El nuevo empleo de Siwon consistía en trabajar para una compañía de marketing que trataba principalmente con clientes a través de Internet. Era muy inferior al prestigioso puesto de becario en una de las mayores compañías de publicidad al que había renunciado. Su brillantez, que sus jefes habían apreciado y fomentado en su anterior trabajo, en esta empresa casi estaba mal vista. Las personas mezquinas con las que trabajaba se sentían intimidadas por sus ideas. Lo trataban poco menos que como al chico de los recados, encargándole tareas inferiores para sentirse ellos más importantes.
Siwon odiaba su trabajo. Nunca me lo dijo con claridad, pues quería evitarme dolor o un sentimiento de culpa, pero yo lo sabía. Lo veía en sus ojos cuando se quedaba en la cocina, retrasando el momento de irse a trabajar. Lo percibía en su talante abatido cuando entraba en el bar por las noches después de terminar su jornada. Se sentía muy desgraciado.
Una noche, en el bar SM, después de una larga jornada de trabajo, Siwon se sentó solo en una mesa al fondo a beberse una cerveza, absorto en sus pensamientos. Quería acercarme y hablar con él, pero no quedaba nada que decir. Ya le había dicho que con el tiempo las cosas mejorarían, pero no parecía ser el caso. También le había prometido que lo amaría eternamente por haber regresado junto a mí. Eso le había hecho sonreír un poco, pero poco más. Incluso le había animado a que dejara el trabajo y buscara otro empleo, pero las oportunidades escaseaban. Seguía buscando otro trabajo, pero, de momento, si quería permanecer en su ámbito profesional, y si quería quedarse en Seùl, tenía que conformarse con lo que tenía.
Suspiré al verlo. Miré a Hyukjae, que estaba sentado con sus colegas de SuJu a una mesa cerca de la de Siwon. Confiaba en que al fin se sentara junto a Siwon y hablara con él, para animarlo. Pero Hyukjae charlaba con Yesung y estaba de espaldas a Siwon. Desde una perspectiva ajena, probablemente no tenía nada de particular, pero yo sabía que Hyukjae seguía rehuyendo a Siwon. Ni siquiera se dignaba a mirarlo, y rara vez cambiaba con él unas pocas y educadas frases. Anhelaba que Hyukjae abandonara esa actitud y volviera a ser su amigo, como había dicho que era. Entendía que se sintiera culpable —yo también me sentía así—, pero había llevado las cosas demasiado lejos. Siwon no se merecía eso ahora.
El móvil, situado junto a la cerveza de Siwon, empezó a sonar y él respondió suspirando. La empresa quería tenerlo disponible las veinticuatro horas del día, y le había dado el móvil con órdenes de que sólo podía utilizarlo para hablar con ellos y que cuando sonara debía atender la llamada. A mí aquello me irritaba sobremanera. Sobrepasaba con mucho las obligaciones de un becario.
Después de hablar unos minutos de mala gana, Siwon apagó el móvil, se levantó y se acercó a mí.
—Hola. —Trató de sonreír, pero vi que era una sonrisa forzada.
—Hola. —Sonreí para tranquilizarlo, pero empecé a irritarme sabiendo de antemano la conversación que íbamos a tener.
—Lo siento —dijo con brusquedad—. Era Minho. Tengo que irme. —Minho era un hombre irritante y astuto, que parecía disfrutar enviando a Siwon a hacer unos recados absurdos, preferentemente fuera de su horario laboral. Su última misión vital consistía en pasarse por la tintorería y Starbucks.
—¿Otra vez? —Siwon... —No quería mostrarme de mal humor, pero lo estaba, y mi voz lo denotaba. Estaba harto de las interminables tareas que ocupaban continuamente la mente y el tiempo de Siwon, las cuales eran indignas de alguien tan brillante como él.
—Donghae —replicó enfadado—, es mi trabajo. Tengo que hacerlo. Esta vez la irritación en mi voz era intencionada.
—Antes no lo era.
—No, no lo era...
El sentimiento de culpa se mezclaba con mi enojo, incrementándola. Me volví bruscamente de espaldas a él y empecé a recoger los vasos vacíos de una mesa cercana.
—De acuerdo, nos veremos más tarde.
La indignación propició en mí unos pensamientos sombríos. Él era quien había renunciado a todo para regresar junto a mí. Si me hubiera dado un poco de tiempo, me habría calmado y probablemente habríamos encontrado una solución. Odiaba sentirme culpable por la decisión que él había tomado. Bastante culpable me sentía por mi asunto con Hyukjae.
Sin añadir palabra, Siwon dio media vuelta y se marchó del bar. Yo lo observé desaparecer a través de la puerta de doble hoja y estaba de nuevo con mis quehaceres cuando comprobé que Hyukjae me estaba observando. Sabía que había estado pendiente de nuestra conversación. «Genial, más motivo de satisfacción para él», pensé mientras en mi mente se agolpaban aún los pensamientos sombríos. Se levantó despacio y se dirigió hacia mí. Mi malhumor alcanzó su punto álgido. No estaba de humor para que Hyukjae se metiera conmigo en ese momento. Él nunca había reconocido que se portaba conmigo como un cretino, y su actitud hacia mí apenas había cambiado desde nuestra conversación en la cocina. Al recordarla, sentí de nuevo una profunda irritación. Al parecer, según él, nunca habíamos sido amigos.
Me afané en apilar los vasos, ignorándolo.
Se acercó a mí, se pegó a mi lado y me miró. Era un gesto muy íntimo y experimenté una extraña sensación. Aunque había bastante gente en el local, no estaba abarrotado. A cualquiera que nos estuviera observando le habría chocado ver a Hyukjae tan pegado a mí. De manera instintiva, me aparté y lo miré enojado. Pero ¿no habíamos quedado en que iba a ignorarlo?
—¿Siwon ha vuelto a dejarte plantado? Si te sientes solo, puedo buscarte otro compañero de copas —dijo, antes de sonreír con malicia—. Por ejemplo, Kangin.
—¡Esta noche no tengo ganas de aguantar tus babosadas, Hyukjae!
—No pareces sentirte feliz con él —respondió con un tono serio que me chocó.
—¿Qué? ¿Crees que sería más feliz contigo? —Miré furioso su rostro perfecto y encantador, su media sonrisa sexy y sus ojos extrañamente fríos. No dijo nada, sino que siguió mirándome con esa sonrisa encantadora. De pronto, comprendí que ya no estaba irritado. No, mi irritación había dado paso a un profundo cabreo.
Acercándome a él para que nadie nos oyera, murmuré:
—Tú has sido el mayor error que he cometido en mi vida, Hyukjae. Tienes razón, no somos amigos ni lo hemos sido nunca. Y ahora hazme el favor de largarte.
De inmediato, deseé poder retractarme de mis palabras. Se comportaba como un cretino, pero no quería herirlo, despreciando lo que habíamos compartido juntos. Y seguía considerándolo un amigo, aunque él no pensara como yo. Su sonrisa se borró al instante de su rostro. Sus ojos pasaron de fríos a gélidos, y se alejó bruscamente, rozándome y haciendo que casi se me cayera la pila de vasos.
Poco después, abandonó el bar.
Cuando llegué a casa después de terminar mi turno, Siwon me esperaba levantado. Estaba sentado en la cama, mirando la televisión, y parecía muy cansado. Su rostro, y el hecho de que me estuviera esperando para hablar conmigo, suavizaron la irritación que me había producido nuestra conversación anterior y le sonreí.
—Hola.
—Lo siento —se apresuró a decir, apagando el televisor—. No debí enojarme contigo. Tú no tienes la culpa de que no me sienta satisfecho con mi trabajo.
Me senté junto a él en la cama. Era la primera vez que reconocía que detestaba su trabajo. Le acaricié la mejilla.
—Yo también lo siento. No debí echarte la bronca. Es que... te echo de menos.
—Lo sé. —Su marcado acento al decir eso me hizo sonreír—. Yo también te echo de menos. Procuraré controlarme, ¿de acuerdo? Procuraré ser menos gruñón—. Sonrió por primera vez en varias semanas.
Me reí junto con él y lo besé con dulzura.
—De acuerdo, yo también trataré de ser menos gruñòn.
A la mañana siguiente, sintiéndome más animado después de
haber hablado con Siwon, confié en poder hablar con Hyukjae. Mostraba el aspecto de costumbre, bebiéndose su café y leyendo el periódico, pero no alzó la vista cuando entré. Avergonzado por mi arrebato de la víspera, no sabía muy bien qué hacer. Me preparé el café en silencio. Luego, cambié de parecer y decidí bebérmelo arriba. No soportaba la tensión.
Pero el sentimiento de culpa me frenó antes de doblar la esquina. Sin mirarlo, dije de sopetón: «Lo siento, Hyukjae», sin volverme para mirarlo. Cuando me alejé, me pareció oírle emitir un prolongado suspiro, pero nada más.
