuerda haber llorado, pero sí sentir mucha rabia e impotencia, ¿por qué Levi la odiaba? Por más que pensó y pensó, su cabeza no dio con ninguna respuesta lógica, así que desde ese día se prohibió a sí misma volver a invitarlo a ver a Beyoncé –su perro– y volver a sonreírle. Sí él no quería volver a ser su amigo, pues ella tampoco.

Ninguno de los dos recuerda cuanto tiempo pasó antes de que volvieran a dirigirse la palabra, pero cuando por fin pasó nunca más lograron olvidarlo. La situación quedó adherida en la cabeza de ambos, agriándoles el humor hasta el día de hoy.

Hanji iba a paso rápido por el pasillo, bastante enojada por haber perdido de vista a su mejor amigo, ¿dónde diablos se había metido? Se suponía que debían haberse encontrado hace más o menos media hora.

–Oh, lo siento –se apresuró a decir, sin querer había chocado su hombro contra alguien–, no vi por donde iba. Lo siento.

La frívola mirada de Levi Ackerman le congeló la sangre, lo miró con precaución, recorriendo las facciones que no podía a la lejanía. Varios granos de acné le decoraban las mejillas.

–Fíjate, idiota –se acomodó la mochila, dispuesto a seguir su camino.

Oh, no. No. Después de quien sabe cuántos años sin hablarse, ¿él venía y la trataba de idiota? No. No dejaría pasar algo como eso, no otra vez.

–¿Cuál es tu maldito problema, Ackerman? –enfatizó la maldición.

Los estudiantes que transitaban el pasillo se detuvieron en seco por el grito de Hanji, no era una cosa muy común que la niña prodigio de la escuela gritara maldiciones a los cuatro vientos. Todas las miradas cayeron puestas en él, esperando atentos a que diera una respuesta. Maldita presión social, pensó Levi.

Con un semblante tan duro como la piedra volteó a encarar a la castaña, ella no se dejó intimidar, ni siquiera retrocedió cuando él se acercó unos cuantos pasos. Ambos se desafiaban con la mirada.

–Eres arrogante, mentirosa, venenosa –el público soltó una ofendida exclamación–, malcriada, rechazada, fea, flaca –la tomó por los hombros con brusquedad, ella seguía sin inmutarse–, arrogante, presumida, ¿de verdad quieres que continúe, cuatro ojos?

Cuando el alumnado que los rodeaba vociferó un "oooooh" tan largo e interminable, se sintió humillada, tan humillada que tuvo deseos de largarse a llorar. Pero eso sería perder la batalla, y la Hanji que cedía a esas tonterías quedó muy atrás.

La actual no se dejaría avasallar.

Sonrió con cinismo.

–Vaya –dijo, soltándose del agarre–, no sabía que me observabas tanto. Es decir, sabía que te gustaba, pero nunca pensé que me acosaras.

El alumnado enloqueció.

Levi enfureció.

Hanji triunfó...

Y la guerra comenzó.




Nota Autora:

¡Holaaaaaa! ¿Qué tal todo? ¿Cómo están?

Antes que nada debo aclarar:

Esto es un Fanfic los personajes no me pertenecen, más la situaciones en las que se ven implicados son totalmente de mi invensión.

Los personajes han sido alterados levemente, por lo que obviamente no serán fieles al patrón de Hajime Isayama. Ya sea de manera física y/o psicológica.

Cabe destacar que esta historia tiene lenguje y escenas no aptas para todo público.

La actualización será todos los sábados (o eso intentaré).

Ahora sí...

¡Dios, estoy súper emocionada de por fin poder traerles a mi nueva creación! Al principio tenía mis dudas, no sabía si estaba preparada para comenzar una nueva historia, pero bueno, quien no arriesga no gana.

Por favor, no olviden dejar su comentario y estrellita:(  Necesito saber qué les pareció.

"Adoro al señor porque él me guía; incluso en la noche, me orienta y guía mis pasos" Salmos 16:7

¡Besooos y que Dios los bendigaaaaa! 

PERVERTIDOS //LeviHanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora