II

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Era una hermosa noche de invierno, con una nevada tranquila cayendo en la ciudad. Dentro de una casa sencilla y cómoda dormían dos mujeres bellísimas. Cerca de ellas, en una cuna, un bebé comenzaba a despertar.

Tras recorrer el techo con la mirada, que a penas se veía por la luz que entraba por la ventana, empezó a llorar. Primero despacito, pero luego aumentó el volumen de sus gritos.

  - Tu hijo está llorando. -dijo la asiática, aún adormilada, acostada boca abajo mirando al borde de la cama.

  - Pero si tiene hambre, debes encargarte tú. -respondió la pelirroja, también con pereza, acostada de lado, dando la espalda a su amada.

  - Ve tú...

  - Hazlo tú, floja...

  - Vaga...

  - ¿Dejarás a tu hijo agonizando? Además, es tu turno...

Abrió los ojos y con toda la tranquilidad del mundo, caminó hacia la cuna. Cargó al pequeño en brazos para mecerlo, calmándolo así lentamente, hasta que el cuarto estuvo nuevamente en silencio. El bebé aún no se dormía, pero ella sí.

Dejó a su hijo de nuevo en la cuna, regresó a la cama y se sentó. Estaba por acostarse cuando nuevamente se escuchó el llanto.

  - Es tu turno...

  - ¿Te acostaste ya?

  - No.

  - Entonces sigue siendo tu turno.

  - Ya me acosté -contestó la asiática acomodándose de lado, de espaldas a Claire de nuevo-, así que te toca a ti.

Redfield bufó y fue hasta su hijo, repitiendo las acciones de Ada, hasta que otra vez estuvo el lugar en silencio. Lo pensó un momento antes de regresar a la cama y acostar al niño junto a ella. Casi de inmediato, Ada volteó y lo abrazó, para que luego Claire la tomará de la cintura y la acercara.

Habían pasado dos meses desde que llegó el nuevo integrante a la familia, el cual fue concebido a partir de un tratamiento realizado en Ada, tardando mucho en decidir hacerlo al fin. Ya sea por el tiempo que tomaban sus trabajos, la necesidad de una casa cómoda y espaciosa, y si se sentían listas o no para cuidar de un hijo. Además, habían tenido que decidir quién iba a terminar embarazada.

Sí, así solían pasar las noches...

Pero no es lo único que solía suceder...

Años después, una tarde, luego de repartirse caricias atrevidas, besos apasionados y palabras dulces, habían quedado dormidas sobre el sofá, con Ada sobre Claire siendo abrazada de manera protectora.

Estuvieron así por media hora hasta que la alarma sonó por tercera vez. Claire la apagó, miró a su amada, le besó el cabello y se levantó con cuidado de no despertarla. Agachada junto a ella, le acarició la mejilla. Luego se levantó, se dio un baño y regresó a la sala ya vestida.

  - Despertaste. -dijo entonces.

  - Sí... -sentada, miró la hora en su reloj de muñeca- son las 6:45pm... siento que olvido algo...

  - Yo tengo la misma sensación -se sentó junto a Ada-, pero no sé qué...

  - ¿Sonó la alarma de las 6:30pm?

  - Sí...

Tras pensarlo unos momentos, Ada comienza a reír.

  - Teníamos que buscar a Jace a la escuela...

Entonces Claire también estalló en risas. Rápidamente, aún riendo, salieron de la casa, subieron al auto y, con Ada al volante, se dirigieron a la escuela del chico.

Tras llegar, Claire bajó del vehículo, trotó hasta la secretaría, entro y allí lo vio. Al pequeño niño cruzado de brazos, mirándola con el ceño fruncido.

  - ¿Otra vez? ¿Es enserio? -preguntó entonces el chico- ¿Qué hacen que se olvidan de venir por mí?

  - Lo siento, ¿sí? -lo cargó en brazos para luego firmar una planilla que la secretaria le extendió- Mamá Ada y yo nos quedamos dormidas.

  - ¿Y la alarma que les pedí que pusieran?

  - Bueno... no sonó... -salió de la institución sin bajar a su hijo.

  - ¿Cómo?

  - Eso mismo me pregunto...

Sí, así eran... dos madres primerizas en su intento por educar y criar a su pequeño...

One-shots de Claire x AdaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora