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-Es...triste.

Leonardo sacó de su bolsillo una piedra, y la abrió. Ahí habían dos fotografías en blanco y negro. En la foto de la izquierda había un hombre sonriendo, simpático y de apariencia honesta. En la de la derecha había una mujer, de ojos claros y de una linda sonrisa.

-Esta era el único objeto que tenía para recordar a Angela. Ninguno de Infratierra sabía. Exepto yo.

Analizaba las fotos, como encontrando algo que tenía que saber; y a decir verdad, él estaba muy enamorado de Angela.

-¿En donde está ella?- Pregunté.

-En otro lugar. En el cielo.

-¿El cielo?- Ambert no sabía lo que era. Deiby no le contaba lo que había mas allá de las puertas de Infratierra.

-Es el lugar donde van las madres y los hijos. También se lo llama "El cielo de los ángeles"- Dijo Leonardo.

-¿Cómo se llamaba?

-Andrew Robert Castel.

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-¡Me agotan los juicios!- Deiby se recostó en su silla, suspirando y cerrando sus ojos-¿has tomado el líquido?

-No todavía.

-¿Lo has traído?

-Si. Lo tengo a mano todo el tiempo.

-Tómalo.

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Estoy parada en un cuarto de un color cálido y acogedor. En el medio hay una especie de un pequeño ataúd blanco, pero no tenia puerta, y un velo transparente. Involuntariamente me acerque, y había un pequeño humano llorando.
Un bebé.

Lo tome en mis brazos, y el había dejado de llorar.

-Oh, gracias a dios que estás aquí cariño- Apareció la misma señora que apareció en mi primer fragmento; ella sonreía bellamente, se acercó y tomó el bebé en brazos. Ella tocó mi mejilla y me sonrió- eres una buena hermana. Gracias por cuidar a tu hermanito.

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- Has tenido un fragmento de tu familia- dijo Deiby- al parecer tú estabas en un cuarto, del cuál en el medio había una cuna, y ahí viste a ese bebé- asentí- Ese bebé era tu hermano pequeño. La mujer que has visto por segunda vez...ella era tu madre.
Mamá.

Y una primera lágrima cayó por mi mejilla. Sentía que algo quería salir de mí. Me sentía ahogada, no podía respirar. Deiby me dio algo de beber, el color del líquido era negro.

-Bébelo rápido. No puedes sentir eso.

-Que. Cosa?- Dije entre cada respiración.

-Sentimientos. Si alguien sabe que los tienes, te echarán de Infratierra y no podrás volver.

Pero...la sensación de estos sentimientos era, a la vez reconfortante, y me hacía sentir fatal. Necesito saber más sobre mí.

Pero no dude en tomarlo, y me desvanecí en el suelo de la biblioteca.

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-Kat, abre los ojos querida.

Abrí los ojos, no estaba en mi ataúd, o en el frío suelo del patio, seguía en la biblioteca, y Leonardo estaba arrodillado tratando de que abra los ojos. Deiby estaba en su silla leyendo un libro rojo y viejo.

-¿Cómo te sientes?- Preguntó Leonardo.

-Como si alguien me ubiera pisado millones de veces- Me ayudó a estabilizarme, me sentía un poco mareada- Deiby me ha contado lo sucedido. Debes controlar tus sentimientos, se discreta con eso.

-¿Estás regañandome?

-Lo hago para protegerte. Si la Gárgola sabe...

-La Gárgola no sabrá nada- Dijo Deiby- Los únicos que sabemos de este accidente somos nosotros- Deiby miro a Leonardo, se acercó a donde estábamos- Leonardo, tu eres la persona que mas está con Kat. Quiero que la protejas.

-¡¿Qué?!

-Kat- Deiby tomó mis hombros- corres un gran peligro si andas mostrando tus sentimientos ahí afuera; la pena de esto es muy grave- En su mano había un frasquito de color negro, tomo mi mano y dejo el frasquito- La gárgola hablara cada 1 luna, a partir de la siguiente luna tienes que tomarlo. ¡Promete que lo haras! Por tu propio bien.

Suspire.

-Lo prometo.

"Débora"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora