cuentos que no son cuentos

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Era una noche de bruma, el silencio era interrumpido por el sonido insistente de la bocina del barco trasatlántico, de pie, en la cubierta un hombre, más bien un chico miraba hacia la oscuridad de la noche, estaba solo y se sentía muy triste, de repente escuchó unos pasos acercándose.

- ¿Hay alguien ahí? - preguntó el joven a la presencia, él no podía ver nada entre la espesura de la niebla.

-disculpa, no quería molestarte, es que creí que estabas muy triste- le respondió una voz femenina.

De repente el chico pudo vislumbrar la figura de una chica, por un momento se quedó sin aliento, era la niña más bonita que había visto y creyó que no era real. Parecía un ángel, llevaba puesto un vestido blanco largo con sus cabellos dorados y rizados apenas sostenido con un listón rojo, el muchacho, nervioso comenzó a reír.

- ¿Que yo estaba triste? - le preguntó a la rubia- ¡Oh no!, ¡Estoy muy triste! - y comenzó a reír a carcajadas.

La chica lo miraba confundida por su reacción, pero él muchacho muy nervioso no paraba de reír, sin embargo, haciendo uso de su fuerza de voluntad contuvo la risa para dirigirse de nuevo a ella.

- ¿En qué estabas soñando pequeña pecosa? - preguntó mientras acercaba su rostro al de la rubia.

- ¿Pecosa yo? - le pregunto la chica más confundida todavía.

-lamento mucho decírtelo pequeña, pero eres muy pecosa- señaló sonriente el chico.

-! eso a mí no me importa, me gustan mucho las pecas! - contestó la chica enojada.

-entiendo ¡por eso las coleccionas! - incordio el chico.

- ¡Sí!, ¡Y últimamente estaba pensando conseguir más!, ¡Estás celoso porque no tienes ninguna! - respondió furiosa por las burlas del muchacho.

El chico se llevó una mano a la frente mientras silbaba, no se esperaba una contestación así de una chica tan linda pero no pudo resistirse a la tentación de seguir hablando con ella pues su voz era muy dulce.

- ¡Entonces también estarás orgullosa de tu naricita!

- ¡Claro que sí! - le respondió la chica haciendo gestos muy graciosos.

Si no fuera por la interrupción de otra persona el chico habría disfrutado un rato más al lado de aquella niña tan bonita y graciosa, hasta se había olvidado de su tristeza, así que se despidió al ver a un hombre que con seguridad era su padre no sin antes decirle por última vez:

-hasta pronto pequeña pecosa.

Esa noche el muchacho se durmió pensando en ella, cuando logró dormirse también soñó con ella.

-pero eso shhh, no se lo digas a nadie.

-demasiado tarde mocoso insolente- dijo la voz de una mujer adulta.

-siento haberte despertado pecas- contestó un hombre castaño de aproximadamente veinticinco años.

-no lo sientas amor, me hizo feliz escucharte, sobre todo la última parte- confesó risueña.

-jejeje, eso me temo- manifestó el hombre mientras se rascaba la cabeza- espero que lo que acabas de escuchar no sea usado en mi contra- señaló el hombre.

-bueno, no lo puedo garantizar, pero como soy muy buena esposa te diré que la chica también soñó con el mocoso insolente esa noche- confesó la mujer sonriente- ahora dime- continuó llevándose la mano a la barbilla- ¿A quién le contabas todo eso? - inquirió curiosa.

-es que aquí cierta ranita no me ha dejado dormir, ha estado pateando toda la noche y pensé que tal vez así me dejaría- dijo el hombre mientras acariciaba con infinita ternura el abultado vientre de su esposa.

- ¡Oh sí!, Ha estado muy inquieto, pero ya me acostumbré.

- ¿Crees que ya quiere salir? - preguntó el castaño mientras acercaba su oído al vientre de su mujer.

-puede ser, ya no falta mucho, y es un sapito no una ranita- dijo la mujer a su esposo haciendo hincapié en el hecho al sexo del bebé.

-es una ranita pecas, estoy seguro.

-Terry ya te dije que es niño.

-y yo que es niña- insistía el castaño- ¿Ves?, Ya se movió de nuevo- dijo señalando el movimiento apenas perceptible de la panza de su esposa- ahora tendré que contarle otro cuento para que se vuelva a dormir o me pateara el resto de la noche y yo quiero abrazarte mientras dormimos- declaró Terry frunciendo el ceño.

- ¡Ah no!, Tus cuentos que no son cuentos luego no me dejan dormir y tengo mucho sueño, ven aquí, yo te abrazaré hoy y ya duérmete- dijo Candy mientras lo jalaba para ella poder abrazarlo.

Terry se acomodó con la cabeza sobre el pecho de su esposa, cerrando los ojos, disfrutando la sensación de paz y tranquilidad a su lado, durmiendo casi inmediatamente.

Al día siguiente por la tarde al fin pudieron saber después de varias horas de dolor si era una "ranita" o un "sapito".

Pero esa, es otra historia.

Fin.

Por: Primrose.

Para: Terrytober

Villa Granchester.

16 de octubre 2019

Lluvia de besosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora