Ya no finjas recordarme. ~Tweek x Craig~

#3

Cuando sucedió el accidente de Tweek yo lo visitaba bastante seguido, era un niño aún y aunque también me sintiera culpable en ese momento ir a visitarlo me reconfortaba bastante. Los días de visita para personas que no eran familiares erás: miercoles, viernes y sábado Pero trataba de no ir el sábado para evitar toparme con los señores Tweak.

Verlo era maravilloso y horrible al mismo tiempo, Podía ver su piel más fragil y pálida que nunca, sus pequeñas mejillas rosadas ya no tenían ese color y sus ojos azules habían desaparecido para mí. Aún asi el único pensamiento positivo que tenía es que estaba ahí y que podía regresar.

Busqué mucho en internet sobre como "ayudar" a alguién en coma. Una de esas cosas era leerle para que él no se aburriera o algo asi, teníamos tan solo doce y leer era algo bastante aburrido asi que solo le contaba mi día y le recordaba momentos que pasamos juntos. En varias ocasiones incluso entré a Stripe a escondidas y lo ponía en sus manos. Creí que si sentía algo familiar el se alegraría y despertaría.

La última vez que lo visité fué para su cumpleaños número 14, dos años después de que entrara en coma. Como era de esperarse ahí estarían sus padres y otros de nuestros compañeros. Era triste ver su habitación blanca llena de globos y tazas de regalo, Butters, con toda la inocencia del mundo incluso le habia puesto un gorro de cumpleaños en su cabeza. Fué una pequeña fiesta, todos en la habitación comieron pastel y cantarón "feliz cumpleaños" en voz baja.

Me quedé ayudando a recorger la basura cuando todos se fuerón, en ese momento su mamá entró y me saludo muy seria y fría...

-Oh, Craig eres tú.- dijo.

-Ehh sí, ¿cómo esta señora Tweak?- dije incomodamente. Era por esto mismo que evitaba venir los sábados.

-¿Cómo crees que estoy, Craig?- respondió. Se podía ver la tristeza en su rostro y más que eso cierta amargura.  El frío silencio del lugar, se hizo cada vez más grande hasta que ella dijo:

-Deja eso ahí Craig, nosotros lo recogeremos.-

Simplemente asentí y antes de irme de la habitación dijo unas palabras que jamás olvidaré: "Y por favor niño ya no regreses". Cerré la puerta y me fuí de ahí. Incluso su mamá me odiaba... incluso yo me odiaba.