CAPITULO 1

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HERÓNIMO

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HERÓNIMO

Y el primer silbido del puñetazo de mi oponente, viene directo a mi mandíbula.

Es duro.

Fuerte.

Y con el peso de un camión colisionando en mi quijada, llevándose exclamaciones de las mujeres y gritos de guerra de los chicos en el círculo perfecto que no rodea a ambos, dentro de la abandonada fábrica.

Mis dientes muerden la viscosidad tibia de la sangre que brota de mi labio partido y hasta puedo sentir como ya empieza a hincharse.

Parte de mi puño, también se tiñe de rojo al palpar el grado de la lesión.

Y mierda.

Sonrío, mirando a través de mis pestañas a mi rival a metro mío, esperando mi reacción con sus manos en alto y todavía en posición, satisfecho y bajo el griterío de aliento de todos por su proeza.

Porque manché el puño de mi uniforme con sangre y Marcello hará que realmente sangren mis oídos por el sermón que me va a dar cuando vea el estado de la camisa.

Pero no escupo la sangre, me la lamo sobre una mirada rápida a mi mejor amigo.

Gaspar.

Que no se inmuta, ni su rostro lleva asombro por la golpiza que recibí.

El cabrón sabe.

Ya que y solo esta embestida partiendo mi boca, no solo subió la adrenalina del público presente.

También.

Lo que nos interesa con su mano levantando billetes a todos.

En fomentar las jodidas apuestas.

Que en manada todos se agolpan a él, para apostar más.

Hoy, más concurrido que otras veces.

Distingo las mismas caras de siempre y otras nuevas.

Como un hombre entre la multitud adolescente, sin abandonar su postura quieta observándome metódico sobre su lugar con las manos en los bolsillos de su gabardina oscura y por más que el gentío estudiantil se agolpa y salta a su alrededor.

Debe rondar sus cuarenta años y sus rasgos nórdicos o la mierda que sea, me dicen que no es de acá.

Ruso o alemán tal vez.

No lo sé.

Tampoco me interesa.

Ya que lo único que me importa lo tengo frente mío, esperando que lo ataque mientras aflojo más mi corbata y elevando mi mano, le hago seña con mis dedos que venga a mí.

Herónimo Vincent Mon, mi origen®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora