OLIVER I

94 2 0
                                    

La noche estaba por terminar, la oscuridad empezaba a ceder, Oliver Mallow no había podido conciliar el sueño en toda la noche, estaba demasiado nervioso para poder dormir, demasiados pensamientos en su cabeza, el sol empezaba a asomar en los lindes del despejado cielo de Zurthur, el chico ya tenía un par de horas sentado en el jardín de su casa.
Ese mismo día iba a participar en su primer torneo, un torneo organizado por Rickard Umber, señor de Zurthur y un gran amigo de su padre. El motivo del torneo no era conocido, pero Oliver intuía que era para celebrar la independencia, no estaba seguro, pero era por lo poco que conocía a Lord Umber lo veía bastante probable. Una pésima idea, si le pregunta al chico, si ese asunto llegaba a oídos del rey la cosa se podía poner fea, Broderick Crow no tenía paciencia con esos asuntos.
El chico seguía distraído con sus pensamientos cuando su hermano menor, Dragomir salió al jardín, claramente emocionado.
-¿Qué diablos haces aquí, Oliver? Hoy es el gran día- Sus ojos verdes brillaban de emoción y veían fijamente los ojos negros de su hermano, su hermanastro en realidad. Oliver no era su hermano de sangre, no era hijo legítimo de Salvor Mallow, este y su esposa lo habían adoptado 16 años atrás, cuando la madre de Oliver murió en el parto, su verdadera madre era una campesina que había sido violada, Salvor decidió adoptar al bebé, darle su apellido y criarlo como si fuera su verdadero hijo.- Levántate, vístete, desayuna algo y ya vámonos.
Drago, volvió a entrar apresarudamente a su casa. Oliver se levantó lentamente, más nervioso que nunca. No quería participar en el torneo, no quería hacer el ridículo frente a su padre y menos frente a Rickard Umber. Oliver era bastante bueno usando el arco y sabía defenderse bien con la espada y el escudo, pero la lanza era otra cosa muy diferente. Drago era otra cosa, su sueño siempre había sido convertirse en un caballero de renombre y para eso necesitaba entrenarse y saber usar todas las armas, Oliver se veía más atraído por la lectura y la política del reino, no le gustaba tener poder, pero lo sabía manejar bien. Era inteligente, más que la mayoría de las personas que conocía. Cualidad que no era tan bien vista en los hombres, los inteligentes por lo general formaban parte del gremio de los sabios, eran más ovacionados los guerreros curtidos que los lectores empedernidos.
Oliver entró a su casa arrastrando los pies. Su madre estaba ayudando a su hermano a ponerse su cota de malla, pero le costaba trabajo porque Drago no dejaba de moverse y de hablar.
-¿Crees que desmonte a alguien? -preguntaba muy emocionado- ¿O que me armen caballero?
-Tienes 16 años y es tu primer torneo, no te vana a armar caballero. -le respondió su madre con una sonrisa.
-Han habido caballeros más jóvenes de lo que yo soy ahora.
-Sí, es cierto. Seguramente hoy mismo te arman caballero, el mismísimo Lord Umber te va a armar caballero.
-¿En serio lo crees, madre?- los ojos del chico brillaban de emoción.
-No, ahora deja de moverte que no puedo arreglarte esto.
Oliver sonrío y tomó un pedazo de pan con miel, tampoco tenía apetito, sabía que si comía corría el riesgo de vomitar en el torneo. No podía correr ese riesgo.
Fue a su habitación y sacó una caja larga y delgada de caoba, adentro encontró su arco largo y colgado en la pared estaba su carcaj de piel de zorro lleno de flechas con plumas rojas. Se sentó al borde de la cama y contempló su arco, se sentía cómodo cuando lo usaba y no era nada malo, pero sabía que habían muchos mejores arqueros que él, aunque era cierto que en su clase de tiro al arco era el mejor por mucho. Su hermano era demasiado incontrolable e hiperactivo para tomarse el tiempo de apuntar y calcular la fuerza del viento, era pésimo con el arco. Lo suyo era soltar todos los golpes posibles con la espada.
Miró por la ventana y en la pequeña calle de afuera ya habían muchas personas dirigiéndose al campo de practica que iba a servir para el torneo. Decidió que ya era tiempo de partir y tomó la caja con el arco y la guardó debajo de la cama, bajó otra vez las escaleras para encontrarse con su hermano completamente vestido con su armadura. Las primeras competencias iban a ser las justas de caballeros en las cuales no iban a participar, tendrían que esperar un par de horas para hacer su aparición, pero eso no parecía importarle a Drago él ya estaba preparado. Su madre los alcanzaría más tarde en el campo porque iba a esperar a Bayta, la hermana pequeña de Oliver que todavía no despertaba así que decidieron irse al campo.
Con cada paso que daba Oliver se sentía más mareado y nervioso, todo lo contrario de Drago, que estaba más emocionado que nunca en su vida.
El cielo ya estaba teñido de naranja por el sol que cada vez se alzaba más, por el camino Oliver vio a varios jóvenes conocidos y a otros que nunca había visto en su vida, nadie se detenía a saludar, todos tenían prisa para llegar, Drago caminaba velozmente, poco más e iba a empezar a correr así que su hermano mayor lo agarró del hombro para que caminara más despacio.
La ciudad era un conjunto enorme de casas de todos los tamaños, unas grandes, blancas hechas de mármol y también había unas casuchas pequeñas y casi caídas hechas de madera sin pulir. Las calles eran muy estrechas, no cabían más de dos caballos juntos, se creía que era un motivo estratégico militar, en caso de guerra los arqueros podían situarse en las casas de los lados y acribillar a las tropas que intentan atravesar la ciudad por las calles. También había una carretera que iba directamente del castillo principal de la ciudad a las carreteras que conectaban a Zurthur con otras ciudades.
Llegaron por fin al castillo principal de Zurthur, era conocido por todos los pobladores como "la ruina mayor", muchos años atrás, los constructores habían levantado un castillo enorme, el más grande de su tiempo, hecho completamente con piedra negra, era una mole imponente, uno de los castillos más respetados de todo el continente, hasta que se inició la guerra de los tres señores. Los enemigos del castillo habían usado enormes catapultas, lo que había destruido partes del castillo, conformado por tres torres. Ningún señor después de eso se había molestado en reparar los daños, sólo taparon las partes rotas, por lo las torres eran deformes.
La gran puerta de roble estaba abajo, abierta para todos los participantes y para la muchedumbre que observaría el torneo.
A ambos lados del campo que iba a servir para las justas de caballeros habían gradas con palcos para Lord Umber y sus hombres más cercanos.
Había carpas esparcidas por todo el terreno, todas con el estandarte que representaba la casa a la que pertenecían. Oliver y Drago se dirigieron a la carpa color carmesí con el estandarte del oso sobre dos patas de los Umber, los escuderos corrían de un lado otro con pedazos de armaduras, con lanzas y con cualquier cosa que les hubieran pedido. Un hombre custodiaba la entrada de la carpa y les impidió el paso.
-¿Qué se les perdió niños?- les preguntó mirándolos severamente.
-Son mis hijos, Mikken, hazte a un lado para que pasen.- dijo una voz desde adentro de la carpa.
Los hermanos entraron a la carpa y se encontraron con los más allegados a Lord Umber, unos bebiendo cerveza y cantando y otros preparándose para el torneo. Salvor Mallow estaba sentado en un pequeño banco de caoba, sonrió en cuanto vio a sus hijos entrar a la carpa. Tenía el cabello rubio amarrado en una coleta, sus ojos verdes con pequeñas motas doradas brillaban de felicidad y orgullo. Delante de él se encontraba Lord Rickard Umber, un hombre moreno más grande y alto que todos los presentes en la carpa, iba vestido con sus ropas de señor. No iba a participar en las justas aunque Oliver sabía que se moría por hacerlo, a ese hombre le encantaba golpear cosas. Sonreía muy a menudo y era muy agradable con sus amigos, pero no tanto con sus enemigos, era un hombre que actuaba precipitadamente y sin mucha contemplación, sin embargo sabía escuchar y recibir consejos de hombre más sabios que él.
-Acérquense, hijos.- Salvor acercó dos bancos y sus hijos se sentaron en ellos después de saludar a Lord Umber.
-¿Cómo se sienten, muchacho? -Preguntó Rickard con una sonrisa- Todavía recuerdo mi primer torneo, era más o menos de tu edad, Drago. Estaba muy nervioso, pero también emocionado, no logré ningún buen lugar en ellas competencias, pero estaba bien porque era mi primera vez. Así es que no estén nerviosos, si pierden tendrán oportunidad de mejorar para los próximos torneos ¿Participarán en todos?
-No, sólo en la lucha cuerpo a cuerpo y en tiro con arco. Ninguno de los dos está listo para las justas de caballeros- respondió Salvor.
-A mí me hubiera encantado participar en las justas de caballeros, pero Padre no me lo permitió- Drago había estado discutiendo con su padre por eso durante días y días.
-Tu padre es un hombre inteligente y sabe lo que es mejor para ambos. -Lord Umber palmeó al joven en el hombro- Ahora acompáñenme, está a punto de empezar.
Salieron los cuatro juntos y tomaron asiento en el palco reservado para el señor y sus allegados. Oliver miraba a todos los competidores y analizaba sus armaduras y trataba de buscar puntos débiles en ellas. Drago por eso parte estaba platicando muy animadamente con Lord Umber sobre quién podría salir victorioso. Las justas tuvieron lugar y muchas de ellas fueron impresionantes, Drago miraba con admiración y envidia al hijo de Lord Umber que era su viva imagen sólo que unos veinte años más joven. El chico parecía imparable, manejaba su caballo como si hubiera nacido montado y la Lanza que llevaba parecía parte de él. Tiró a varios caballeros de renombre y finalmente ganó frente a un vasallo de los Crow, un joven caballero apuesto llamado Willas Cold. A Oliver se le hizo sumamente extraño ver a un vasallo de los Crow en Zurthur debido a los recientes acontecimientos.
La siguiente competencia tendría lugar en una hora, la competencia en la que Oliver tendría alguna oportunidad de ganar, el tiro con arco.
Los hermanos Mallow se prepararon y tomaron sus arcos, todos los arcos eran idénticos para que fuera más justo el asunto. Muchas personas saludaron y dieron consejos a Oliver, pero no entendía lo que le decían, estaba muy preocupado para entender algo.
La hora terminó y los 16 arqueros se dirigieron al campo de tiro, el primer tiro se iba a realizar a una distancia de 5 metros.
El primer arquero tensó la cuerda y disparó, obtuvo ochenta puntos, siguió Dragomir, quien como siempre no tuvo calma y obtuvo cincuenta puntos, pasaron más arqueros y llegó el turno de Oliver, colocó la flecha y jaló la cuerda hasta su barbilla, respiró profundamente y soltó la flecha, el tiro fue perfecto, obtuvo cien puntos y pasó a la siguiente ronda sin su hermano.
Con confianza renovada Oliver pasó a la tercera ronda y finalmente llegó a la cuarta, su adversario era un chico escuálido, pero con muy buena puntería, era el escudero de su padre, era engreído y nunca se habían caído bien. Lucas Strong sonrió sarcásticamente y disparó, la flecha voló veinte metros y se clavó en la diana, había obtenido 90 puntos, difícil de superar a esa distancia. -Suerte, bastardo- susurró el escudero cuando pasó a un lado de su rival.
Oliver tomó una flecha y la sostuvo unos segundos con ambas manos, la colocó en el arco y observó a su alrededor, su hermano le gritaba para animarlo y su padre le dedicó una sonrisa y le dijo algo que no alcanzó a oír. Tensó la cuerda y apuntó, calculó la trayectoria del viento y soltó la flecha, le parecieron años lo que duró la caída, finalmente se clavó en la diana. En el centro, otro tiro perfecto. Abrió mucho los ojos sin poder creerlo. Tardó unos segundos en darse cuenta, había ganado, era el mejor arquero del torneo.

LA REBELIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora