Tan dulce como los duraznos

Notas del corazón.

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La noche anterior Zenitsu le había confesado que ya tenia a una persona especial a la cual querer y no podía hacer nada al respecto así que el regreso en tren fue horrible para él, el llanto se apoderó de su ser y cuando llegó a casa sus ojos lo delatan completamente por lo que no queriendo asustar a los mas pequeños fue directo a su habitación compartida con Takeo donde el menor terminaba la tarea:

— ¿Ya le dijiste a Zen que te gusta? —Fue lo que dijo el de lunar en la mejilla pero se detuvo en cuanto no escuchó una respuesta felizmente afirmativa— ¿Ahora que pasó?

—Nada, todo esta bien.

Pero era obvio que su inhabilidad para mentir lo echaría de cabeza, no quería que su hermano se sintiera agobiado acerca de sus sentimientos, él era el hermano mayor pero el olor de preocupación le hizo comprender que no se libraría fácilmente de decir algo acerca de lo sucedido con Zenitsu, así que soltando un cansado suspiro comenzó su relato.

—Así que me confesó que le gusta alguien. Espero que corresponda sus sentimientos ya que Zen es una persona maravillosa.

Su hermano menor hizo un movimiento como palmeándose la cara lo cual lo desconcertó mucho.

—Pero por lo que Zenitsu me mencionó él es muy ciego —Fue lo que dijo el de cabello negro como si no fuera algo importante mientras arreglaba sus cosas para la escuela —Solo quiero darte un consejo hermano: Zenitsu aun no se declara, sí yo fuera tú me le declararía, no pierdes nada con intentarlo. Tomaré primero el baño.

Takeo salió de la habitación dejándolo pensativo… pensativo de que su pequeño hermano fuera mas maduro en cuanto sentimientos se trataba, eso le hacia preguntar si acaso el pequeño ya tuviera pareja y no le había dicho a nadie pero ese pensamiento lo descartó en cuanto fue formulado ya que el olor de Takeo no decía nada. Por otro lado tenia razón en el consejo dado, no perdía nada con confesarse a su rubia adoración pero  la duda de quien era esa persona le carcomía, ya sabía que era un “él” por lo mencionado en su conversación de hace unos minutos pensó en muchos rostros mientras se dedicaba a sus ultimas labores nocturnas y aun cuando ya estaba por quedarse dormido.

*

Tanjirō con prisas recorrió los pasillos del instituto con su preciada carga en la espalda hasta la enfermería, si algo le pasara a Zenitsu por su culpa no se lo perdonaría, el rubio hasta ese momento nunca había recibido un golpe por parte del de cabellos borgoñas y eso lo ponía mas ansioso: Inosuke y él habían peleado el día que se conocieron  incluso con un cabezazo le había roto unas costillas y le hizo un enorme chichon en medio de la frente, por otra parte a Genya le había roto un brazo, de hecho no se había dado cuenta de que conocía a sus amigos durante peleas, debía cambiar su método de hacer amistades.

— ¡Doctora Tamayo! —Golpeo la puerta de la enfermería con su pie esperando a que la mujer abriera ya que podía oler su característico perfume dentro —Abra por favor, Zenitsu está herido.

La puerta de madera emitió un sonido algo chirriante cuando fue abierta por Yushiro que le miró con el seño fruncido, así que entró y colocó el cuerpo desmayado de su amigo sobre una de las camas.

— ¿Dónde está la doctora? Estoy seguro que olí su perfume aquí dentro— El joven Kamado volteo a ver al ayudante de la doctora que enrojeció de repente en cuanto mencionó lo del perfume por lo que el de ojos  como el rojo atardecer volvió a olisquear el aire dándose cuenta de que el perfume se desprendía del chico frente a él— Yushiro, tú… ¿Estás usando el perfume de Tamayo?