3

266 27 0
                                    

Habían pasado meses luego de que Yoongi había podido confirmar ese terrible suceso, sin embargo nunca fue capaz de decir nada.

Por ello una tarde, que YoonGi vagaba solo por el tenebroso edificio C de su instituto, mientras esperaba a que su madre por fin llegase por él, pasó algo increíble.

Eso de que el estuviese tan tarde ya era común luego del abandono de su padre hace unos años, pues su responsable madre abarcaba por completo su cuidado, negándose a entablar conversación con su muy cargada familia.

Aquello acarreaba que su situación se pusiera más y más complicada día a día gracias a la falta de un empleo estable, obligándola a dejar a veces a su hijo de lado para cumplir con citas bastante largas.

Así que simplemente YoonGi se encontraba caminado como varias veces anteriores por los pasillos desolados, perdiendo su vista en algunos estantes viejos y lugares a los cuales una limpieza no les haría daño.

Distraído de todo, sintió de repente que sus pensamientos y pasos se vieron interrumpidos por un sonido sordo proveniente del lugar detrás de la última puerta en el fondo.

El gimnasio.

Tomando aire cautelosamente dirigió sus piesitos en aquella dirección, teniendo mayor valentía que la de un osito de peluche, abrió con cuidado la puerta rojiza, encontrando el lugar completamente solo y con un extraño sentimiento de calma.

Fue automático que el pelinegro frunció su ceño al no notar nada fuera de lugar o alguna señal de la cosa que había ocasionado el ruido.

Paseando sus ojos por el espacio, puso un pie atravesando la puerta, y en un intento de adentrarse completamente de manera sigilosa, como si de un espía se tratase, rodó e hizo volteretas, acompañándolo de movimientos extraños en su mano simulando armas o rayos láser.

Sintiéndose todo un profesional.

Cuando finalmente llegó al otro extremo del salón, sintió su valentía caer al fondo del universo al notar que no estaba solo, sino que una mancha con ojos redondos, negros y profundos lo observaban con deteniendo, más específicamente a cada uno de sus movimientos improvisados.

-¿Qué haces aquí? - Preguntó Yoongi al castañito que con todas sus fuerzas hacia pucheros en un intento de contener la risa, pero mostrando una lindas líneas alrededor de sus adorables ojos.

Jungkook estaba con una postura extraña, metido por completo en la parte trasera de las gradas, agachado y con una cantidad enorme de utensilios deportivos acompañando su estrujado cuerpesito. Sin embargo misteriosamente, eso al pelinegro - como muchas otras cosas que hacía el menor- le pareció realmente adorable- No puedes estar aquí solito, vendra alguien a regañarte. - Le cuestionó.

-Pero tú también estás aquí -Jungkook respondió confundido, ondeando sus adorables pestañas mientras observaba a su alrededor, olvidando rápidamente la escena realmente vergonzosa que había presenciado -Y estas solito como yo. ¿No te regañaran también?

Yoongi rascó su cuello, mostrando una extraña costumbre que había adquirido cuando se ponía nervioso o tímido, ¿como había sido tan descuidado de creer que realmente no era nadie quien había ocasionado el ruido?, además de eso, ¿porque, de todos los niños bonitos del universo, justo el que más le gustaba tenía que haberlo visto en su faceta de espía?.

La vida no era justa.

Pero las preguntas y vergüenzas quedaron en el pasado ante la pregunta de Jungkook, si bien, la reputación de su madre había hecho que todos los miembros del cuerpo estudiantil conocieran su situación y le dieran por ende privilegios, el no podía estar dando esa información a cualquiera, aunque ese alguien sea un pequeño niño con cachetes lindos.

Forever [YoonKook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora