Desde hacía un par de días que Tony se sentía observado, cada que iba a la villa para comprar algunas cosas o pasear se daba cuenta de cómo alguien le perseguía, si giraba hacia la derecha la silueta lo haría igual y cada que se giraba rápido para atrapar al culpable este simplemente desaparecía.
Esto le preocupaba, pero no por él, sino porque alguien estuviese queriendo acercarse para hacerle daño a su familia o al clan.
Cada que Rudolph salía a cazar para alimentarse (aprendió el método para no convertir a todos los que mordía en vampiro y las vacas se lo agradecieron) un sentimiento paranoico se instalaba en su pecho.
Definitivamente algo no estaba bien.
Una fría tarde nublada él y su amigo decidieron salir, el sol no sería problema, solo era cuestión de usar un poco de magia para protegerlo y listo.
Fueron a la dulcería, tiendas de ropa y por comida, tenían varios encargos que hacer y luego de terminar sus tareas se acomodaron en las mesas de una taberna cerca a la salida.
-Recuérdame porque siempre nos envían a hacer este tipo de cosas a ti y a mí.
-Somos los únicos dos que aceptan hacerlo.- El vampiro bebió un sorbo de su café, hastiado de ser siempre el que debía hacerse responsable.
El rubio se limitó a verlo, enternecido por lo maduro y niño que Rudolph podía llegar a ser al mismo tiempo, de verdad que le adoraba, siempre lo hizo y eso no había cambiado.
Imito al menor y se dispuso a disfrutar de su dulce taza de chocolate cuando unas chicas pasaron a su lado.
La conversación llamo su atención de inmediato.
-Ese hombre es extraño, aterrador.
-Parece un maniaco, la señora Ismelda dice que sale en la noche y vuelve entrada la madrugada, no sabe a dónde va pero siempre está susurrando algo sobre vengarse desde su habitación.
-Basta ya, lo que dices es espeluznante, mejor sigamos comprando.
-Sí, tienes razón, ese vestido de flores de la tienda estaba muy bonito.
Desde ese punto dejo de prestar atención al resto de cosas, pero aquellas palabras le perturbaron, encendieron una alerta en su psique que le gritaba "¡Peligro! ¡Peligro! ¡Estamos en un gran peligro!"
-¿Tony?- Rudolph sacudía su mano intentando llamar su atención, le dio risa ver como su amigo derramaba su bebida sobre sus pantalones pero en cuanto este no reacciono su instinto le dijo algo extraño estaba pasando.
"Es imposible, solo son tonterías"
-¡Tony! Vamos amigo respóndeme.- Llamaba un preocupado vampiro mientras le limpiaba el líquido ardiente del pantalón.
Fue un tirón placentero en su ombligo el que le devolvió a la realidad y le hizo sentir avergonzado y culpable a partes iguales.
-¿R-rudolph? ¿Qué se supone que estás haciendo?
-Eso debería preguntarlo yo, acabas de echarte media taza de chocolate caliente en tus partes bajas y ni siquiera parpadeas ¿Qué demonios te sucede?
-Nada, lo siento, deja eso no duele- Mintió siendo consiente del ardor poco soportable. El vampiro no le creyó pero la situación era embarazosa, y había chicas viéndolos con una sonrisa pervertida que le erizo la piel, no le quedó más remedio que hacerse el indignado y volver a su lugar.
Continuaron con sus cosas como si nada.
El aire se volvió más frió, prediciendo una tormenta nada sutil que les atrapo a los pocos minutos sin darles ninguna oportunidad de volver al castillo, los caminos solían hacerse un desastre y volar les delataría, además era peligroso con los rayos que comenzaron a caer tan erráticamente.
Como pudieron se resguardaron junto a otras personas en el segundo piso de la taberna, la chimenea mantenía caliente el lugar haciendo de la situación algo mejor.
Revisaron que ninguna cosa se hubiese arruinado con la lluvia y se acercaron al fuego lo suficiente para secar las partes que no habían escapado del agua, algunos más hicieron lo mismo mientras platicaban amigablemente.
Entonces esa alarma en la cabeza de Tony se encendió de nuevo, sintió la mirada acosadora sobre su espalda, disimulando lo mejor posible se dio la vuelta, busco el origen de esa mirada y encontró a un tipo con la cara cubierta por una gorra sentado en la mesa más alejada de la habitación, el hombre bajo la cabeza, concentrado en otro punto tras él, se giró de nuevo y el pecho se le encogió al darse cuenta de que ese punto era su amigo.
Enojado tiro de él pegándolo a su cuerpo, cubriéndolo de manera protectora ganándose una mirada consternada de este.
-¿Qué intentas?
-Eh... nada solo tengo frió.
-Pero estamos junto al fuego.
-Si pero así me calentare más rápido.- Vaya, eso no había sonado bien, los demás se le quedaron viendo un tanto abochornados, sus propias mejillas se pintaron de rosa pero nada se comparaba al rostro rojo del más pequeño, quien se ocultó lo mejor que pudo bajo sus brazos, la diferencia de estatura no era tanta pero si notoria.
Le devolvió el abrazo sacándose un "Awwww" de parte de las jovencitas y una mirada orgullosa de los hombres, ahora no sabía si lidiar contra la felicidad, la vergüenza o el peligro que les acechaba y del que el menor era inconsciente.
Decidió ser egoísta, podía salirle caro pero prefirió disfrutar del momento, uno de los pocos en los cuales Rudolph se dejaba ver tan vulnerable, en los que le daba esperanza de ser correspondido.
Fuera la lluvia caía inclemente, dentro el amor y el odio luchaban desde rincones diferentes, silenciosamente la guerra había sido declarada, otra vez.
Debieron esperar hasta el anochecer para poder ir a casa, fue hasta entonces que la tormenta dio tregua el tiempo suficiente hasta que llegaran a casa, aprovechando la oscuridad y serenidad fueron volando y una vez en la entrada aterrizaron despacio.
Entraron y dejaron las cosas en las respectivas puertas de cada vampiro, por suerte no eran demasiado grandes ni pesadas o habría sido molesto cargarlas en medio del ajetreo. Parecía que nadie se dio cuenta de su ausencia así que se fueron directo a su habitación.
Jugaron videojuegos hasta que el rubio se quedó dormido sobre el piso, con algo de esfuerzo el menor lo subió a su cama, cerró las ventanas, apago todo y se lanzó dentro de su ataúd sin preocupación alguna.
Ha decir verdad le costó quedarse dormido ese día, las imágenes de la tarde se reproducían como una película fantasiosa en su mente, le hacía feliz y al mismo tiempo le preocupaba, esa tarde Tony se había portado más extraño de lo usual, sabía que le estaba ocultando algo, cuando mentía le daba un gracioso tic en la pierna.
Admitía que se sentía triste porque su amigo no tenía la confianza para contarle lo que le afligía, la vergüenza le ganaba por ratos distrayéndole de la desdicha en la que solía sumergirse.
Sin poderlo evitar por más que trato de pensar en aquello que le preocupaba a Tony se fue a dormir con una sonrisa por el abrazo y lo bien que se sentía.
Esa noche los dos durmieron felices.
La sombra no les acecho.
Continuara...
Gracias por leer.
Nos vemos a la próxima.
¡Besos!
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El monstruo dentro (Tony x Rudolph)
FanfictionEl paso de los años pinta un mejor panorama para la peculiar amistad entre un vampiro y un mortal, pero el bien nunca llega sin mal y en esta ocasión un nuevo enemigo les obligara a ver otra perspectiva de sus vidas y sentimientos. Un fanfic inspira...