VII Reencuentro

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Me lo pidieron y aquí está, no es un final alternativo más bien un nuevo final.

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El tiempo no perdona, con cada estación los cambios se presentaban dentro y fuera del bosque y esos dos castaños no eran la excepción.

Dazai al ser una criatura inmortal permanecia físicamente igual que aquel día en que se le fue encomendado cuidar del bosque sin embargo de manera psicológica maduró, no era la misma criatura infantil que cuando conoció al pelirrojo cerca del río, no, al contrario con cada día que veía crecer a su cachorro el aprendía lo que era ser un padre, su vida la dedicaba por completo a ese niño que heredó los ojos de su madre.

Conforme el pequeño castaño aprendía a caminar y a hablar su curiosidad aumentó, cada mañana observaba a través de la ventana el bosque cuando aún las pequeñas gotas de lluvia matinal cubrían las hojas de los árboles y el verde césped, los animales sin miedo se acercaban a él, lo cuidaban de cualquier peligro cuando Osamu no se encontraba cerca, especialmente una pequeña ave que incluso en las noches velaba su sueño.

Fue cuando el pequeño zorro cumplió cuatro años cuando un hermoso petirrojo se acercó a la tumba de su madre en una de sus visitas y que desde ese día jamás se apartó de su lado, siendo de esa manera durante dos años.

- mamá- el menor señalo a la avecilla que se encontraba en una de las ramas del árbol intentando llamar la atención de su padre

- si Fumiya, hoy toca visitar a mamá- el castaño tomó el ramo de flores junto con la cesta con frutas que comerian más tarde seguido de la mano de su pequeño quien no alejaba la mirada del pajarillo aún después de haberse alejado volando

Siguieron el sendero que los llevaba hasta el río escuchando las cosas que esta vez el infante tenía para decirle a su madre pero lo que encontraron al llegar hizo que el castaño se preocupara por completo, alguien ajeno había estado ahí.

El árbol de cerezo estaba muriendo, sus flores se habían caído y sus ramas estaban torcidas además la lápida estaba quebrada.

Soltó a su hijo y las cosas que llevaba, se acercó a toda prisa para buscar algo que le dijera quien había sido el que había dañado el lugar de descanso de su esposo pero no había nada, ni un solo rastro, su mayor temor era que los cazadores hubieran vuelto.

- vamos Fumiya hay que volver a casa - se reincorporo buscando detrás suyo a su hijo - ¿Fumiya?- no hubo respuesta, su corazón comenzo a latir con fuerza por la desesperación de perderlo esta vez a él, lo único que le quedaba de Nakahara- ¡Fumiya! - corrió entre los árboles de alrededor manteniéndose cerca del río pasando a su forma de zorro para abarcar más terreno.

No muy lejos de ahí lo encontró.

Aferrado a una extraña figura, un joven de cabellos rojizos que vestía un kimono blanco, el mismo con el que enterraron a la madre de su pequeño.

-papá- el zorro menor se soltó de su madre para correr nuevamente en dirección al zorro mayor- papá mira mamá volvió

Lo escuchaba de su hijo pero no podía creerlo, quizás aún estaba soñando pero no podía negar que a quien tenía delante suyo era su Chuuya, él estaba vivo.

-hola Dazai- a paso lento corto la distancia que los separaba, todo parecía tan irreal, espero durante años por ese momento, soportando verlos sin poder hablarles, siendo obligado a permanecer en la forma de un ave

- Chuuya, mi Chuuya- sin pensarlo dos veces lo rodeó con ambos brazos ignorando el par de alas que se encontraban en su espalda - no puedo creerlo, volviste - no quería soltarlo tenía miedo de que pudiese desaparecer entre sus brazos, no soportaría perderlo nuevamente

- también te extrañe mi amor- lentamente se acerco a sus labios uniendolos en un beso lento y dulce, dejando salir a flote todos los sentimientos que permanecieron intactos dentro de su corazón

-mi Chuuya perdoname, perdoname por llegar tarde - se oculto sobre su hombro dejando bajar pequeñas lágrimas de sus ojos que humedecian los hombros del menor, se dejaron caer sobre el verde césped sin separarse mientras sentía las manos del pelirrojo recorrer su amplia espalda otorgando suaves caricias

- no es tu culpa, Dazai nada fue tu culpa deja de torturarte por lo que paso - llevó su diestra sobre su cabellera tocando sus orejas puntiagudas bajando la mirada a su cachorro que los observaba con atención - hiciste un buen trabajo cuidando a nuestro bebé

- lo hice por ti, es nuestro hijo jamás lo hubiera abandonado - con dificultad se separó, tomando su rostro con ambas manos buscando ese brillo en su mirada que tanto extraño - pero me hiciste tanta falta, no vuelvas a irte Chuuya te lo suplico

-no me iré Dazai, estaremos juntos por siempre - una gran sonrisa se formó sobre su rostro tomando sus manos y entrelazando sus dedos - ellos nos dieron otra oportunidad -

Los dioses habían escuchado sus plegarias, vieron que su corazón era puro y le permitieron volver a la tierra para proteger a todos aquellos que vivían la misma situación que él cuando se encontraba confinado en el templo, se le había dado una segunda oportunidad para reunirse con su familia, para tener esa vida que tanto soño y se le fue arrebatada cuando lo asesinaron a sangre fría, para volver a ser felíz con el zorro con quien se casó.

Cuando la tarde cayó volvieron a su hogar, tanto Oda como Ango lo recibieron de regreso con los brazos abiertos, Dazai estaba agradecido a los espíritus que les abrieron las puertas para un nuevo comienzo y le devolvieron a su mayor amor.

Nuestra Trágica Historia De Amor   >>Soukoku<<Donde viven las historias. Descúbrelo ahora