(Wo)man -Larry Stylinson

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Ella era particularmente hermosa y perfecta, jamás he sentido algo como lo que cada día se apodera de mi mente, me domina al cien por ciento y me complace que sólo pueda pensar en ella, en sus bellos ojos azules, en aquella estúpida sonrisa que tiene con sus finos y delgados labios, una sonrisa tan pura como sus blancos dientes al mostrarse levemente cada vez que me sonreía.

Esa pequeña nariz en donde tanto me encantaría depositar un simple beso de cariño, pero no aquellos que se podrían dar como amistad, uno donde supiera que es más que un simple gesto, es mi entrega total de amar cada parte hasta su casi invisible nariz.

Un cabello jodidamente hermoso y desordenado por el hecho de que odiaba usar una peineta para que se viera liso, su pelo era liso y ella sólo se duchaba y salía tal cual después del secado con una simple toalla... De un color castaño claro sumamente perfecto, donde no había rastro de decoloramiento, donde se podría decir que esa chica se peinaba todos los días y usaba todo tipo de cremas para su cuidado, cuando sólo era capaz de echarse un shampoo dos por uno, en donde claramente venía shampoo y acondicionador.

Esa piel blanca, algo tostada en días de verano o cuando hacía más calor del correspondiente, que cada día que la veía brillaba más y más, como si fuera a hacer uso de esas cremas con brillantinas cuando con suerte usaba crema de manos.

Sus hermosas pestañas que tanto amaba porque adornaban y protegían sus bellos ojos de tal modo que relucían largas y onduladas, era perfecta por cada rincón que la observes.

Mide más de un metro sesenta, es más alta que yo por un par de centímetros, quizás y ya sobrepasó el setenta y no me he dado cuenta, sus piernas tonificadas y marcadas como si todos los días hiciese ejercicio, cuando solo lo hace dos veces a la semana, su busto y su cadera solían ser mi perdición, pechos pequeños de los cuales varias veces había captado usaba Copa A o simplemente iba libre por la vida, y esa cadera del infarto tan voluptuosa que sólo me daban ganas de...

-Isaiah... ¿Damos una vuelta?

Joder... Debería arreglar un problema primero e iría, jamás le diría que no.

Isaiah es el nombre que mi madre decidió usar en mi y sólo me gustaba escucharlo de los labios de ella.