-Pasaré a buscarte en unas horas. Espérame en tu ataúd- asentí. Ambert no estaba, de seguro se fue con Lili, una canina flacucha que le falta una pata y un ojo.
Fui hasta mi ataúd, estaba ansiosa por conocer el mundo de los humanos. Muchas preguntas pasaban por mi cabeza, ¿Qué es lo que haré? ¿Asustaré a alguien? ¿Leonardo estará pase lo que pase a mi lado? ¿Me exiliaran si se enteran que salí de Infratierra? Cerré los ojos y deje de pensar por un rato. Unas horas más tarde, Leonardo me buscó con una sonrisa agradable.
-¿Lista para la aventura mas grande de tu alma?
Sonreí.
Espiamos para ver si no había nadie en el pasillo, todos se habían ido a sus ataúdes, solo las lombrices deambulaban por el patio.
-Es nuestra oportunidad- susurró Leonardo- Toma mi mano, te guiare hasta las escaleras- tome su mano como me había dicho, corrio sin hacer ruido y salimos por la puerta que daba el principio de otra vida.
El pasillo era de tierra, olía a húmedo y era absoluto silencio, solo se escuchaban las pisadas de Leonardo al caminar.
El pasillo estaba llegando a su final, cuando me di cuenta de que a lo lejos habían escaleras.
-Las escaleras nos conducirán hacia una compuerta. Después de eso, ya estamos en la superficie- me sonrió. Llegamos al comienzo de las escaleras, Leonardo nunca había soltado mi fría mano desde que me la tomó.
Al llegar al final, nos topamos con la compuerta que había mencionado Leonardo, él la abrío con unas luces que habían a la izquierda de la compuerta.
-Es una clave. Solo es para proteger a Infratierra de intrusos- ¿Desde cuándo la seguridad es importante para Infratierra? Leonardo tiro la puerta hacia arriba, lo primero que vi fue niebla, tierra y cosas altas con una especie de...
-Esto es un bosque. Estos son árboles, ya te los he mencionado. Se llaman hojas las cosas que cuelgan de ellas- sonrió- Hojas...Árboles, palabras nuevas a agregar en mi vocabulario.
Pero al subir a la superficie, unos fragmentos de mi pasado volvieron a hacerse presente.
-¡Kat!
