Adicto al sexo

228 17 5
                                    

Después de varias noches sin pegar ojo, una mañana bajé la escalera con Siwon. De un tiempo a aquella parte esperaba a que él estuviera vestido antes de bajar a beberme un café. Siwon insistía en que siguiera durmiendo, que no era necesario que me levantara con él, pero me había habituado a levantarme temprano para pasar un rato con Hyukjae por las mañanas y no conseguía abandonar esa costumbre.

El hecho de que Hyukjae hubiera alterado mi fisiología me irritaba, pero, al entrar en la cocina con Siwon y verlo allí, me irrité aún más. No fueron sus ojos oscuros y absurdamente perfectos, que se fijaron en nosotros cuando entramos; no fue su pelo absurdamente perfecto, revuelto y desgreñado; no fue su cuerpo cincelado y absurdamente perfecto, y no fue la estudiada sonrisa y absurdamente perfecta que nos dirigió. ¡Fue su estúpida camiseta!

Estaba apoyado contra la encimera, esperando a que el café estuviera listo, con ambas manos a la espalda, haciendo que las vistosas letras sobre su camiseta destacaran aún más. Decían simplemente: «Canto a cambio de sexo». En él quedaba extraño. Era un tipo de prenda más propia de Kangin, lo cual me hizo sospechar de dónde la había sacado. Era grosera. Obscena. ¡Me cabreó!

Siwon sonrió al verla.
—¡Caray! ¿Es verdad que...?
Me apresuré a interrumpirlo.
—Como se te ocurra pedirle una, dormirás en el sofá durante un mes. —Mi tono era algo más áspero de lo que merecía una hortera camiseta, pero no pude evitarlo.

Sin embargo, a Siwon mi reacción le pareció divertida. Esbozó su sonrisa de despistado y ladeó la cabeza.

—No pensaba hacerlo, cielo. —Me dio un beso rápido en la mejilla y se acercó a Hyukjae y le dio una palmadita en el hombro antes de sacar dos tazas de la alacena, una para mi café y otra para su té. Volviéndose hacia mí, que seguía mirándolo mosqueado, se rió y dijo:

—Además, sabes que no sé cantar.

Hyukjae, que nos había estado observando en silencio con una sonrisa de regocijo, se rió por lo bajo y reprimió una carcajada.

Furioso con los dos, arrugué el ceño y dije fríamente:

—Cuando el café esté listo, estaré arriba. —Di media vuelta y salí furioso de la cocina, escuchando las incontenibles carcajadas de ambos mientras subía la escalera.

Horas más tarde, mientras trabajaba preso de una profunda indignación por el incidente de esa mañana, me interrumpió una dulce voz.

—Has vuelto a hacerlo, Donghae. —Chen se inclinó sobre una mesa y me sonrió.

—¿Qué? —pregunté, sacudiendo un poco la cabeza para salir de una especie de trance en el que estaba sumido.

Me costaba concentrarme. Hyukjae había empezado a hacer algo que no había hecho en todos los meses que Siwon yo llevábamos viviendo con él. Había empezado a salir con mujeres, según decía. Cada noche traía a una chica distinta a casa, y cada noche yo tenía que oír a su cita a través de los delgados tabiques del apartamento. En este contexto, cabe interpretar el término «cita» de forma muy generalizada, puesto que a ninguna de esas mujeres parecía interesarle Hyukjae como persona. Estaban más enamoradas de su pequeña porción de fama, y, por supuesto, de su fabuloso cuerpo. Nunca veía a la misma mujer dos veces en nuestra casa, y Hyukjae parecía tener una colección infinita de amigas. Me ponía enfermo. Resultaba imposible conciliar el sueño. Por fin, una noche me desmayé debido al agotamiento. Pero esa situación, junto con la constante y dolorosa crispación que sentía, empezaba a pasarme factura.

—Estás mirando furioso a Hyukjae. ¿Pelearon? —Chen me miró con curiosidad.

Me sobresalté, comprendiendo que llevaba unos minutos mirándolo furibundo sin darme cuenta, absorto en mis pensamientos. Confié en que nadie más se hubiera percatado. Me esforcé en adoptar una sonrisa que pareciera natural—. No, estamos bien..., perfectamente.

InconscienteWhere stories live. Discover now