Capitulo 4

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A partir de ese día las cosas cambiaron, Anna fue trasladada a una habitación protegida por magia y vampiros, se dividieron en grupos que custodiarían el castillo todo el día, por una razón que desconocía los padres de Rudolph se alejaron de sus hijos, el menor se deprimió por eso mientras Gregory les cuestionaba molesto.

Tony por su parte hizo de la biblioteca su sala de operaciones, se mantenía encerrado casi todo el día leyendo y practicando, necesitaba ser fuerte, si su descubrimiento realmente le llevaba al monstruo que debería estar muerto entonces no tenían ni tiempo ni otra opción más que pelear.

Divagaba entre suposiciones y palabras que le costaba traducir para poner en práctica un hechizo más difícil de lo usual cuando escucho el rechinar de la puerta, era su amigo, entro silencioso creyendo no ser detectado, llevaba en sus manos la consola portátil que le regalo para su cumpleaños.

Le vio disimuladamente en el reflejo del mueble frente a él.

Creyó que le iba a decir algo pero tan solo se sentó en un sillón cercano a jugar.

-¿Pasa algo?

El menor se quedó callado, ni siquiera se dignó a verle.

-¿Rudolph?- Se giró a verle.

-Estoy aburrido.- Tenia la voz ronca, eso solo sucedía cuando había llorado o gritado durante un buen rato.

Lo sabía porque ocurrió lo mismo cuando conoció a sus padres y le toco escoger entre él y su familia, cuando lo escogió a él se sintió tan feliz que sentía que explotaría.

Dejo los libros a un lado.

-¿Seguro que es solo eso?

-¿Qué otra cosa podría ser?

Negó. Siempre era lo mismo. Tal vez el vampiro tuviera 300 años más que el pero seguía comportándose como un niño.

El ruido de los botones le hipnotizo, era agradable no pensar en las cosas. Se le quedo mirando, admiraba la habilidad que el chico había adquirido para jugar, ni él era tan bueno y eso que se la había gastado mucho tiempo en ello.

Llego a un nivel que no podía pasar, por más que lo intentaba moría a los pocos minutos. Comenzó a presionar con fuerza y ansiedad el aparato. El rubio le detuvo.

Tomo la pálida mano entre las suyas intentando darle consuelo silencioso al vampiro, este escondió su rostro contra sus rodillas sin soltarlo, necesitaba eso, necesitaba saber que estaría bien. Estaba cansado.

-¿Quieres ayudarme a practicar?- Le distrajo Tony con su característica sonrisa llena de esperanza y seguridad.

-Claro.- Se levantó flotando.

Pasaron el resto de la tarde luchando, no tenían miedo de pelear con todo, confiaban en el otro y en sus habilidades así que el rubio probo los nuevos hechizos mientras el pelinegro utilizaba sus poderes vampíricos.

Duro bastante pero Rudolph se llevó la victoria.

-Parece que sigues siendo el mejor.- Rio de cabeza sobre las escaleras el mayor. Lugar donde había ido a parar por tropezar con uno de los libros que leyó y olvido en algún momento.

-Era obvio que no me superarías tan fácil mortal.- El tono altanero le encantaba de manera insana.

-Bueno tendré que seguir practicando, necesitare un entrenador ¿Tienes a alguien en mente?

-Mmmmh, si, es guapo, fuerte y mejor que nadie.

-No creo que a Gregory le agrade la idea de prepararme.

-¿Acabas de admitir que mi hermano es guapo?- Los celos le sacaron una sonrisa.

-Tal vez lo hice.

-Tomare eso como un halago y no como una declaración- Se burló a sus espaldas el mayor quien había entrado a media contienda.

El menor se mordió la lengua para no responder de forma sarcástica a eso, entre bromas y celos se quedaron juntos. Siguieron practicando y jugando a ratos.

Fuera de la habitación dos preocupados padres forzaron una sonrisa, eran escoria, el acto que estaban a punto de cometer no tenía nombre, en su mente de antaño era la más fácil y lógica, sacrificar a una minoría por un bien mayor.

Les dolía, pero no lo suficiente.

Tocaron la puerta.

-¿Mamá? ¿Papá?- Pregunto Gregory.

-Hijos, lo sentimos mucho.- Respondieron unánimes.

Un grupo conformado por los vampiros más fuertes del clan apareció, tomaron al vampiro mayor sin mucho esfuerzo y lo arrastraron contra su voluntad hacia quien sabe dónde. El rubio reacciono instintivamente y puso a Rudolph tras de sí protegiéndolo con su cuerpo.

-¿Qué creen que hacen?- Les reprendió molesto.

-Lo sentimos, el futuro del clan está en peligro, son demasiados Tony, ese monstruo los quieres a ellos y si se los entregamos puede que los demás se salven ¡Incluso tus padres saldrán ilesos!

-Quieren sacrificar a sus propios hijos, acaban de llamarlo monstruo pero ustedes son peores.

-Un mortal como tú nunca podría entender lo difícil de la situación.

-La entiendo perfectamente, son tan cobardes que prefieren tomar la salida fácil antes que ayudarme a encontrar una solución en la que todos saldrán vivos.

-Sabes que eso es imposible- Retrocedió al verlos acercarse, sintió las uñas del pequeño vampiro rasgando su ropa, estaba asustado.

Siguió retrocediendo hasta que chocaron contra el vitral azulado, pudo darse cuenta fácilmente que el sol estaba en su punto más alto, no tuvo que pensarlo dos veces.

Se quitó la sudadera y cubrió por completo a su amigo. Arranco la cortina de un tirón y rompió los cristales. La luz del sol golpeo de inmediato a los guardias carbonizándolos al mínimo contacto, la pareja a penas logro salvarse.

Aprovechando la oportunidad corrió tomado de la mano del pelinegro hasta alcanzar la puerta, uno de los inconvenientes de la biblioteca era que estaba en la parte más alta del castillo, eso significaba que deberían bajar con rapidez o esconderse.

Escogieron la primera opción, y ese fue uno de sus errores.

Cuando ya casi habían alcanzado la puerta una daga se clavó directo en el brazo de Tony obligándolo a soltar al menor.

-¡Vete!

Articulo pese al dolor, Rudolph ignoro su petición, ese fue otro gran error.

Anna apareció flotando, levanto a su hermano menor por el cuello y lo lanzo contra el candelabro de cristal rompiéndolo en el proceso.

-Estos niños nunca aprenden.- Se burló.- Y parece que los hombres como tú, tampoco lo hacen ¿No lo crees así querido Tony?

Arranco la daga de la herida y lamió su filo para beber esa dulce sangre humana que llevaba siglos sin probar.

-Extrañaba este sabor, la metálica venganza, es exquisito.

Pateo sin consideración la cabeza del rubio dejándole al borde del vacío entra la conciencia y el sufrimiento.

Lo último que logro ver antes de que la oscuridad le reclamara fue a la vampiresa llevándose del cabello a un Rudolph que desesperadamente intentaba alcanzarlo, vio las lágrimas en sus ojos, escucho sus gritos casi agónicos.

Se odio por ser tan débil.

Se odio por dejar a esa sombra ganar.

"Pero no durara mucho" se dijo determinado.

Continuara...

Nuevamente gracias por tomarse el tiempo de leer esta historia.

Nos vemos a la próxima.

¡Besos!

El monstruo dentro (Tony x Rudolph)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora