14. Donas, ¡gracias!

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Tener un álbum entero en su celular con sólo fotos del dichoso libro no era una exageración, ¿o sí? Al menos toda la información ahí era relevante y serviría de algo. No se había puesto a leer nada con detalle, porque quería hacerlo en la comodidad de su casa, con Tae a un lado. 

Vio por debajo de su flequillo que comenzaba a estar algo largo, a Jungkook venir con una gran sonrisa por el pasillo de la biblioteca. Eran las nueve de la mañana, y llegó incluso antes que el propio trabajador del lugar. Un guardia tuvo la amabilidad de abrirle antes, todo porque su interés era tal que sorprendió al hombre. Era poco usual ver a alguien tratando de ingresar a la biblioteca con ese ahínco. Siglo XXI, lamentable sinónimo de desinterés generalizado en la lectura, y en la cultura en general. Por lo tanto el guardia había sentido revivir parte de ese gusto por los libros -la mayoría olvidados- dentro la gran institución. 

La verdad es que Hoseok no era mucho de leer, pero tampoco se quejaba al hacerlo. Leía algunos título de vez en cuando. Jungkook sí se veía más como un amante de los libros, venía cargando una caja entera para acomodarlos con sus ojos brillosos bajo sus lentes redondos, y su ya característica sonrisa. 

- ¡Hola! No creí que llegarías tan temprano, ¿cómo estás? - preguntó el joven dejando la caja sobre la mesa. 

- Hey, estoy bien, ¿qué tal tú? 

- Bien, algo cansado, pero adivina qué. - comenzó a rebuscar entre las páginas de un libro de la pila y cuando lo halló, lo puso frente a la cara de Hoseok. ¡Oh santa mierda!

- ¡Es una tabla de símbolos! Mierda... - susurró tomando su celular con torpeza para fotografiar la página completa. Le tiritaba la mano. Los símbolos eran exactos a lo que traía la caja, y decía efectos posibles. O sea, un traductor a las representaciones de cada casilla dentro de la caja, cada píldora tenía una función, entonces. - Jungkook, gracias. No sé cómo agradecerte, ¿hallaste algo más? 

El joven sonrió tímidamente y negó con suavidad. 

- No había nada más sobre la Magic Box o Magic Shop, y eso que escudriñé cada libro de la sección de magia. De hecho tengo que volver a ordenarlos ahora. 

- Oh, Jungkook... - dijo con tono culpable. No podía dejar las cosas así. - Necesito darte las gracias con algo. Uh...

- Me gusta el café de una tienda a unas calles de aquí. - comenzó con una expresión dulce. - Si pudieras traerme algo de allí, compensaría todo. Aunque realmente disfruté ayudando, no creas que no, Hoseok. ¿Así es tu nombre, no? Soy muy malo recordando. 

- Síp, estás en lo correcto. - la sonrisa de Hoseok iba a salir de su boca. - Bien, entonces iré por tu café. ¿De cuál te pido? 

- Algo con vainilla, por favor. - dijo comenzando a ubicar cada ejemplar en su sitio. Hoseok asintió y le entregó el libro rojo en las manos al otro. Ya había sacado todo lo que necesitaba, volvería para dejarle el pedido al chico, y quizá hasta se quedaría a acompañarlo mientras tanto. Era agradable como pocas personas, y no siempre tenía la suerte de hacer amistades con facilidad. Se dijo a sí mismo que era otro paso más para el cambio de mentalidad. Ya no cerrarse tanto era primordial, abriría más sus horizontes, a nuevas experiencias. Dejar entrar a personas a su vida era saludable. Dejarse querer también. 

Definitivamente el mood de ese día era positivo. 

Salió de la biblioteca y sonrió al cielo. Tenía una visión mejorada de la vida. A veces a la gente buena le pasan cosas buenas, y era un hecho. No recordaba en qué punto de su vida había perdido esa chispa de optimismo, era borroso, sin embargo en la actualidad, se sentía renovar esperanzas con más fuerzas. 

¿Dónde está mi zorro? • (vhope)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora