DRAGOMIR I

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Paró el golpe con el escudo y lanzó un tajo con la espada de entrenamiento, el escudero de su padre rechazó el golpe y volvió al ataque. Llevaban toda la mañana entrenando, a Oliver no le caía bien Lucas, pero era muy hábil con la espada y era el mejor arquero después de Oliver. Era engreído, pero le gustaba enseñar y lo hacía bien, Drago practicaba con él siempre que podía, cuando acabó el torneo inmediatamente fue a ver al escudero y le pidió que se entrenará con él, accedió inmediatamente.
Drago no podía ocultar su frustración por haber perdido la lucha cuerpo a cuerpo, había permanecido en su caballo hasta que sólo faltaban 10 contendientes. Se había preparado mucho para la lucha y tenía un plan formado con su hermano, pero no le permitieron competir a Oliver porque ya había ganado una competencia, por lo que el chico tuvo que competir solo y lo hizo muy bien hasta que le rompieron la pata a su caballo y este cayó al suelo con Drago en su grupa, después de eso no duró mucho tiempo en pie. El vencedor fue un caballero que venía de Cielo, un hombre alto y fornido, pero completamente calvo y feo. Cuando terminó todo, el hombre fue a felicitar personalmente a Drago y le dijo que siguiera entrenando porque tenía futuro como guerrero, como era de esperarse el chico se emocionó mucho y lo motivó para seguir practicando todos los días con más intensidad.
-Eres lo suficientemente fuerte para sostener un espadón o para sostener un buen escudo y una espada bastarda. Tú decides.-Lucas estaba sudando y se veía un poco exhausto.
-No me gustan los escudos, me siento más cómodo con una buena espada en las manos. -Contestó Drago entre jadeos.
-Es tú decisión, amigo. -Guardó la espada en la vaina y se dirigió a una mesa con pellejos de agua.
-Oye, gracias por entrenar conmigo. Tal vez podamos practicar con el arco.
-No agradezcas. -Dio un largo trago de agua- Lo del arco será mejor que se lo pidas a tu hermano, es mucho mejor que yo.
-A Oliver no le gusta mucho practicar, siempre está leyendo. No lo entiendo.
-Con más razón, Drago. Él casi no entrena y ganó el torneo, yo me mato todos los días entrenando y no lo puedo superar. El suyo es talento natural.
-No lo había pensado, le diré después.
-No entiendo cual es su problema conmigo.
-Dice que eres un engreído.
-Tiene razón- Lucas soltó una carcajada-No creo ser un engreído. Creo que hay tres tipos de personas, los engreídos, los amagues y los modestos. La modestia es de cobardes, si sabes que eres bueno no veo por qué debes de ocultarlo o negarlo, pero tampoco soy engreído, me siento orgulloso de mis cualidades y no me da vergüenza aceptarlas.
-No sólo eres engreído. -Drago sonreía- También eres filósofo. No conocía esa parte de ti, amigo.
Rieron juntos por un rato y siguieron platicando de muchas cosas, mucho tiempo estuvieron así, sin preocuparse por nada y estaban tan distraídos en su platica que no notaron que un hombre a caballo de les había acercado.
-¿Tú eres Dragomir?- Preguntó sin bajarse del caballo y sin saludar.
-¿Quién quiere saber?- Lucas dio un paso, desafisnte.
-Tu padre me mandó para buscarte y llevarte con Lord Umber- El caballero ignoró por completo a Lucas. -Te estará esperando en la entrada del castillo principal. No te tardes mucho, chico.
Espoleó su caballo y se alejó del campo de entrenamiento. Lucas se volvió a sentar en las mesa de madera.
-Los arman caballeros y se vuelven odiosos y engreídos.
-En ese caso espero por el bien del reino que nunca te armen caballero. -Los dos soltaron una carcajada. -Será mejor que me apresure, si Padre tuvo la urgencia de mandar a alguien para buscarme debe de ser importante.
-Espero que no sea nada grave, amigo.
Drago caminó con pasos rápidos al castillo preguntándose cuál sería la urgencia de su padre. Llegó a las puertas del castillo principal de Zurthur que estaban cerradas y protegidas por media docena de caballeros armados con lanzados y vestidos con armadura completa. Drago se paró frente a ellos y los observó con detenimiento, ninguno se movió ni dijo nada.
-Mi nombre es Dragomir Mallow, mi padre es Salvor Mallow y me llamó aquí. -Dijo sin dirigirse a nadie en específico
-Te está esperando con Lord Umber en los salones privados del señor. -Le contestó el caballero más cercano a él con una voz rasposa y sin emociones. -Pasa.
El mismo caballero golpeó dos veces la puerta fuertemente con el puño cubierto por el guantelete y se movió a un lado. La puerta fue abierta por un hombre que se encontraba adentro. Este le hizo señas con la mano al chico para que pasara. Drago cruzó la puerta con velocidad y al entrar miró todo a su alrededor, nunca había estado en el castillo, siempre se quedaba en los jardines.
Era un lugar increíble, con tapices de muchos colores colgados de las paredes, y alfombras hechas con una delicadeza impresionante adornaban el piso, en las paredes también habían algunas armas colgadas, una espadón enorme que Drago jamás habría podido cargar, un arco largo de roble con runas talladas en la madera, hachas con incrustaciones de piedras preciosas en los mangos y en las hojas de acero.
El recibidor del castillo era un lugar enorme, pero estaba muy vacío. Había una mesa larga en la que sólo estaban ocupados unos cuantos lugares, ocupados por soldados que descansaban de su turno de guardia. Nadie le prestaba atención y el chico ni sabía a donde dirigirse. Volteó y se dirigió al guardia que había abierto la puerta.
-¿En dónde están los aposentos de Lord Umber?
-Sube las escaleras, tienes que subir al tercer piso, hay una puerta enorme pintada de rojo. Es ahí. -El hombre apenas le dirigió una mirada.
Drago se alejó sin decir una palabra más y subió las escaleras de caracol, en el segundo piso se encontraban las habitaciones de la servidumbre, criadas y mozos de cuadra iban de un lado a otro. El chico era muy curioso y no pudo evitar mirar como un mozo de cuadras llevaba entre risitas a una criada hacia una habitación y cerraba la puerta. Se volvió y continuó subiendo las escaleras, llegó al tercer piso.
La puerta roja era en verdad enorme y estaba cerrada, a parte de un criado que fregaba el piso no había nadie más, así que se acercó a l puerta y la golpeó tres veces.
-Entra. -La voz del señor de Zurthur retumbó en las paredes de piedra gris Drago abrió la pesada puerta y entró a la habitación.
Ahí adentro tampoco había mucha actividad, sólo habían dos personas en toda la estancia, Rickard Umber y su padre, estaban sentados frente a frente, una mesa cuadrada y pequeña los separaba, en ella había un mapa de piel, con algunas marcas de colores, pero Dragomir nunca había sentido atracción por la cartografía y no sabía que representaban. La habitación era grande y conformada por varias salas, en la que se encontraban los tres individuos sólo habían libros, mapas, mesas y sillas. Habían dos puertas, una en cada lado, pero estaban cerradas.
-Mi señor. -Drago se inclinó ante su señor y después saludó con la mano a su padre.
-Toma asiento, hijo.- Salvor Mallow señaló la silla que se encontraba a un lado de él.
-No te preocupes, chico no hiciste nada malo. -Lord Rickard le dirigió una sonrisa.
-Te mandé a llamar porque como bien sabes, el antiguo escudero de Lord Umber fue nombrado caballero en el torneo pasado y un señor siempre necesita uno o dos escuderos. -Salvor hablaba con voz baja y más serena que la de su señor.
-No entiendo ¿Quieren que yo sea el escudero?- Drago siempre pensó que él sería el Escudero de su padre o incluso de su hermano.
-Es un gran honor, chico, no pongas esa cara. -Rickard parecía enojado por la respuesta del chico.
-Por supuesto, mi señor. -Drago tenía que arreglar el malentendido. -Lo sé, sólo que no me lo esperaba. Pero por supuesto que me encantaría servirlo de la manera que usted considere apropiada.
Lord Umber soltó una risotada y palmeó el hombro de Drago, lo que lo dejó un poco adolorido.
-Bien, esa era la respuesta que quería oír. Vas a tener que seguirte entrenando cuando no precise tus servicios. Tenemos una guerra que luchar contra nuestro estúpido rey y te voy a necesitar a mi lado.

LA REBELIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora