Lucía había llegado hace varios años desde otro país, por lo que ya se consideraba toda una ciudadana con derechos y deberes. Ella era modista, pero se había casado con un hombre que le dio mala vida, los golpes y los malos tratos eran a diario, aun así ella estaba enamorada y por eso aceptaba la vida que le daban.
Sin embargo un día mientras su esposo dormía ella vertió veneno de rata en la comida. Al día siguiente cuando era la hora de almuerzo, su marido fue le primero en probar el esquisto pastel de papa que su mujer había hecho el día anterior.
Y tu no vas a comer pregunto el hombre a Lucia.
No tengo apetito dijo ésta, y se quedó viendo como él devoraba el platillo.
Al cabo de una hora el hombre se retorcía de dolores, tanto así que fue a urgencia y de allí nunca mas regreso.
La policía investigo el caso, pero no se encontró motivos para que su mujer lo asesinará, solo que la comida estaba con veneno, que posiblemente él mismo había derramado sin querer, ya que para suerte de su mujer o por astucia de ésta, el veneno estaba en el salero.
Por suerte usted no alcanzó a comer le dijo el policía a Lucía, que bajaba la mirada para que no vieran la culpa en sus ojos.