Carta 1

19 1 0
                                    

No encuentro las palabras correctas para iniciar éste escrito, nunca he tenido el valor suficiente de hacerlo, nunca he dedicado a ti fragmentos de poema. Quisiera poder encontrar la forma de plasmar mis sentimientos, de dejar escritas en papel, éstas palabras que tan arraigadas me han ido consumiendo.
Y he aquí me lees, entre mis viejos versos y poesías te he encontrado a ti. Tengo el placer de haberme cruzado contigo, que nuestras existencias hayan coincidido. Y quizá hemos compartido mucho, tal vez entre efímeros momentos reconocimos que nos habiamos mirado desde hace más de una vida.
La conexión perfecta, sublime y melódica me unió a ti, sentí que el hielo de mi fracaso y mis torpes pasos al fin habían terminado. 
El llanto de mi alma solitaria desistió, cesó al saber que una ilusión había llegado.
Impaciente, descubrí tu tacto, dándome cuenta que me otorgaba la paz que había estado tan ausente durante largos meses. Y fue así, como poco a poco mis fatigados pensamientos se esfumaron, perdieron el blanco.
Me disolví, los rastros de helada nieve se derritieron, y por fin sentí la vibra de la esperanza eterna. Si éstas palabras no bastan, si es nulo mi intento de saciar con letras mi sentimiento, te escribo directamente que mi corazón te pertenece. Que dice tu nombre a cada latido.
Y tengo miedo, mucho miedo. Asustada de tu presagio, de la respuesta que me concedas. Es tan dificil estar callada, mantener éste ávido amor secreto. Me siento inquieta, cargada de penas, de prisa, de angustia. Quisiera ser más que poeta, entregarte más que líneas absurdas, darte más de una pizca del sabor de la noche.
No sé en que momento me enamoré de ti, todo fue tan fugaz y mágico, algo inexplicable, incapaz de comprender. Tal vez lo hice cuando miré las estrellas y pensé únicamente en ti, o cuando mis desvelos continuos solo susurraban tu nombre completo.
La ilusión nació desde el principio, pues mis nervios me delataban, mis fantasías eran inmensas y la atención sólo rondaba en ti.
Supe que te quería cuando te conté mi historia, cuando describí cada cicatriz que corrompía mi alma, y empatizaste con cada una de ellas.
Y es que nunca conocí a alguien que comprendiera mis heridas no corporales, que entendiera cada uno de mis pesares, que abrazara mi tempestad y mis males.Te convertiste en mi más grande motivo, en mi deseo, en mi anhelo, en mis ganas, en mi sentir; así como también en mi tristeza, en mi naufragio, mi debilidad, mi destierro, mi locura, la marea ajetreada de desolación.
Y miento si te digo que no me has causado nostalgia y melancolía, pues mi almohada es testigo de cada insomnio vestido de estrago  cuestionando tu lejanía y egoísmo. No pienses que quiero que me correspondas, que me desesperan las ansias de estar contigo, que quisiera vivir un romance de verano a tu lado.
No es así, busco mi bienestar, despojarme de estas atolondradas prosas de designios que te aclaman.
Ya no me temo mostrarme vulnerable, frágil. Quiero renacer, quiero sentirme yo, liberarme.
No espero que tus besos habiten en mi pasión destruida, ni tampoco añoro tus caricias mezcladas con ron a mediodía. Yo sé que tus manos están acariciando otras, que tus ojos se reflejan en otra mirada, y me contenta imaginar que tu felicidad ya está en marcha. Me até al amor equivocado, me sumergí en el caos de tu dulce voz que hacia erizar mi piel de pies a cabeza. No tengo la certeza de que alguna vez tus sentimientos fueran recíprocos, pero si estoy segura de tu emoción al abrazarnos, de la calidez de tus manos, de tus mejillas levemente ruborizadas, y
que me desviabas la mirada de vez en cuando.
Espero que ésto no sea una despedida, sino una lejanía concreta que espero no sea permanente, solo quiero alejarme de todo por un tiempo, sentir que la vida me sonríe por un momento. Pero lo que si te prometo, es que guardaré como un tesoro tu recuerdo. En especial el de aquella vez primera en que nos conocimos, cuando la lluvia nos arropó, y la música en tus audifonos se convirtió en nuestro único refugio. Te quiero, te quiero en cada mirada, en cada abrazo, en cada roce de nuestras manos. Te quiero en cada poema, en cada verso, en cada letra, coma y acento. Incansablemente, sin pausas, sin recelo.
Te querré para siempre.

NeciosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora