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El timbre del almuerzo sonó alegrando a los estudiantes de la academia Kimetsu que como exhalaciones salían de sus aulas para congregarse en grupos o correr hasta la cafetería hambrientos. Zenitsu por su parte se estiró al sentir sus músculos entumecidos al estar encorvado contra el pupitre leyendo durante la ultima media hora, los sonidos de algunos de sus compañeros de clase se comenzaban a alejar pero uno que otro todavía se encontraba en el aula aún así pudo escuchar los pesados pasos de Inosuke que corrían hacia su posición y un poco más atrás los pasos de Tanjirō que aunque apurados eran más cautelosos al estar pendiente de Tomioka-sensei pero aun así su voz tratando de parar a su amigo se escuchaba por el corredor.
Suspiró, su día en ese infierno no iba bien y al parecer al finalizar el día sería peor, no entendía porque simplemente no moría para librarse de esa pesadilla pero a pesar de todo tomó los bentōs y salió al corredor.
—¡Ustedes dos cállense, no ven que molestan a los demás que solamente quieren descansar!
Su grito retumbó en los cristales pero ya a nadie le sorprendió si se trataba de esos tres.
—¡Monitzu trajó el almuerzo del grandioso rey de la montaña! — La imponente voz de Inosuke pasó a su lado al tiempo en el que le arrebataba el furoshiki de las manos para perderse en las escaleras con rumbo a la azotea.
—¡¿Qué te pasa cerebro de cerdo?!
El rubio no quería molestias en ese momento pero el gritillo de celebración del de ojos verdes provocó que rechinara los dientes con furia antes de ser tomado de la muñeca y jalado con cierta delicadeza por una mano callosa… cálida.
—Apresuremos el paso, antes de que Inosuke comience a comer sin nosotros.
La voz varonil pero calma de Tanjirō en combinación con esa sonrisa pura y los sonidos amables del chico surtieron efecto de inmediato en su cuerpo, tranquilizándolo, así que lo único que pudo hacer fue seguirlo y disfrutar del firme agarre.
En el lugar ya se encontraban Murata y Genya que algunas veces se reunía con ellos, fue una sorpresa ver que el de cabello azul y camisa desabotonada aun no hubiese tocado los alimentos aunque refunfuñaba acerca de lo lentos que eran, que no se sorprendía de su debilidad pero como era un rey generoso los esperaba; los otros cuatro simplemente callaron y no comentaron nada acerca de la conversaciones de hace dos semanas donde le daban a entender a Inosuke que aquellos que se quieren o estiman se esperan para comer y no robaban comida de sus platos, al parecer había funcionado aunque aun no cantaban victoria ya que el chico salvaje era influenciable y también olvidadizo pero sobre todo un comelón voraz.
El rubio sonrió con cariño a su escandaloso amigo ya que a pesar de todo aun es un poco inocente en cuanto a interacción social debido a que de niño se había perdido en una excursión en la montaña y fue cuidado por jabalíes durante varios meses.
—Esta bien Inosuke, ya estamos aquí, para de jugar y come tu almuerzo.
En cuanto Zenitsu dijo eso con un tono completo de indiferencia pero cariz amable el otro comenzó a devorar lo que contenía la pequeña caja en lo que Tanjirō le ayudaba a repartir los demás bentōs.
Un suspiro más salió de sus labios con cansancio.
—¿Sucede algo malo Zenitsu?
El tono preocupado de su amigo con ojos de rubíes llamó su atención, no le gustaba los sonidos que alteraban los bellos tañidos del alma de Tanjirō.
—No es nada.
Fue lo que respondió pero el sonido se hizo más fuerte, sabía que el de cabellos burdeos estaba al corriente de que estaba ocultando algo así que no tenia más opción que decir lo que se callaba sí no quería escuchar el repique de la preocupación taladrando sus sensibles oídos.
—Es solo que… tengo cita con el médico para desechar secuelas del accidente y ¿Qué tal si necesita muestras de sangre y soy picado cual alfiletero y muero desangrado? ¿O sí hay algo malo en mí y tienen que operar? Moriré durante la intervención ¡no puedo, voy a morir!
Entró en estado de pánico mientras lloraba imaginando cuantas veces podría llegar a morir, maldiciendo interiormente a aquel rayo que cayó sobre él hace dos veranos en el campo de cultivo de su abuelo, por culpa de su mala suerte perdió todo un año escolar y había sido tomado como rata de laboratorio por los médicos que parecían fascinados con su caso ya que al parecer las únicas secuelas que tenía era el cambio en el color de su cabello y la cicatriz que bajaba por su espalda, sabía que era un día malo para seguir viviendo.
Aún a través de sus lágrimas pudo ver como un camarón rebozado era colado en su almuerzo que seguía intacto así como también una suave caricia en sus hebras doradas.
—En ese caso debes alimentarte bien para que los médicos vean que gozas de perfecta salud — el animoso timbre en la voz del de aretes de hanafuda llenó de gozo el quejumbroso corazón de Agatsuma que de inmediato dejó de emitir chillidos agudos. —¿Cierto chicos?
No lo había notado pero los sonidos de los otros también erán de preocupación que cambiaron con las palabras de Kamado.
—¡Tontojirō tiene razón, sería un mal jefe si dejo que mi secuaz número dos muera!
—Es Tanjirō, no Tontojirō.
Inosuke fue el primero en reafirmar lo dicho poniendo las verduras al vapor, que no estaban tan mordidas e ignorando la corrección en el nombre mal dicho, en el almuerzo de Zenitsu, Murata y Genya siguieron su ejemplo poniendo un pedazo de tamagoyaki y otro camarón respectivamente. La sorpresa se mostró en su rostro lloroso que poco a poco fue mutando en una risa limpia y llena de agradecimiento.
—Muchas gracias chicos. Gracias por la comida.
Estaba a punto de llevarse una porción de arroz a la boca cuando el acelerado latido en el corazón de su amigo con la cicatriz en la frente lo detuvo y lo volteo a ver, Tanjirō no lo veía más bien buscaba algo.
—¿Qué suced…?
No pudo terminar de formular su pregunta cuando fue detenido por un extraño balbuceo.
—¡Ehh, ehh, olvidaba esto! Quisiera que los probaran y me dieran su opinión por favor.
Tanjirō sacó una pequeña caja de madera para mostrar diez pequeñas galletas en forma de duraznos y alargarlas hacia sus amigos.
—¿Son para tu panadería? —cuestionó Murata con verdadera curiosidad admirando el delicado trabajo de repostería —Son muy bonitas.
—Nada mal, nada mal—Fue lo único que dijo Genya saboreándolas.
Por su parte Inosuke atacaba sin piedad reduciendo rápidamente el número a dos galletas indicando que eran de su agrado.
—¿A ti que tal te parecen Zenitsu?— Tanjirō lo miró como si su repuesta pesara más que la de los otros.
El color era muy bonito, se parecían a las que ha estando viendo durante gran parte de su vida en la huerta de su casa cuando los frutos llegaban a la madurez y se vendían, la masa suave se rompió con facilidad entre sus dientes empapando su paladar con el inconfundible sabor del durazno dulce gracias al relleno.
—Increíble, sabe tal cual a un durazno real.
Esas palabras bastaron para que los ojos rojizos se iluminarán aun más de lo común y esa arritmia acelerada volviera; en cuanto Zenitsu lo escuchó nuevamente supo que había caído aún más profundo por Tanjirō Kamado.
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Esté fue el primer capítulo, lo más probable es que no pasen de cinco capítulos porque esto es un fluff simpatiquísimo con estos dos tontuelos que son mi adoración y nueva bakacouple.Espero que les haya gustado y sí has llegado hasta aquí significa que eres un adorador del Tanzen, que es tu deber darles amor, ternura, paciencia y soportar el angst.
Dudas, quejas o sugerencias no duden en decirlas.
Besos con conejos
Mal ❤️
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Tan dulce como los duraznos
FanfictionEn la pequeña pero famosa panaderia de los Kamado se exhibe un nuevo postre que tiene a todos facinados, especialmente a los estudiantes de la academia Kimetsu que han empezado a tener un rumor acerca de los pequeños postres llenando de curiosidad...