Siwon parecía haber pasado página. Aunque seguía mostrándose disgustado con su situación, no estaba tan triste y hablábamos más a menudo. Seguía sin verlo con tanta frecuencia como habría deseado, y recibía demasiadas llamadas al móvil fuera de su horario laboral, pero traté de no quejarme de ello. Los dos teníamos que hacer un esfuerzo para que lo nuestro funcionara.
Un sábado por la mañana, cuando bajé me encontré a Siwon y a Hyukjae charlando animados. No sabía de qué hablaban, pero cuando doblé la esquina de la escalera vi que Hyukjae sonreía a Siwon y que tenía una mano apoyada en su hombro. No tenía idea a qué venía eso, pero al verlos juntos en una actitud tan amistosa me sentí al mismo tiempo complacido y culpable.
Cuando entré, Siwon me miró.
—¿Puedes pedirle a alguien que cambie el turno contigo? Esta noche saldremos todos juntos. Es la noche de los colegas.
Traté de sonreír, pero sentí una opresión en el estómago. Aquello no me gustaba nada.
—Es una idea genial, cielo. ¿A dónde vamos?
—Un amigo tiene una banda y esta noche tocan en JTBC —dijo Hyukjae con tono quedo, mirándome por primera vez en muchos días. Sus ojos denotaban tristeza y sentí de nuevo que se me crispaba el estómago.
—De acuerdo, me parece genial. Cambiaré el turno con Yoona. Ella suele trabajar de día, pero preguntó a Chen si podía trabajar algunas noches. Las propinas son mejores...
—¡Estupendo! —Siwon se acercó y me dio un prolongado beso—. ¿Lo ves? Aún soy capaz de mostrarme animado. He dejado de refunfuñar, tal como te prometí. —Me abrazó y se dirigió hacia la puerta—. Voy a darme una ducha y luego te prepararé el desayuno — dijo guiñándome el ojo.
Me reí y, al volverme hacia Hyukjae, me quedé estupefacto. Había desviado la mirada y estaba pálido. No tenía buen aspecto.
—¿Estás bien? —murmuré, aunque en realidad no quería preguntárselo para que no volviera a ponerse desagradable.
Me miró con ojos tristes, aunque sonriendo.
—Sí. Esto va a ser... muy interesante.
Preocupado, me acerqué a él.
—¿Estás seguro? No es necesario que salgamos juntos. Siwon y yo podemos ir solos.
De pronto, se puso serio y me miró fijamente.
—Estoy bien, y tengo ganas de pasar una... noche... con mi compañero de piso. —Se volvió de espaldas a mí y atravesó el cuarto de estar hacia la escalera. Mi dolor de tripa se multiplicó por diez. Había dicho aquello con un tono tan extraño que me entró el pánico.
La velada comenzó con mal pie. Hyukjae desapareció poco después de anunciar que íbamos a salir juntos. Se marchó de casa diciendo «nos veremos allí», y Siwon y yo no lo vimos durante el resto del día. Lo cual me produjo un gran alivio. Su nuevo talante de tristeza me provocaba una crispación en el estómago que no tuve valor de analizar.
En lugar de ello, me centré en Siwon, tratando de pasarlo bien con él, como solíamos hacer antes. Parecía de mejor humor que de costumbre. Quizá se había percatado de la tensión entre Hyukjae y yo y trataba de aliviar el mal ambiente. Parecía ilusionado de que fuéramos a salir juntos esta noche. Yo no estaba tan ilusionado, pero traté de fingir para complacer a mi chico.
El día transcurrió de forma plácida y tranquila, pero al fin llegó el momento de arreglarnos para salir. Hacía aún un tiempo caluroso para aquella época del año, de modo que elegí un seductor pantalòn roto de color negro, una camisa blanca de manga corta y una chaqueta ligera. Me dejé el pelo revuelto, en un estilo informal, ligeramente ondulado. Mientras me perfumaba, Siwon me miró sonriendo y me besó en la mejilla. Se puso mi Henley favorita, una camisa azul que resaltaba su piel bronceada. Me alargó un pequeño tarro de gel, en un gesto adorable, y me dejó que le arreglara el pelo. Cuando terminé meneó la cabeza. Esa noche trataba de complacerme, y funcionaba. Me sentí muy conmovido por esos detalles.
Cuando llegamos a JTBC, el coche de Hyukjae ya estaba allí. Aparcamos junto a su Chevelle en un aparcamiento en una calle lateral. Al entrar por la puerta principal, vi que el bar era la mitad del tamaño que el SM. Me pregunté dónde iba a tocar la banda. Entonces, vi una puerta abierta de par en par al fondo del local y multitud de gente fuera. Nos encaminamos hacia un espacioso jardín rodeado por una verja. Las mesas estaban dispuestas a lo largo de la verja y junto al muro del bar, con un amplio espacio frente al espacioso escenario delante del edificio. La banda estaba colocando el equipo, y Hyukjae estaba hablando con uno de los chicos. Al vernos, nos indicó que nos sentáramos a una mesa junto a la verja, sobre la que había una jarra de cerveza y tres vasos.
Siwon y yo lo saludamos con la mano y nos dirigimos a la mesa reservada para nosotros. Siwon me retiró la silla como si fuera nuestra primera cita y le sonreí.
—Gracias —dije con tono socarrón.
—Todo es poco para un chico tan apuesto como tù. —Sonrió y me besó la mano con galantería.
Tomándole un poco el pelo, dije fingiendo sorpresa:
—¿Eres del sur? Los sureños me encantan. —¡Bromista! ¿No irás a besar a un tiipo antes de beberte una cerveza con él? —comentó, exagerando cómicamente su acento. Me reí y me incliné para darle el beso que me pedía. —Qué bobo eres.
—Sí, pero me quieres. —Él me devolvió el beso.
—Mmm..., es verdad. —Sonreí y me volví al notar unos ojos clavados en mi espalda.
Hyukjae estaba detrás de mí, observándonos con gesto inexpresivo. Yo trataba de que las cosas volvieran a la normalidad. Deseaba que Hyukjae también lo intentara. Su melancolía empezaba a ponerme nervioso. Se sentó y nos sirvió a todos una cerveza, sin mirarnos ni a Siwon ni a mí.
Siwon no pareció percatarse de su estado de ánimo.
—¿Cuándo empieza a actuar tu amigo con su banda? — preguntó con tono jovial.
Hyukjae lo miró un momento.
—Dentro de unos veinte minutos. —Bebió un largo trago de cerveza mientras una mujer pasaba junto a él y lo miraba de arriba abajo sin disimulo. Sorprendentemente, él se limitó a echarle una breve ojeada, tras lo cual fijó de nuevo la vista en su cerveza. La mujer se alejó visiblemente mosqueada.
Los veinte minutos que tardó la banda en empezar a tocar me parecieron veinte horas. Nuestro pequeño trío estaba bastante callado. De vez en cuando, Siwon trataba de entablar conversación con Hyukjae, pero éste respondía con monosílabos. Al cabo de un rato, Siwon dejó de intentarlo. Mi cabreo con Hyukjae aumentaba por momentos mientras la espera se me hacía interminable.
Por fin, la banda empezó a tocar, y Siwon y yo dejamos al malhumorado Hyukjae sentado a la mesa mientras bailábamos y nos reíamos al lado del escenario. Mientras girábamos y Siwon me sujetaba por la cintura, doblándome hacia atrás, eché alguna mirada hacia la mesa, y vi a Hyukjae observándonos con una expresión indescifrable. De vez en cuando, una chica trataba de sacarlo a bailar, pero él las rechazaba a todas. De nuevo, sentí que mi irritación hacia él se acrecentaba. ¿Qué problema tenía?
Cuando la banda hizo una pausa, regresamos a la mesa para apurar nuestras cervezas y descansar unos minutos. Noté que empezaba a refrescar, pero había entrado en calor después de bailar con Siwon. Hyukjae seguía encerrado en su mutismo, contemplando el vaso vacío en su mano, cuando de pronto el móvil de Siwon empezó a sonar. Sorprendido, lo miré mientras él respondía con timidez. No me había dado cuenta de que lo había traído. Procuré no enojarme por eso. A fin de cuentas, era su trabajo. Siwon habló unos segundos con alguien antes de decir: «¿Hola? ¿Hola?»
—Maldita sea —dijo apagando el móvil—. La batería se ha
agotado. —Mirándome, hizo un gesto de disculpa con la cabeza—. Lo siento. Tengo que llamar a Minho. Entraré a ver si puedo utilizar el teléfono del bar.
Sonreí, reprimiendo mi irritación. Esa noche quería pasarlo bien y no iba a dejar que nada me amargara.
—No te preocupes, aquí te esperamos. —Indiqué con la cabeza la silla de Hyukjae. Éste no nos miraba. Parecía sentirse incómodo, observando su vaso de cerveza con el ceño fruncido.
Siwon se levantó y me besó en la mejilla antes de volverse para entrar de nuevo en el bar. Hyukjae suspiró y se removió en su silla. Observé a Siwon desaparecer entre la multitud y me volví para mirar a Hyukjae. Un repentino arrebato de ira por su extraño comportamiento y, para ser sincero, la llamada telefónica que Siwon había recibido, me hizo estallar.
—Dijiste que te parecía genial que viniéramos aquí los tres. ¿Qué demonios te ocurre?
Hyukjae me miró con sus ojos oscuros intensamente.
—Lo estoy pasando fabulosamente bien. ¿A qué te refieres? — Su voz era inexpresiva, fría. Desvié la mirada y procuré respirar de forma normal y acompasada, reprimiendo mi furia. No quería arruinarle la noche a Siwon peleándome con Hyukjae.
—Da lo mismo.
Hyukjae depositó su vaso en la mesa y se levantó con gesto brusco.
—Dile a Siwon que me sentía indispuesto... —Se detuvo como si fuera a añadir algo más, luego sacudió la cabeza y se limitó a decir—: Se acabó.
Su voz seguía siendo gélida y lo dijo con un tono tajante que hizo que se me hiciera un nudo en el estómago. De pronto, comprendí que no se refería sólo a esa noche.
Me levanté lentamente y lo miré a los ojos. Él los entrecerró mientras me observaba. Sin decir palabra, se volvió y se dirigió hacia la puerta de la verja que conducía al aparcamiento de la calle lateral donde había dejado el coche. Lo observé alejarse. Alto, delgado y de complexión atlética pero bien formado, más que guapo era casi perfecto. Me inundó una sensación de abatimiento cuando lo vi abrir la puerta de la verja. Sabía que, cuando la cerrara, no volvería a verlo. Sentí que algo se quebraba en mi interior al pensar en ello.
Debía dejarlo marchar. Era un tipo temperamental, siempre distante y malhumorado. Y antes de eso se había portado como un auténtico cretino, metiéndose siempre conmigo y criticando mi relación con Siwon, haciendo comentarios con mala intenciòn sobre la noche que habíamos pasado juntos y el secreto que ocultábamos a todo el mundo. Recordé unos retazos de esa noche: sus brazos musculosos, sus manos acariciándome con ternura, sus labios suaves. Traté de desterrar esos pensamientos y centrarme en la época en que sólo era un amigo, un buen amigo. Reprimiendo las repentinas lágrimas que habían aflorado a mis ojos, corrí hacia la puerta tras él.
Hyukjae casi había alcanzado el coche cuando cerré la puerta de la verja a mi espalda.
—¡Hyukjae! —Mi voz sonaba demasiado aguda, demasiado aterrorizada. «Contrólate», pensé enojado. «Despídete de él, déjalo que se vaya y entra de nuevo en el bar para esperar a Siwon»—. Espera, por favor.
Aminoró el paso y se volvió. No estaba seguro debido a la distancia, pero me pareció que emitía un suspiro de amargura.
—¿Qué haces, Donghae? —La pregunta parecía cargada de significado.
Cuando lo alcancé, lo sujeté del brazo para detenerlo y obligarlo a volverse hacia mí.
—Espera, quédate, por favor.
Me apartó la mano de un manotazo, casi furioso, y se la pasó por su espesa cabellera. Alzó la vista al cielo durante unos breves instantes antes de mirarme a los ojos.
—No puedo hacerlo.
Esperaba que soltara uno de sus frívolos y desdeñosos comentarios, por lo que su inesperado gesto serio me pilló de sorpresa y sentí una angustiosa opresión en la boca del estómago.
—¿Qué es lo que no puedes hacer...? ¿Quedarte? Sabes que Siwon querrá despedirse de ti. —Las palabras sonaban tan absurdas como inoportunas. Esto no tenía nada que ver con Siwon... O quizá tenía todo que ver.
Él sacudió la cabeza y miró por encima de mi hombro antes de fijar la vista de nuevo en mí.
—No puedo quedarme aquí, en Seùl. Me marcho.
Las lágrimas que habían amenazado con derramarse rodaban ahora como un torrente por mis mejillas. Maldita sea, ¿qué diantres le ocurría a mi cuerpo? Se suponía que debía darle una palmada en la espalda y decir: «Genial, que te diviertas». Las cosas serían mucho más fáciles cuando él se hubiera marchado con su fría actitud, sus irritantes comentarios, la incesante cola de mujeres y hombres adulándolo, sus increíbles ojos oscuros siguiéndome a todas partes, los recuerdos íntimos que a veces me asaltaban...
Le agarré de nuevo del brazo. Él se tensó, pero no apartó mi mano.
—¡No, por favor, no te vayas! Quédate... quédate aquí con... con nosotros. No te vayas... —Mi voz se quebró y me parecía increíble que estuviera diciendo esas cosas. Quería decirle adiós. ¿Por qué brotaban de mis labios unas palabras que no quería pronunciar?
Se quedó mirando las lágrimas que rodaban por mis mejillas como si tratara de resolver un problema que no comprendía.
—Yo... ¿Por qué estás...? Dijiste... —Tragó saliva y miró por encima de mi hombro, como si no soportara seguir mirándome—. No puedes... Tú y yo no somos... Supuse que tú... —Suspiró lentamente, recobrando la compostura, y volvió a mirarme a los ojos—. Lo siento. Siento haberme mostrado tan frío contigo, pero no puedo quedarme, Donghae. No puedo seguir asistiendo a esto. Debo marcharme... — murmuró, pero no terminó la frase.
Pestañeé sin dar crédito, deseando despertar de ese extraño sueño. Interpretando mi silencio como que nuestra insólita conversación había concluido, Hyukjae se volvió para marcharse. Un intenso pánico hizo que mi cuerpo reaccionara antes que mi mente.
—¡No! —dije casi gritando, y, sujetándolo del brazo con más fuerza que antes, lo atraje hacia mí—. Por favor, dime que esto no es debido a mí, que no es por lo que tú y yo...
—Donghae...
Apoyé la mano sobre su pecho y me acerqué a él.
—No te vayas porque me haya comportado como un estúpido.
Aquí te sentías a gusto, antes de que yo...
Él retrocedió medio paso, pero dejó que siguiera apoyando mi mano sobre su pecho.
—No, no es por ti. Tú no has hecho nada malo. Eres el novio de Siwon. No debí... —Suspiró con tristeza—. Los dos..., tú y Siwon son...
Me acerqué más y me oprimí contra él mientras las lágrimas seguían cayendo por mis mejillas.
—¿Somos qué?
Él se quedó inmóvil y emitió un trémulo suspiro. Mirándome fijamente musitó:
—Los dos son importantes para mí.
Acerqué mi rostro al suyo mientras él me miraba a los ojos, respirando lentamente a través de sus labios entreabiertos.
—¿Importantes... en qué sentido?
Él meneó un poco la cabeza y retrocedió otro medio paso. —Deja que me vaya, Donghae. Esto no te conviene... —murmuró—.
Entra en el bar, regresa junto a Siwon. —Alzó el brazo para obligarme a soltarlo, pero yo lo aparté de un manotazo.
La palabra se me escapó de los labios antes de que pudiera evitarlo.
—Quédate.
—Por favor, Donghae, vete —murmuró, con los ojos húmedos, y su rostro perfecto crispado por el dolor.
—Quédate, por favor. Quédate conmigo, no me dejes —le supliqué en tono quedo, mi voz quebrándose al final de la frase. No sabía lo que decía. Pero no soportaba la idea de no volver a verlo.
Una lágrima rodó por su mejilla y algo en mí se rompió en mil pedazos. Su dolor, su sufrimiento, despertó en mí unos sentimientos hacia él que jamás había experimentado. Deseaba protegerlo. Deseaba consolarlo. Habría dado lo que fuera por aliviar su dolor. El dolor que traslucían sus ojos hizo que, para bien o para mal, todo lo demás desapareciera: la frialdad, la irritación, Siwon...
Siguió implorando, bajito, pero ¿a mí o a sí mismo?
—No sigas. No quiero...
Sin pensar, apoyé la mano que tenía libre en su mejilla y le enjugué la lágrima con el pulgar. Al instante, comprendí que había sido un error. Era un gesto demasiado íntimo. Su piel parecía irradiar un calor a través de su brazo que abrasó todo mi cuerpo. Contuvo el aliento y me miró a los ojos, y entonces comprendí que debía volverme y regresar al bar lo más rápido posible. También comprendí que era demasiado tarde.
—Donghae, por favor, deja que me vaya —musitó.
No le hice caso y apoyé mi otra mano en su nuca, atrayéndolo hacia mí hasta que nuestros labios se rozaron. No soportaba mirarlo a la cara, ver lo que estaba pensando... —No sabía lo que yo mismo estaba pensando, de modo que cerré los ojos y estreché mi cuerpo suavemente contra el suyo. Él se tensó, pero sus labios no se resistieron a los míos.
—No hagas eso... —murmuró tan bajito que casi no le oí. Seguía sin saber si hablaba conmigo o consigo mismo. Oprimí mis labios con más firmeza contra los suyos y él emitió un gemido casi de dolor—.
¿Qué haces, Donghae? —murmuró de nuevo, con todo su cuerpo rígido. Me detuve con los labios apenas rozando los suyos.
—No lo sé..., pero no me dejes, te suplico que no me dejes — murmuré conteniendo el aliento, manteniendo los ojos cerrados, negándome a ver su reacción a mis súplicas.
Él suspiró y murmuró:
—Donghae..., por favor... —Luego, por fin, con un escalofrío que le recorrió todo el cuerpo, apretó con fuerza sus labios contra los míos y me besó intensamente.
Me rodeó por la cintura con firmeza y me estrechó contra él. Entreabrió los labios y su lengua rozó la mía. Gemí al sentir su contacto, su sabor, y busqué de nuevo su lengua. A través de la bruma mental que me producía sentir mis labios moverse contra los suyos y mis dedos hundiéndose en su espeso cabello, me di cuenta vagamente de que nos movíamos. Hyukjae tiraba de mí lentamente. Yo no sabía hacia dónde ni por qué, ni me importaba, mientras no dejara de tocarme. Sentí que chocaba contra algo sólido y aproveché para empujarlo contra ese objeto, apretándome contra él tanto como pude. Su respiración se aceleró junto con la mía, y gimió al tiempo que me abrazaba con fuerza.
Deslizó las manos debajo de mi camisa para apoyarlas en la parte baja de la espalda, y suspiré al sentir su piel acariciar la mía. Retiró una de sus manos para extenderla hacia atrás, hacia el objeto contra el que estaba apoyado. Oí un clic y por fin abrí los ojos, para ver dónde nos hallábamos.
Estaba apoyado contra la puerta cerrada del quiosco de café exprés situado en el centro del aparcamiento. En alguna parte de mi mente sabía que se hallaba cerca, pero no sabía que estuviéramos tan cerca de él. Hyukjae tenía la mano que había retirado de mi espalda extendida hacia atrás, girando el pomo. Por un milagro, la puerta no estaba cerrada con llave y se abrió sin mayores problemas. La parte de mi cerebro que aún era capaz de pensar de forma racional se preguntó que habría hecho Hyukjae si la puerta hubiera estado cerrada, pero a buena parte de mi cerebro eso le tenía sin cuidado. Sólo deseaba estar con él en algún sitio más privado que aquel aparcamiento a la vista de todo el mundo.
Él se apartó de la puerta para poder abrirla del todo. Nuestros labios se separaron unos instantes y me aventuré a mirarlo a los ojos. Se me cortó la respiración al ver la pasión que reflejaban. No podía pensar. No podía moverme. Sólo podía mirar esos ojos oscuro intenso, abrasadores. Él apoyó una mano en mi espalda y luego deslizó las dos hacia abajo. Sosteniéndome por la parte superior de los muslos, me tomó en brazos sin el menor esfuerzo y entramos en el oscuro quiosco de café.
Me depositó suavemente en el suelo y cerró la puerta. Nos detuvimos un momento en la oscuridad, mis brazos sujetándolo con fuerza alrededor del cuello, una de sus manos rodeándome la cintura, la otra apoyada ligeramente contra la puerta cerrada. Todo estaba en silencio, y éste parecía amplificar el sonido de nuestra respiración. La oscuridad, mi cuerpo apretado contra el suyo y la intensidad de nuestra respiración hicieron que mi mente se desconectara, y el último resquicio de mi cerebro que conservaba un atisbo de pensamiento racional me abandonó. Lo único que quedaba era la pasión. No, la necesidad..., una necesidad intensa, abrasadora.
Entonces, él se movió. Despacio, abrazándome con fuerza, hizo que nos arrodilláramos en el suelo.
