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Entre el espeso bosque, a los pies de la montaña había un pequeño pueblo con apenas un centenar de habitantes, todos ellos se conocían permitiendo un orden absoluto bajo las normas establecidas por el sacerdote del templo junto a sus más fieles allegados, hombres elegidos por los mismos dioses que les ayudaban a prosperar.

Sin embargo ninguna sociedad puede ser totalmente perfecta, pues aquellos sujetos ocultaban un terrible secreto, abusando de su posición junto la ideología de que todo lo que hacían era por el bien de sus habitantes, siendo sus acciones aceptadas y normalizadas por las familias repitiendose el mismo patrón durante generaciones.

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Esta es la historia de Nakahara Chuuya, un joven de cabellos rojizos y orbes que brillaban tal cual dos hermosos zafiros, el hijo único del gran sacerdote siendo conocido por la gente del lugar por su radiante belleza y corazón puro.

Durante sus primeros 13 años de vida lo mantuvieron oculto en el templo, una vez cumplida esa edad le permitieron salir únicamente durante las festividades, pero para él eso no era suficiente pues soñaba con explorar e ir mas allá del río donde ningún individuo se había aventurado antes y en donde habitaban los dioses que fueron enviados a la tierra para proteger a quienes lo necesitaban.

Con cada año que transcurría ese deseo se volvía más intenso llegando al punto de escapar cada noche, cuando nadie lo veía  siendo la luna su mayor y única confidente.

De pronto un día lo conoció a él...

Fue amor a primera vista, en el momento en que sus miradas se encontraron algo floreció en su interior.

Cabello castaño, ojos avellana, orejas de zorro y nueve colas, era a quien estuvo buscando durante tantos meses, un kitsune, el guardián del bosque y protector de las criaturas que habitaban en este.

Ese encuentro fue el inicio de una historia de amor.

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- Dazai debo irme - se puso de pie sacudiendo sus ropas, era cuestión del tiempo para que saliera el sol y debía comenzar con sus actividades pronto.

- no vayas, quédate conmigo - tomó su muñeca para detenerlo, acabando con los centímetros que los separaban al posar ambas manos sobre su delgada cintura

- sabes que no puedo, hemos tenido esta conversación miles de veces- sonrió con tristeza acariciando su mejilla con suavidad - volveré en la noche, lo prometo

- te estaré esperando en el mismo lugar Chuuya, si no llegas yo mismo iré a buscarte - se inclinó de forma lenta para poder sentir sus dulces labios en un beso tierno y lleno de sentimientos, que a pesar de llevar juntos casi cinco meses parecía siempre ese ser el primero- ve con cuidado y si me necesitas no dudes en llamarme

- lo haré - no dijo nada más, solo corrió hasta el templo, pasando completamente desapercibido hasta su habitación donde esperaría a su padre para iniciar con la ceremonia de ese día.

Cuando el sol se encontró en medio del cielo azul, los adornos decoraban cada casa y camino, ese día era especial pues se celebraría que el hijo único de su guia espiritual había llegado a la edad adulta y que ahora con 18 años sus obligaciones serían otras.

A primera hora de la mañana le entregaron un kimono blanco, puro e inmaculado, adecuado para presentarlo ante la sociedad; por la tarde al lado de su padre observo a cada persona que llegaba a dar sus peticiones en el templo manteniendose  con la mirada baja y en completo silencio como había sido la orden.

Pero en el atardecer las cosas se volvieron más sombrías.

- no debes moverte, vendrán por ti tu solo espera aquí en silencio- la voz de su progenitor era firme, ni siquiera se atrevía a verle el rostro por el respeto que le tenía -harás lo que te digan para que esto termine rápido ¿entendido?

- si padre- bajo la mirada cerrando sus ojos hasta que escucho la puerta corrediza cerrar dando un largo suspiro

Los segundos y minutos parecían eternos, comenzaba a cansarse por la posición en que se encontraba sentado, quería irse de ahí para ver al castaño, disfrutar la noche a su lado y quizás, solo quizás llegar más allá de solo los besos pues estaba dispuesto a entregarse por completo a la criatura de quien se enamoró.

El eco de los pasos acercarse lo hicieron volver a la realidad observando al hombre que entró, alto, cabello rubio y su mirada... esos ojos que reflejaban un deseo impuro.

Después de eso todo paso demasiado rápido, jamás creyó sentirse más humillado y ultrajado en su vida, nunca había sentido ese dolor, nunca había llorado de esa manera deseando la muerte por primera vez.

No supo cuantos fueron, solo entraban, abusaban de su cuerpo y se iban, el ritual estaba hecho, al llegar a la mayoría de edad la costumbre era entregarlo para ser utilizado como objeto de placer a los líderes del pueblo antes de ser forzado a casarse con alguien desconocido que no amaba con la finalidad de formar alianzas

- Dazai- se cubrió con el kimono observando la luna desde su ventana, no podía buscarlo en ese estado, no quería que lo viera - lo siento, esto no debía ser así - con ese último pensamiento cayó profundamente dormido.

Cerca del río el zorro solamente esperaba, comenzaba a preocuparse pues pasaba de media noche, lo había prometido y cumpliendo su palabra fue a buscarlo saliendo de sus tierras.

No le tomó mucho tiempo llegar donde se encontraba el pelirrojo, su corazón se detuvo al ver esa imagen delante suyo, ahí estaba él, herido, vulnerable, cubierto de sangre y marcas en su cuerpo, lo lastimaron y no estuvo ahí para evitarlo.

Eso fue suficiente para desatar su furia hacia los mortales.

Esa noche hubo una masacre, niños, mujeres y hombres fueron asesinados, el caos se desató mientras corrían por salvar sus vidas sin embargo todo intento fue inútil, el fuego se propagaba destruyendo lo que se atravesaba en su camino.

El pueblo ardía mientras una oscura figura se alejaba a pasos lentos de regreso al bosque cargando entre sus brazos al único sobreviviente, aquel joven que había jurado proteger con su vida y no llegó a tiempo para evitarle el sufrimiento.

- tranquilo Chuuya, todo mejorara a partir de ahora

Nuestra Trágica Historia De Amor   >>Soukoku<<Donde viven las historias. Descúbrelo ahora