Parte 11: Sígueme.

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—No puedes nadar más allá de la oscuridad— me decían desde niño.

— ¿Por qué mami?— pero nunca me respondían.

—Solo obedece.

Mi hogar era la parte más oscura del mar, y a decir verdad era muy pequeña, la mayor parte la ocupaban pergaminos y estantes para estos, el espacio restante eran los pasillos donde yo frecuentaba nadar, mi deber era cuidar de los pergaminos; mi deber era aniquilar a cualquiera que bajara hasta mi casa.

Era mi deber y había fracasado, un tritón me miraba entre incrédulo y curioso, entre sus manos cargaba uno de los pergaminos que estaba encargado de cuidar, estaba a escasa distancia de mí, pero no podía ir a donde la oscuridad del mar no puede llegar.

La luz lastimaba mis ojos, por lo que retrocedí. — ¿Qué eres tú?— me pregunto el tritón de coleta azul marina.

Gruñí y me aleje de ese lugar —por ese día— pues al siguiente volví con esperanza de recuperar lo que yo tenía que cuidar, pero no vi rastro de ese cochino trozo de alga mal doblada.

— ¡Te lo dije! ¡Allí esta!— escuche la misma voz del tritón del día anterior, pero por más que vi no pude encontrarlo.

— ¡Ahora!— grito una voz más chillona.

Detrás de mí callo una red, toda ruta de escape estaba bloqueada, y eso me asustaba, no podía volver a mi hogar porque del lado contrario había luz. —No puedo creerlo, funciono.

— ¿¡Como que no puedes creerlo Tenya?!— la voz chillona le grito.

Nadaba con fuerza tratando de atravesar la red o siquiera nadar a través de los huecos de esta, pero no cabía y para empeorarlo mis brazos se atoraron, mi cola no estaba en mejor situación, era mi perdición.

— ¡Esperen! ¡Lo están asustando!— una tercera voz apareció, una aguda, pero parecía ser de tritón y no de sirena como la voz chillona.

La red se soltó, pero no estuve ni cerca de poder liberarme, incluso la red me arrastro hasta la luz, cerré mis ojos con fuerza, me costaba ver en ella cada vez más. — ¿Estas bien?—me preguntaron.

—Caramba, su aleta brilla.

— ¡Iida deja eso para después!— sentí como las cuerdas me liberaban, ya podía huir, ya podía nadar, pero no sabía para donde, no podía ver.

— ¡Por favor! ¡Suelten me! ¡Solo quería el pergamino que se llevaron de mi hogar! ¡No quiero molestar, por favor!— suplique en último recurso.

— ¡Puede entendernos!— dijo la voz aguda.

— ¡Sí que puedo! ¡Por favor! ¡Suéltenme!

—Tranquilo, no te haremos nada. ¿Puedes abrir los ojos?— me preguntaron mientras trataron de tocarme la cabeza, pero rehuí, no me sentía seguro.

Negué con la cabeza —me duele, brilla mucho.

Escuche como alguien se golpeaba la frente — ¡Pues claro! ¡Tenya, cierra esos estantes! ¡Izuku, mueve esos libreros! ¡Haremos sombra!

— ¡De acuerdo!

Escuche ruido, mucho ruido y después sentí como me sostuvieron la mano —Trata ahora, te prometo que ya está más oscuro. — no quería, tenía miedo, pero si no lo hacía, ¿Cómo podría escapar? —Trata, te prometo que no te haremos daño.

Obedecí, poco a poco abrí mis ojos, decían la verdad, la luz ya no era tan intensa, pero aun así me lastimaba, aunque era soportable, frente a mí estaba una sirena de ojos castaños y cola rosada, sonrió al instante — ¡Que ojos tan preciosos!— tras de ella habían dos tritones, el mismo que se llevó el pergamino y otro muy parecido a la sirena, solo que sus ojos, cabello y cola eran color jade.

Bajo el mar. [KatsuDeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora