Mi primer error fue la botella de vino. Mi segundo error fueron los chupitos de tequila. Pero, en esos momentos, lo único que me preocupaba era mi insoportable jaqueca. La luz que entraba a raudales a través de la ventana hacía que los ojos me lagrimearan, pero, cuando los cerraba, la habitación se ponía a girar de forma tan vertiginosa que tenía que fijar la mirada en un lugar del techo y mantener la cabeza inmóvil. Gemí. ¡Dios! ¿Aún estaba borracho?
Sin mover la cabeza, traté de echar un vistazo alrededor de la habitación, la cual me resultaba familiar. ¡Joder! ¡Ésa no era mi cama! Al bajar la vista, arrepintiéndome en el acto de haberlo hecho, pues tuve la sensación de que mi cabeza iba a estallar y que la habitación giraba como una peonza, observé que mi cuerpo desnudo estaba enredado en unas sábanas que no conocía. ¡Joder, estaba desnudo!
Traté de mantenerme completamente inmóvil y pensar a través de la bruma para recordar lo ocurrido anoche. Dios..., no... De pronto, comprendí exactamente dónde me encontraba. Miré hacia el otro lado de la cama, pero estaba vacío; Hyukjae se había marchado. Mi cabeza, y ahora también mis tripas, protestaron enérgicamente por el brusco movimiento.
«Maldita sea, maldita sea, maldita sea», pensé, irritado. Oprimí los dedos con fuerza contra mis sienes, tratando de detener los inmisericordes martillazos. Los recuerdos irrumpieron en mi mente como un accidente mortal que no quería ver, pero no pude evitar afrontarlos.
«Ese increíble primer beso, anhelante, intenso y lleno de pasión. Esa mano en mi nuca, atrayéndome con firmeza hacia él. Otra mano apoyada en la parte baja de mi espalda. Hyukjae empujándome lentamente contra la encimera y sentándome sobre ella. Mis piernas rodeándole la cintura. Mis manos enredadas en su pelo. Su olor embriagador, el sabor de tequila en su lengua...»
El recuerdo momentáneo del tequila me produjo náuseas. Como no quería ponerme a vomitar en la cama, me arriesgué a experimentar de nuevo un espantoso mareo y me incorporé. Esperé unos segundos a que mi cabeza se despejara, y, al comprender que eso no iba a ocurrir, miré a mi alrededor en busca de mi ropa. Sólo encontré mi camiseta colgada de su guitarra junto a la cama. Mierda.
Me la puse lentamente y me levanté, trastabillando un poco. En serio, ¿no se debería haber pasado la borrachera? Miré el reloj: las dos y media. Ese día no iría a la universidad. Mi clase de Psicología estaría a punto de terminar. Me dirigí con cautela hacia la puerta. Mis bòxer estaban en el suelo junto a ella. Suspiré y me agaché con cuidado para recogerlos. Me los puse rápidamente al tiempo que las náuseas arreciaban.
Más o menos vestido, decidí que el pudor era el menor de mis problemas. No tenía ni idea de dónde estaba Hyukjae, y mis tripas no bromeaban. Corrí al baño y llegué justo a tiempo para vomitar de forma estrepitosa en el retrete.
Cuando apoyé la cabeza contra la fría porcelana, otra retahíla de recuerdos invadió mi mente.
«... La mano de Hyukjae deslizándose sobre mi cuello, seguida por sus labios. Mi cabeza inclinándose hacia atrás, con los ojos cerrados. Jadeando. Gimiendo con suavidad. Resollando. Quitándole la camisa. Su glorioso e impresionante torso. Sus músculos firmes, su piel suave. Su respiración acelerándose mientras mis dedos se deslizaban sobre su pecho. Sus sofocados gemidos mientras me estrechaba contra él. Sus brazos alzándome en volandas y transportándome escaleras arriba...»
Sentí otro ataque de náuseas y el sudor perló mi frente. Uf, odiaba el tequila. Más recuerdos implacables...
«... Dando un traspié debido a mi estado de embriaguez cuando Hyukjae me depositó en el suelo, al llegar a la cima de la escalera, ambos riendo. Tumbado sobre los peldaños, sintiendo todo el peso de su cuerpo sobre mí mientras murmuraba "lo siento" y pasaba la lengua sobre mi cuello. Conteniendo el aliento al sentir su rígido miembro contra mí. Chupándole el lóbulo de la oreja. Sus cálidos labios sobre los míos. Sus manos quitándome el pantalón...»
«Ah», pensé distraído mientras me acometían más arcadas, «allí está mi pantalón...»
