1

440 34 3
                                    

Jungkook miraba por la ventanilla del auto despreocupadamente mientras Yoongi conducía tranquilo.

Los letreros llamativos y con letras desprolijas, eran su distracción mientras recorrían las abarrotadas calles de Seúl.

Era temprano en la mañana, con el cielo cubierto por un vestigio de amanecer en tonalidades naranjas y rojizas, que contrastaba tortuosamente con el mundo enérgico y nada silencioso de la superficie.

En el vehículo, como si de un campo de protección se tratase, la música sonaba suave y calmada, justo como le gustaba a Yoongi en esas horas y justo como a Jungkook aprendió a gustarle un poco después.

Eran una pareja joven si se habla de edad, veteranos en el amor si se trata de sus varios años de relación.

Habiéndose conocido de infantes, habían crecido, aprendido a vivir y a conocerse a sí mismos durante su evolución a adultos, acompañando esto al amor profundo que le dedicaban desmesuradamente al otro.

No se podría hablar de una pareja más particular.

Eran de esos que habían compartido mil y una aventura juntos, momentos que se atesoraban celosamente en el corazón de ambos y que diariamente se mantenían renovando sus sentimientos puros como si fuesen recién conocidos.

\\Años antes\\

Yoongi tenía 9 años.

Recientemente transferido desde Daegu a Busan, era un niño antisocial, con muchos problemas de actitud y con serios comportamientos agresivos. Claro, según habían dicho los reportes de su escuela anterior.

Nada más falso que ello.

Él era, en cambio, un pequeño que no había encontrado mayor razón de vida que seguir con una recurrente actitud de "no me importa nada", cuando el mundo al que llegó lo obligó a escudarse e ignorar a quien se cruzarse en su camino, provocando que se convirtiera en alguien bastante aburrido y un poco con mal gesto.

Todo porque odiaba la ciudad nueva, sus ciudadanos, su nuevo vecindario, su nuevo colegio, su nuevo salón, el que sería su nuevo compañero de asiento.

Odiaba todo, aún sin conocerlo.

Todo había sido horrible para Yoongi, el creyó, luego de tan solo dar unos pasos dentro del instituto y notar que muchos docentes se habían negado a admitirlo en su curso luego de leer su historial.

Recriminandolo sin conocerlo.

Habían pasado sólo tres días de su llegada y el desconocimiento de su parte y de quienes le rodeaban le asfixiaba.

Sin embargo, en una pequeña parte al fondo de su caparazón, albergó una posibilidad. Una que lo estaría mirando con ojos bonitos al final de pasillo de puestos luego de que entró al salón que la docente le había dicho de mala gana.

Sus pequeños ojos, quedaron cautivados con aquellos posos negros de insertidumbre y expectativa que pertenecían a Jeon Jungkook.

Jeon tenía 8 años cuando un bonito niño palido y con lindas facciones fue sentado a su lado. Sería mentir que no estaba emocionado, estaba dichoso y no se limitaba al demostrarlo. Por ello no dudó en regalarle su brillante sonrisa de conejito a su compañero.

Sin notarlo, un alivio se instaló en su pecho luego de mucho tiempo. Porfin dejaría de estar solo, un nuevo compañero con quien hablar y jugar, había llegado a animar sus días; sentía agradecido porque aquel niño nuevo se veía sumamente adorable con las mejillas rosadas, así que no pudo más que agradecer que su vista también podía sentirse feliz.

Jungkook realmente esperaba que pudiesen compartir mucho juntos y ser buenos amigos.

Él menor era sonrisas y complicidad traviesa, era aquel tipo de niño fácil de querer. Su respeto por el otro y amor al servicio eran ciertamente reconocidos por grandes y pequeños que todos caían enamorados de aquel castañito.

Es por eso que cuando Yoongi comenzó a conocer a su adorable compañero, trato de no mostrarse tan duro o reacio ante él porque no lo merecía, pero terminaba fallando duramente en el intento.

Por lo que Jungkook, muchas veces era quien al final del día recibía peor sus desplantes. Y tal vez si, tal vez no saliendo un poquito lastimado.

Forever [YoonKook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora