Capitulo 5

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-Sasuke-kun...-

-No digas nada, yo hablare- la voz del pelinegro era baja mientras ocultaba la mirada de la joven frente a él mirando al piso, el aire salió de sus pulmones con gemido, sus piernas perdieron fuerza y se derrumbó en un árbol cercano deslizándose hasta su base.

El aire se espeso en su garganta cuando empezó a hablar.

-Ya sabes que soy el hijo del dios de la muerte...y por lo tanto poseo algunos de sus dones-mordió su labio con fuerza ¿El hecho de quitar una vida era un don?- Yo...-dudo con el corazón hecho un puño- Puedo extingir o acortar el tiempo de vida de cualquier ser viviente- vio de reojo la suave afirmación de la pelinegra que se había acomodado de rodillas frente a él.

-Pocos dioses conocen la extensión del poder de mi padre – levanto la vista y vio su reflejo en los ojos cristales de su amiga- el puede arrebatar la vida de cualquier ser...incluso el de los dioses.

Escucho un leve jadeo y vio la sorpresa de su amiga.

La inmortalidad era una de las características de los dioses y uno de sus dones mas atesorados, nunca paso por la mente de algún dios de entonces que pudiera perderla, pero, por un lamentable hecho el dios de la muerte lo había descubierto , en caso de otros dioses, su abominable poder.

El hecho causo un remolino de temor y rencor en contra de su padre desterrándolo al inframundo de manera permanente en donde no podía acercarse a otros dioses.

-Yo herede esa habilidad - la mano del pelinegro se deslizo hacia una flor que arranco de su raíz y en un rápido movimiento la elevo hacia el frente donde ambos podían observarla.

La flor que se distinguía de un amarrilla viva en instantes perdía sus colores en tonos hasta que quedo oscura y marchita mientras sus pétalos caían solitarias y su rama alguna vez verdosa se mostraba seca.

Sus ojos se cruzaron, unos sorprendidos y otros resignados.

-Mi padre puede mantener su poder en un bajo nivel casi siempre por lo cual tardaría más tiempo en quitar una vida con su toque...yo en cambio mantengo mi energía alta en todo momento sin poder controlarla-

Dejo el silencio entre ellos mientras que sus palabras flotaban en el aire con duro significado, "todo lo que le tocaba moría al momento". Espero la reacción de la ojiperla con varios nudos formándose en su estomago.

-Hinata –hablo con calma- nunca debes tocarme o te haría daño, deberías alejarte de mi, deberías...

El aire se congelo en sus pulmones y su respiración se corto cuando el aroma de la ojiperla se metio en sus fosas nasales, la ojiperla le estaba abrazando, sus brazos se congelaron y por su cuerpo corrió el frio del miedo, el no quería hacer daño a la diosa.

-Somos amigos – escucho la suave voz chocar en sus oídos en un sonido alentador –No te dejare...no me digas que te deje.

Sus ojos se encontraron los perlados se encontraban nublados a causa de las lagrimas no derramadas.

El pelinegro reacciono en el momento y siguió con pánico los brazos que lo rodeaban soltando un suspiro de alivio cuando noto que los brazos envueltos en fina tela lo rodeaban y se apoyaban a la madera detrás de el sin realmente tocarlo.

-¿No temes morir?- en cuanto su boca se abrió se arrepintió de sus palabras, no quería infundir el miedo en su amiga que parecía haber aceptado bastante bien su...condición.

-No- respondió simplemente la pelinegra

-No entiendes si estas cerca de mi terminare haciéndote daño- la voz del pelinegro se apago en un susurro lleno de dolor, mientras sus ojos se oscurecían a causa de un amargo recuerdo de su infancia- Mi madre...yo...no entiendes- su voz se apago y levanto la mirada al cielo.

El Sol y La LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora