Última carta roja

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No supe que éramos, teníamos algo que jamás me atreví a nombrar, nunca supe que era, un delirio, un castigo, un retazo de amor incompleto.
Y sin embargo, me hacía feliz.
Sólo éramos tú y yo, un par de pedazos, estabamos rotos, sobreviviendo a una ciudad de gente adicta al caos.
Yo te quería, quería cada lunar, cada sonrisa, cada mirada, cada palabra.
Me perdía en el sendero de tus miedos, de tu soledad y el agridulce sabor de tus relatos pasados.
Lo único que me consolaba eran tus ojos, tus murmuros de madrugada y la plenitud de tus risas.
Adoraba cada parte de ti, las cosas buenas y las malas, las virtudes y los defectos. Y te encontraba en cada cosa que veía, en el arrebol de las nubes, en el trinar de los pajaros, el contorno de las flores, el sonido de la noche.
Me vacié, desgasté todo lo que fui para dedicarte mi mejor versión, y las más exquisitas líneas de poema.
Te parecías tanto a mí, eramos infinitos en cada abrazo, y en mi sentir confiaba que mi corazón se había sanado, que los latidos eran nuevos, que la ilusión me había llenado.
Escuchaba cada susurro de la gente, prejuicios sobre tu ser, odiaba cada que sus labios se entreabrian para escuchar solamente basura melodrámatica sobre ti.
No eras lo que las personas decían, yo en ti encontraba al ser más dulce, único e increíble.
Nadie conocía tus ayeres, tus errores, tus secretos. Nunca nadie te había desvestido el alma como yo lo hice.
Te abrazaron, te besaron, pero nadie jamás se atrevió a conocerte. Y yo conocí a alguien que me enamoró completamente, que sació al fin las ganas de querer a morir. Estaba conforme con lo que teníamos, pero lo arruinamos.
Yo te quería tanto, tanto que me extravié y jamás supe de mí.
Me gustaba mucho perderme y encontrarme en ti, creo que tal vez, yo era un poco más feliz. Vagabas entre cada calle vacía, nuestros dedos se entrelazaban, simultaneos, efimeros.
Y yo sabía, que me también me querías, que te desvanecías ante mi tacto, que tus ademanes eran libres.
Me llenaba de alegría verte cumplir tus sueños, aquellos que me contabas con tanta emoción, esos en que tal vez yo ya no estaré presente.
Que triste fue enterarme de la realidad, darme cuenta de tu egoísmo y tu conveniencia.Descubrí tus verdades incongruentes, tu habilidad de mentir para luego pedir perdón.
Fui ciega, pues de ti solo fui un refugio, un hombro para secar tus lágrimas, para desahogar tus penas y perder tus cargas.Yo era tu único consuelo, aquel que con brazos y lindas caricias te susurraba que todo estaría bien.Me hundí en un abismo, tratando de buscarte, tratando de convertir tu tempestad en un cálido amanecer.
Sobre tu piel encontré mi paraíso, mi destrucción.Te prometí que siempre estaría para ti, pero supiste aprovecharte,  envolviendo mi inocencia, mientras tanto tú, nunca cumpliste esa promesa. Nuestra dualidad duro tan poco, se consumio tan rapido como la llama de un fosforo en pleno mes de noviembre.
Y es en serio que te quise, que te amé, que me rompí más para completarte a ti.
Pero me cansé.

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⏰ Última actualización: Dec 20, 2019 ⏰

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