«... Yo tratando de desabrocharle los vaqueros y riendo de mis torpes dedos, que no podía mover como es debido. Hyukjae chupándome el labio inferior. Yo acariciándole el torso. Una mano acariciándome el pezòn debajo de mi camiseta sin mangas. Mordiéndome suavemente el hombro. Unos dedos metiéndose en mis bòxer, trazando unos círculos sobre la piel antes de introducirse dentro de mí. La pasión de sus ojos mientras observaba mi enardecida reacción. Implorándole que me llevara a su habitación...»
«Dios». Me estremecí. Le había implorado. Le había implorado que... ¡Por favor, que alguien me mate ahora mismo! Me puse a vomitar de nuevo.
«... Los brazos de Hyukjae alzándome de nuevo. Sus manos arrancándome la ropa interior. Hyukjae quitándose los zapatos y luego despojándome de los pantalones mientras yo me reía, porque era incapaz de hacerlo yo mismo. Él riendo también mientras me quitaba la camiseta sin mangas. Su suave lengua deslizándose sobre mi pezón, jugueteando, chupeteándolo. Tumbándome suavemente sobre su cama. Quitándose los bòxer. Yo contemplando su glorioso cuerpo desnudo. Dejando de reírme cuando las cosas empezaron a ponerse muy intensas. Su mirada paseándose sobre mi cuerpo; sus labios, sobre cada centímetro de mi piel. Mis dedos sobre cada centímetro de su cuerpo, deslizándose sobre cada músculo perfectamente definido. Besando su pronunciada mandíbula, su cuello, su pecho, su abdomen. El gemido que emitió cuando le lamí la punta del miembro...»
Al notar que mis náuseas habían remitido un poco, me coloqué en cuclillas y me esforcé en recordar el resto.
«... Hyukjae tumbándome boca abajo y penetrándome rápida y suavemente. Yo conteniendo el aliento ante el indecible placer que sentí. Nuestras caderas moviéndose al unísono. Las vertiginosas sensaciones. Los placenteros sonidos que él emitía. Los sorprendentes sonidos que emitía yo. El largo tiempo que dedicamos a cada caricia, cada movimiento, mientras nuestros cuerpos embriagados absorbían cada sensación. Su cálido aliento sobre mi hombro. Estábamos a punto de alcanzar el clímax, tan intenso, tan increíble. Gritando ambos al unísono cuando nos corrimos juntos. Sintiendo la tibieza de su semen dentro de mí. Jadeando junto con él mientras los latidos de nuestros corazones se normalizaban. Mirándonos a los ojos. Perdiendo el conocimiento en sus brazos...»
Me levanté temblando, aunque menos mareado, me lavé la cara y me cepillé los dientes. Sorprendido, comprendí que la noche pasada con él había sido... increíble.
Me encaminé hacia mi habitación, absorto en mis pensamientos, y me detuve al entrar, al contemplar la cama hecha y ordenada. Todos los sentimientos que había experimentado la noche anterior, sobre la ruptura entre Siwon y yo, que había reprimido a base de alcohol y, sí, acostándome con Hyukjae, se abatieron violentamente sobre mí. Caí de rodillas y rompí a llorar.
No recuerdo cuándo, pero, en algún momento durante el día, bajé y recogí mi pantalón de la escalera. Me lo puse y me detuve al pie de la misma, sin saber qué hacer. Tenía mucha sed y la cabeza aún me dolía, pero lo que más me dolía era el corazón.
Me senté en el escalón y sepulté la cabeza entre las manos. Las lágrimas volvieron a aflorar y sentí el extraño deseo de que Hyukjae regresara a casa. Quería que mi amigo me rodeara los hombros con el brazo y me dijera que todo se arreglaría. Que la noche anterior no había cometido un error monumental al romper con Siwon...Bueno, dos errores monumentales. Hyukjae... No sé qué me había ocurrido la noche anterior. Desde luego, el tequila había influido, pero ¿sólo eso? A Sunny le encantaría que le contara esa historia, cosa que no pensaba hacer. Se habían encendido numerosas alarmas y yo las había ignorado todas. Estaba claramente escrito en la pared que él era un tipo que se acostaba con todo mundo que se le ponían a tiro. Y se había producido ese... malentendido con Tiffany, su excompañera de apartamento. Todo indicaba que era una constante en su vida.
Genial. Ahora no sólo me había quedado completamente solo, sino que, al igual que había sucedido con Tiffany, era probable que Hyukjae me pidiera que me marchara. Y encima me quedaría sin casa. Pero eso no acababa de cuadrarme. Yo siempre le había visto tratar bien a la gente. Es verdad que le gustaba tomarme el pelo todo el rato, pero no de forma cruel. No me lo imaginaba echándome sin contemplaciones de su casa, sabiendo que yo no tenía ningún sitio a donde ir. Pero podía hacerme la vida tan incómoda que al fin decidiera marcharme. Deseaba marcharme ahora mismo... La perspectiva de su sonrisita divertida y satisfecha me produjo un nudo en el estómago. «Yo no era más que otra persona en su lista», pensé con tristeza. ¿Dónde se había metido? ¿Tanto le molestaba verme que se había ido para no soportar mi presencia?
Qué idiota era yo. Me juré no volver a probar el alcohol.
Por fin, dejé de autocompadecerme, me levanté y me bebí el vaso de agua que ansiaba. Me bebí tres. Enchufé de nuevo el teléfono y lo miré durante veinte minutos. Sentí el desesperado deseo de llamar a Siwon, de decirle que lo necesitaba y que la noche anterior había cometido un error garrafal, peor de lo que pudiera imaginarse. Pero no podía. Mi sentimiento de culpa era demasiado grande para hablar con él. Después de pasar otros cinco minutos contemplando el estúpido aparato, me obligué a subir de nuevo la escalera y darme una ducha, pensando que el agua eliminaría mi desesperación. Pero no fue así. Luego, me acosté en mi cama, contemplando una fotografía de Siwon y yo en la mesita de noche, y rompí de nuevo a llorar.
Al cabo de un rato, mi vieja desesperación dio paso a una nueva. Tenía que ir a trabajar. Me vestí como una autómata, me rpeinè el pelo me perfumè. Tenía un aspecto horrible. Me sentía horrible, pero al menos la habitación había dejado de girar y las náuseas habían cesado. Si hubiera podido hacer algo para aliviar la angustia que sentía en el corazón...
Llegué al bar SM con retraso —aún no me había acostumbrado a conducir un coche con cambio de marchas manual y las cuestas no facilitaban la cosa— y pasé con prisas junto a Sunny. No quería que, en esos momentos hiciera ningún comentario sobre mi aspecto. Tenía los nervios muy alterados cuando arrojé mi chaqueta en el cuarto del personal. No sabía si Hyukjae vendría esa noche. ¿Me resultaría raro verlo... después de haberlo visto durante toda la noche? Ese pensamiento hizo que me sonrojara cuando entré de nuevo en el bar. Eché un vistazo a las mesas, pero no estaba allí, no había venido ninguno de los miembros de la banda. Respiré hondo y desterré los recuerdos de Siwon y Hyukjae al fondo de mi mente.
Conseguí llevar a cabo la primera mitad de mi turno con relativa calma, o, mejor dicho, como un autómata. Sólo perdí los nervios cuando Chen me llevó aparte y me preguntó que me ocurría. Las lágrimas comenzaron a rodar de inmediato por mis mejillas mientras le repetía la conversación que había mantenido con Siwon la noche anterior. Èl se apresuró a abrazarme, lo cual desencadenó otro torrente de lágrimas, y me dijo que todo iría bien, que Siwon y yo estábamos hechos el uno para el otro y que los problemas se solucionarían. Me sonrió de forma tan tranquilizadora, que sentí un atisbo de esperanza de que las cosas se resolvieran. Entonces, recordé la segunda parte de la noche. Cuando Chen me abrazó de nuevo, se me ocurrió contárselo.
—Chen...
Èl se apartó y me miró con dulzura, aguardando. Tenía un rostro abierto y sincero. Era una persona maravillosa, y al mirarlo me sentí aún más culpable. Probablemente no lo entendería... Me miraría de modo distinto. Quizá pensaría mal de mí y me retiraría su amistad. En parte, dudaba de que me juzgara severamente, pero yo mismo me juzgaba con dureza en esos momentos, y no quería que nadie pensara mal de mí. No, no podía contar a nadie lo de Hyukjae.
—Gracias por escucharme.
—Siempre estaré dispuesto a hacerlo, Donghae. —Chen sonrió, me abrazó de nuevo y ambos reanudamos nuestras tareas.
Aproximadamente una hora más tarde, oí un sonido a través de la puerta principal que hizo que contuviera el aliento. Las estridentes carcajadas de Heechul al entrar en el bar. Yesung lo siguió de inmediato, agachándose al pasar a través de la puerta y pasando junto a Heechul, riendo al igual que éste. Los miré como atontado. Habían aparecido dos..., faltaban otros dos. Kangin apareció al cabo de unos segundos, con aspecto cabreado. Miró con gesto hosco a Heechul y a Yesung, que seguían riéndose, por lo visto de él. Fulminándolos con la mirada, dio media vuelta y se dirigió hacia la mesa que ocupaban habitualmente. Miré como un tonto la puerta mientras Heechul y Yesung seguían a Kangin, sin dejar de reírse.
Sólo faltaba uno.
Me quedé mirando la puerta, pero no ocurrió nada. Meneando la cabeza y sintiéndome como un estúpido, comprendí que hyukjae no iba a venir. ¿Había decidido evitarme también en el bar? Curiosamente, eso me parecía peor que el hecho de que me evitara en casa. Sentí que las lágrimas volvían a aflorar a mis ojos.
Chen se me acercó y apoyó una mano en mi hombro.
—No tienes buena cara. ¿Te sientes bien?
Pestañeé para reprimir las lágrimas.
—Sí, estoy bien. —La vorágine de emociones en la que me había visto atrapado empezaba a pasarme factura. Estaba agotado. Chen debió de percatarse.
—Vete a casa, Donghae.
Sacudí la cabeza. Podía y debía cumplir con mi obligación. —Estoy bien, Chen... Es que ha sido un día muy largo. Pero resistiré.
Èl empezó a conducirme hacia el cuarto del personal.
—Vete. Esto está muerto esta noche... Yo te supliré. —Mantuvo las manos sobre mis hombros hasta que llegué al pasillo que conducía al fondo.
—De veras, Chen, no es necesario.
—Lo sé, lo sé... Eres fuerte, lo superarás. —Me sonrió con aire burlón—. Anda, vete a casa... Si quieres, mañana puedes suplirme a mí si decido marcharme temprano.
Me reí un poco. De pronto, me sentía muy cansado y me pareció una gran idea.
—De acuerdo..., me voy.
No recuerdo haber conducido hasta casa; recuerdo que estaba en el aparcamiento, despidiéndome de Chen, que dijo que al día siguiente iría a verme, y lo siguiente que recuerdo es que me dirigía hacia el portal de casa, observando el lugar donde Hyukjae solía dejar su coche. Aún no había llegado. Eso me irritó un poco; luego, me entristeció, y, por último, hizo que me sintiera más cansado. Entré en casa sintiendo que me flaqueaban las fuerzas y subí a mi habitación. Me puse el pijama con rapidez y me desplomé sobre la cama. Unas cuantas lágrimas más me rodaron por las mejillas antes de que por fin me quedara dormido.
El sofocado sonido de unos pasos en la escalera me despertó al cabo de lo que supuse que debían de ser unos segundos. Deduje que era Hyukjae, que había regresado a casa. Miré el reloj: las once y diez de la noche. Quizás había supuesto que estaría dormido y que no tendría que verme. Me esforcé en reprimir las repentinas lágrimas de soledad que afloraron a mis ojos. Debí quedarme trabajando en el bar...
Curiosamente, la puerta de mi habitación se abrió un poco. Genial. Hyukjae iba a pedirme que me fuera, e iba a hacerlo ahora. Aquí tienes mi corazón, Hyukjae, que está destrozado, si quieres puedes acabar de hacerlo añicos. Si pensaba que yo estaba dormido, quizá se marcharía y esperaría a mañana. La idea me produjo un atisbo de esperanza y me quedé inmóvil, procurando respirar de forma normal y acompasada.
No iba a funcionar. Se había sentado en la cama, junto a mí. El muy cretino. ¿Era posible que no pudiera esperar a mañana para ponerme de patitas en la calle? Resistí el impulso de suspirar y decirle que regresara a su habitación, que me iría al día siguiente, que no pensaba molestarlo quedándome allí. Pero seguí confiando en que se marchara, de modo que seguí fingiendo que dormía.
Apoyó la mano en mi hombro y me esforcé en no apartarme bruscamente.
—¿Donghae? —Un acento que me resultaba más que familiar penetró en mis sombríos pensamientos.
Estupefacto, abrí los ojos y me volví hacia la figura que estaba sentada en la cama junto a mí.
—¿Siwon...? —Los ojos se me llenaron enseguida de lágrimas.
¿Estaba aún dormido? ¿Era él de verdad?
Siwon sonrió; sus cálidos ojos también brillaban.
—Hola —musitó.
—¿Qué..., por qué..., cómo...? —En mi confusión, era incapaz de formular una pregunta coherente.
Él apoyó la mano en mi mejilla y me enjugó una lágrima.
—Eres mi corazón —fue cuanto dijo.
Sollozando, me incorporé y le arrojé los brazos al cuello. —Siwon... —Traté de hablar con voz entrecortada—. Lo siento...
—En mi fuero interno, lo sentía más por lo de Hyukjae que por la disputa que habíamos tenido, pero no estaba dispuesto a decírselo.
—Calla... —Siwon me abrazó, meciéndome con ternura y acariciándome el pelo—. Estoy aquí..., todo irá bien.
Me aparté para mirarlo y vi que tenía lágrimas en las mejillas. —¿Has vuelto... por mí?
Él suspiró y me recogió un mechón de pelo detrás de la oreja. —Pues claro. ¿Acaso creías que no lo haría? ¿Que iba a dejar que te me escaparas? Te quiero... —Su voz se quebró un poco al decirlo.
Tragué saliva para eliminar el nudo que se me había formado en la garganta.
—¿Y tu trabajo?
Él suspiró de nuevo.
—Les he dicho que no.
De pronto, me invadió una sensación de desesperación por lo egoísta que había sido. Dos años..., anoche me habían parecido una eternidad, pero, ahora, al abrazarlo, me parecía un espacio de tiempo ridículamente breve.
—Lo siento mucho, reaccioné de forma exagerada. Por supuesto que debes aceptar el empleo. ¡Llámalos y diles que vas a volver! Dos años no son nada. Es tu sueño... —Mi sentimiento de culpa había dado paso al pánico.
—Donghae... —Siwon me interrumpió—. Ya se lo han ofrecido a otra persona.
—Ah. —Me mordí el labio—. ¿Y tu puesto de becario?
Él volvió a suspirar.
—No, se lo dieron a otra persona cuando acepté el trabajo. Mientras mi mente asimilaba los hechos, no pude articular palabra. Siwon había renunciado a todo... por mí. El puesto de becario con el que había soñado, que era el motivo por el que nos habíamos
trasladado allí, el trabajo que se presenta tan sólo una vez en la vida y que no habían ofrecido nunca a ningún becario en prácticas. Todo se había esfumado, porque yo no podía esperar dos cortos años y él no quería perderme.
Me asaltaron de nuevo unas lágrimas de pena y arrepentimiento.
—Lo siento, lo siento mucho, Siwon, de veras... —repetí una y otra vez mientras él me estrechaba contra su hombro. Cuando las lágrimas por mi egoísmo cesaron al fin, empecé a derramar lágrimas de remordimiento por haberme acostado la noche anterior con Hyukjae, durante el breve tiempo que Siwon y yo habíamos estado distanciados.
Éste me abrazó con fuerza, diciéndome una y otra vez que todo se arreglaría, que estaríamos juntos y que eso era lo único que importaba. Al fin, más para distraerme que por otro motivo, me tomó con delicadeza el mentón y me besó larga y dulcemente en los labios.
El calor, la familiaridad, el confort de ese beso silenció durante unos momentos mi cerebro saturado del sentimiento de culpa. Luego, cuando Siwon separó los labios y su lengua acarició la mía, se despertó otra parte de mi cerebro. Sentí un intenso deseo sexual y lo besé de forma apasionada. No pude evitar que rodaran unas pocas lágrimas por mis mejillas, que él enjugó tiernamente con el pulgar.
Luego, hizo que me tumbara de nuevo sobre las almohadas y me besó en los labios, la barbilla y la frente mientras seguía acariciándome la mejilla. Yo pasé la mano a través de su pelo, por su mejilla, por su barbilla —palpando con las yermas de los dedos el nacimiento de su pelo, que me resultaba tan familiar— y por sus labios. Me parecía increíble que estuviera realmente allí conmigo.
Arrinconé el dolor, la culpa y el horror de lo que había hecho la noche anterior en el lugar más remoto de mi mente. Ya me enfrentaría a ello al día siguiente. En ese momento sólo podía concentrarme en el presente. Oprimí mis labios contra los suyos y lo besé con frenesí. Él emitió un placentero sonido gutural y su respiración se aceleró.
Lo aparté un poco y retiré las mantas que me cubrían. Siwon había permanecido mucho tiempo ausente. Lo necesitaba más cerca de mí.
—Acuéstate.
Él se levantó, se desnudó con rapidez, se metió en la cama y me abrazó. Se acurrucó junto a mí y me besó en el cuello.
—Te he echado de menos —murmuró contra mi piel.
Yo contuve el aliento y pestañeé rápidamente para reprimir una lágrima. «Más tarde», me repetí.
—No sabes cuánto te he echado de menos, Siwon —suspiré, acercando de nuevo su boca a la mía. Parecía como si sus labios fueran oxígeno y yo estuviera ahogándome; no podía dejar de besarlos. Era lo único que deseaba. Lo único que necesitaba era sentir sus tiernos labios sobre los míos, su lengua acariciar la mía. Mi mente empezó a relajarse junto a él, poco a poco a dejar de pensar.
Él empezó a bajarme el pantalón, lenta y delicadamente. Suspiré y lo besé con más ardor. Me lo quitó y empezó a despojarme de mis prendas interiores. Mi mente se despertó y de pronto temí que se diera cuenta, que su sexto sentido le dijera que le había sido infiel. Pero me quitó la ropa interior sin titubeos. Sus labios no se separaron de los míos; seguía jadeando. No me odiaba. Seguía deseándome.
Introdujo los dedos dentro de mí y mi mente se desconectó por completo. Ya no me importaba nada.
Me quité la camiseta sin mangas, pues necesitaba sentir toda mi piel oprimida contra la suya. Por fin, apartó los labios de los míos y los deslizó sobre mi cuello, sobre mi pecho. Me chupó y mordisqueó los pezones mientras sus dedos se deslizaban sobre mi piel húmeda. Gemí al decir su nombre.
—Siwon...
Él dejó de lamerme el pezón y me miró. Entonces, yo acerqué sus labios a los míos.
—Te necesito... —murmuré. Lo dije con toda la sinceridad con que cabe interpretar esas palabras.
Él se montó suavemente sobre mí, sustituyendo sus dedos por algo que me satisfizo más. Contuve el aliento y cerré los ojos cuando me penetró. Un escalofrío me recorrió el cuerpo cuando empezó a moverse. El dolor de la soledad que había experimentado la última semana me asaltó de improviso y se me escapó una lágrima.
—Dios, cuánto te he echado de menos...
Él se inclinó sobre mí.
—Te amo —murmuró con voz ronca.
Al cabo de unos instantes, mi deseo sexual se intensificó a la par que el suyo. No pude reprimir gemir de pasión, y me dejé llevar. Durante ese momento perfecto, no me importaba dónde me hallaba o quién más había allí. Lo único que me importaba era que Siwon estaba por fin conmigo. Alcanzamos juntos el orgasmo. Después, me abrazó durante largo rato, acariciándome el pelo y besándome en la sien, hasta que por fin se quedó dormido.
Yo, sin embargo, estaba completamente despierto.
La habitación, en la que sólo se oía la tenue respiración de Siwon, de pronto me producía una sensación de ahogo. Mi culpa, mi dolor, que había conseguido arrinconar, regresaron con toda la fuerza. Como no quería despertar a Siwon, para que no se percatara de mi desesperación y me preguntara el motivo, me vestí y salí de la habitación, cerrando la puerta tan sigilosamente como pude. Sin mirar la puerta de la habitación de Hyukjae, bajé la escalera. Llegué al cuarto de estar antes de que las lágrimas empezaran a caer por mis mejillas.
Fue el hecho de ver las bolsas de Siwon detrás de la butaca, su chaqueta colgada del respaldo, lo que abrió por fin las esclusas que habían contenido el río de lágrimas inducidas por mi sentimiento de culpa. Me dejé caer pesadamente en la butaca, apoyé la cabeza contra la fría manga de su chaqueta y rompí a llorar. Al cabo de lo que me parecieron horas, seguía sentado en la butaca, absorto en mis pensamientos, mi desesperación y mi culpa, cuando una ligera llamada a la puerta me arrancó de mi abatimiento. Preguntándome quién podía ser a estas horas, y confiando en que quien fuera no despertara a Siwon, me sequé las lágrimas y me dirigí con sigilo hacia la puerta.
Al abrir me encontré a un BM con aspecto agotado, sosteniendo a Hyukjae, que parecía muy borracho.
—Creo que esto es tuyo. —Sin esperar a que el estupor se borrara de mi rostro, BM entró, arrastrando a medias a Hyukjae hacia el cuarto de estar, y lo sentó en la butaca—. Toma, es todo tuyo.
Miré a Hyukjae sin dar crédito. La noche anterior estaba bastante bebido, pero jamás lo había visto en ese estado. Permaneció sentado en la silla, con la espalda encorvada y cabizbajo, como si fuera incapaz de enderezarse.
—¿Qué ha pasado? —pregunté.
—Imagino que ha sido el whisky. No lo sé, me lo encontré en este estado. —BM encogió sus gigantescos hombros.
—¿Te lo encontraste?
—Sí, no fue difícil. Por poco tropiezo con él: estaba tendido frente la puerta de mi casa. —BM se volvió para marcharse, pasándose la mano por su cabeza pelada y su rostro cansado—. Bueno, he cumplido al traer a este idiota a casa. Tengo que irme a descansar. Estoy hecho polvo.
—¡Espera! ¿Qué se supone que...? —Pero dejé la frase sin terminar cuando BM desapareció a través de la puerta—. Genial.
Regresé junto a Hyukjae, que seguía desplomado en la butaca, preguntándome qué le había ocurrido. Lo más probable era que hubiera ido de fiesta con unas chicas. La idea me irritó, y luego me irritó el hecho de que me sintiera irritado. Le di una palmada en el muslo.
—Hyuk...
Él levantó la cabeza lentamente, entrecerrando los ojos contra la tenue luz que emitía la lámpara.
—Vaya, pero si eres mi compañero de apartamento... —Recalcó las últimas palabras de forma extraña y se mordió el labio inferior. Se levantó con torpeza debido al estado en que se hallaba. Mejor dicho, intentó hacerlo, pero se derrumbó de nuevo en la silla, con gesto de sorpresa.
Suspiré y le tendí la mano.
—Deja que te ayude.
Él alzó la vista y me miró furioso.
—No necesito tu ayuda —replicó, casi escupiendo las palabras. Sorprendido, dejé caer la mano y lo observé ponerse en pie..., pero enseguida empezó a bambolearse. Yo me apresuré a ayudarlo a recobrar el equilibrio, colocando mi hombro debajo del suyo, la mano sobre su pecho, sosteniendo su peso..., tanto si quería como si no. Él se apoyó un poco contra mí, sin intentar apartarme.
Olía que apestaba a whisky y a vómitos. Me pregunté de nuevo qué diablos había hecho.
—Vamos. —Lo conduje hacia la escalera. El hecho de sentir su cuerpo junto al mío evocó unas imágenes de la noche anterior. No estaba seguro de qué efecto me producían, aparte de un sentimiento de culpa que procuré desterrar al fondo de mi mente. Aún no podía enfrentarme a ello.
De alguna forma, conseguí que subiera la escalera. Por cada dos peldaños que subía, bajaba uno. A mitad de camino, empezó a desplomarse y, durante un momento, temí que fuera a caer sobre sí en la escalera. Eso evocó un recuerdo tan vívido que me sonrojé y le golpeé en el pecho para obligarlo a seguir avanzando. Él no dijo nada pero me miró, mostrando una expresión entre irritado y otra emoción que no logré descifrar.
Poco antes de alcanzar la cima de la escalera, chocamos estrepitosamente contra la pared y me quedé helado, mirando la puerta de mi habitación y rogando a Dios que Siwon no se despertara. Hyukjae dirigió también la vista hacia allí, pero no pude ver su expresión porque tenía los ojos fijos en ella. No oí ningún movimiento, de modo que solté un suspiro de alivio y miré a Hyukjae, que observaba el suelo con mirada ausente.
Yo quería ayudarlo de alguna forma. Pensé que quizás una ducha eliminaría el hedor que emanaba su cuerpo y aliviaría la resaca que tendría al día siguiente. El cualquier caso, tendría un despertar espantoso, pero, si se despertaba tan borracho como estaba ahora, se pondría a vomitar como un descosido. Lo llevé al baño y lo senté en el retrete. Él me observó en silencio con la mirada perdida.
Abrí el grifo de la ducha, preguntándome si sería capaz de ducharse solo sin matarse. Me ruboricé al pensar que quizá tuviera que desnudarlo. Él eliminó esa opción poniéndose de pie con torpeza y metiéndose en la ducha completamente vestido. Se apoyó contra la pared y se sentó en el plato de la ducha, cerrando los ojos y dejando que el agua lo empapara. El agua se deslizaba sobre su rostro, haciendo que el pelo se le pegara a la piel. Tenía los labios entreabiertos y jadeaba. La empapada camiseta acentuaba los músculos de su torso. Incluso borracho como una cuba, estaba increíblemente atractivo.
Suspiré de nuevo. Sus botas estaban lo bastante alejadas del agua como para que pudiera quitárselas, junto con sus calcetines, antes de que quedaran empapados. Pensé en qué otra cosa podía hacer por él. Le acaricié el rostro y le pasé las manos a través del pelo, dejando que el agua se deslizara sobre ellas. Él suspiró, sin abrir los ojos. No pude evitar recordar los momentos en que le había acariciado el pelo la noche anterior. Tragué saliva para aliviar el doloroso nudo que se me había formado en la garganta.
Estaba tan quieto que temí que hubiera perdido el conocimiento. Yo no podría moverlo solo. Tendría que ir en busca de Siwon. ¿Y si a Hyukjae se le escapaba algo? ¿Y si le contaba lo ocurrido? Yo quería evitar a toda costa que Siwon se enterara. Había vuelto por mí. Había renunciado a todo y había vuelto... por mí. Si se enteraba de lo ocurrido, se llevaría un disgusto mortal.
Cerré el grifo, pero Hyukjae no se movió. Le aparté unos mechones que le caían sobre los ojos. Pero seguía inmóvil.
—Hyukjae... —Lo abofeteé ligeramente en la mejilla. Nada—. Hyukjae... —Lo abofeteé más fuerte. Él gimió suavemente y abrió los ojos como atontado. Trató de enfocar la vista sobre mi rostro; luego, pestañeó con exagerada lentitud y meneó un poco la cabeza.
—Vamos.
Lo agarré del hombro y tiré de él, preguntándome si conseguiría sacarlo de la ducha. Había intentado que la resaca fuera menos dolorosa, pero en esos momentos no me parecía un plan tan brillante. Por fin, mis esfuerzos dieron resultado y logré que se levantara y saliera de la ducha, trastabillando y poniéndolo todo perdido de agua. Lo sequé (y de paso a mí) como pude, y, por último, le froté el pelo con la toalla y se lo alisé con la mano. Él me miró como si eso le molestara, de modo que me detuve.
Lo tomé de la mano y lo conduje a su habitación. Tenía muchas preguntas que hacerle, pero él no parecía tener ganas de hablar. Antes de que las cosas se pusieran tan intensas entre nosotros la noche anterior, él había respetado mi silencio. Lo menos que podía hacer ahora era respetar el suyo.
El hecho de estar con él en su habitación evocó más imágenes que no quería recordar. Las cuales se hicieron aún más gráficas cuando Hyukjae se quitó la camisa. Cuando empezó a desabrocharse los vaqueros, di media vuelta y me dirigí hacia la puerta. Pero no pude evitar observarlo a través de la puerta entornada. Empezó a quitarse los vaqueros, pero dio un traspié y tuvo dificultades debido a que el tejido estaba empapado. Pensé en entrar de nuevo para ayudarlo, pero por fin consiguió quitárselos. Se quedó de pie, contemplando la cama vestido únicamente con sus boxers.
De pronto, se pasó la mano por el pelo húmedo y se volvió hacia la puerta. Ignoro si me vió a través de la rendija, tomando en cuenta que apenas había sido capaz de reconocer mi rostro en la ducha. Me sentí un poco culpable al observarlo sin que él lo supiera, pero me dominaba la curiosidad por averiguar qué iba a hacer y no pude evitarlo.
Su rostro era indescifrable. Miró la puerta, su cama y de nuevo la puerta. Después de mirar por última vez la cama, perdió la batalla contra la gravedad y se desplomó sobre las sábanas.
Lo observé durante unos momentos. Al ver que su respiración se ralentizaba y normalizaba, supuse que había perdido el conocimiento. Entré de nuevo en su habitación. Me detuve, observando su increíble perfección mientras dormía. Por fin, alisé las sábanas y lo cubrí con ellas. Mientras lo miraba, sentí el disparatado deseo de besarlo. Me senté en el borde de su cama, suspiré suavemente y me incliné para besarlo en la frente. Le aparté el pelo y le acaricié la mejilla, preguntándome dónde habría estado, y si habría pensado en la noche que habíamos pasado juntos. ¿Debí decirle que Siwon había vuelto?
¿Le contaría él lo ocurrido a Siwon? ¿Cambiarían las cosas entre nosotros?
Él se movió y retiré mi mano de su mejilla. Fijó sus ojos castaños en los míos y me quedé helado.
—No te preocupes —murmuró—. No voy a decírselo. —Luego, cerró los ojos y se quedó dormido.
Me quedé sentado en el borde de la cama, pensando en lo que me había dicho. ¿Cumpliría su palabra y no se lo diría? ¿Cómo sabía que Siwon había regresado? ¿Qué ocurriría mañana?
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Inconsciente
FanfictionEn los dos años que lleva de novio de Siwon, Donghae cree que ha encontrado al hombre que siempre ha deseado. Cuando los dos se mudan a una nueva ciudad para empezar a vivir juntos, donde Siwon encontrará el trabajo de sus sueños y él se inscribirá...