Mis manos volaron hacia su chaqueta, quitándosela deprisa antes de atacar su camisa, que le arranqué casi frenéticamente de su cuerpo. Mis ojos se habían adaptado lo suficiente al tenue resplandor que penetraba a través de las elevadas ventanas para ver su esculpido torso. Sus músculos eran durísimos, y su piel muy suave. Perfecta. Deslicé los dedos sobre esa piel, sintiendo bajo las yemas de mis dedos los profundos surcos, mientras su pecho se movía de forma agitada debido a su respiración entrecortada. Pasé los dedos sobre cada arruga definida en su abdomen, deteniéndome en la alargada V en la parte inferior. Él emitió un profundo gemido y contuvo el aliento durante unos instantes. Sentí que mi cuerpo respondía de inmediato, que aumentaba mi deseo sexual, y emití también un sonido de placer cuando él oprimió su cálida boca contra mi cuello. Sus labios resbalaron sobre mi piel mientras me quitaba la chaqueta y me quitaba la camisa. Me sentía desbordado, casi impaciente, de lo mucho que lo deseaba. Me quité con prisa la camisa para sentir su piel contra la mía.
Él emitió un trémulo suspiro y, paseando los ojos sobre mi cuerpo de una forma que hizo que me estremeciera, deslizó la palma de la mano por mi cuello y mi pecho hasta la cintura. Sentí una grata sensación de intenso calor en cada zona de mi piel que me tocaba. Emití un gemido tan sonoro que, de haber sido capaz de pensar con consciencia, me habría sentido profundamente avergonzado. Él suspiró de nuevo y movió su mano en sentido ascendente sobre mi piel, deteniéndose para acariciarme un pezòn y juguetear con este. Yo casi jadeaba y arqueé la espalda al sentir el contacto de su mano. No podía seguir soportándolo. Lo necesitaba, ahora. Busqué de nuevo sus labios; su respiración era tan acelerada como la mía.
Rodeándome con un brazo, hizo que nos tumbáramos en el suelo. A mí ni siquiera me importaba que estuviera cochambroso. El aroma de café me embriagó. Se mezclaba con el atractivo olor corporal de Hyukjae de forma tan sugerente que comprendí que a partir de ese momento ya no podría disociarlos. Deslicé los dedos por su espalda, arañándolo ligeramente, y él emitió un ruido gutural que me excitó.
Le aparté un poco las caderas, que tenía pegadas a las mías, para alcanzar sus vaqueros. Él gimió de deseo e inspiró entre dientes mientras yo se los desabrochaba y bajaba la cremallera. Se los bajé sobre las caderas y me detuve un momento para mirarlo. Estaba más que preparado para penetrarme, con el miembro increíblemente duro y rígido contra los calzoncillos, y el hecho de saber que mi cuerpo lo excitaba hasta ese punto me produjo casi un dolor físico. Yo también estaba más que preparado para recibirlo. Pasé los dedos ligeramente sobre su miembro y él estrujó sus caderas contra las mías al tiempo que agachaba la cabeza para apoyar la frente contra la mía. Le tomé el miembro a través de los calzoncillos, recordando lo que había experimentado al sentirlo dentro de mí, anhelando sentirlo de nuevo. Sus labios atacaron los míos mientras se apresuraba a quitarme el pantalòn y bajarme los boxer. No podía pensar. Lo deseaba tanto que me producía dolor.
—Dios, por favor, Hyukjae... —gemí junto a su oído.
Él se ajustó rápidamente la ropa y me penetró antes de que mi aturdida mente pudiera asimilar lo que había ocurrido. Lo mordí ligeramente en el hombro para no gritar de placer. Él sepultó la cabeza en mi cuello y se detuvo para recobrar el resuello. En mi impaciencia, alcé las caderas hacia las suyas y él gimió, penetrándome con fuerza. Quería que me penetrara con más fuerza todavía. Para mi sorpresa, se lo dije, y él se apresuró a complacerme con rudeza y entusiasmo.
—Dios, Donghae... —le oí murmurar—. Dios..., sí... —Luego masculló algo incomprensible contra en mi cuello. Sus palabras, su tono y su cálido aliento sobre mi piel me provocaron una especie de descarga eléctrica que me recorrió el cuerpo, y lo abracé con más frenesí.
Sentí un calor abrasador en todo mi cuerpo y me eché a temblar debido a la intensidad. Era una sensación familiar, pero novedosa. Muy distinta de la primera vez, más intensa, ruda y violenta, pero, al mismo tiempo, de manera inexplicable, más tierna. Él me penetró con fuerza, más profundamente, y empecé a moverme a su ritmo; ninguno de los dos pretendíamos prolongar ese momento, tan sólo satisfacer el intenso deseo que aumentaba con cada segundo que pasaba. A medida que empezaba a acrecentarse cada sensación que experimentaba mi cuerpo, a medida que intuía que se aproximaba el clímax, perdí el escaso control que me quedaba. No podía reprimir los sonidos que mi cuerpo exigía que emitiera, y me complació profundamente que él renunciara también a reprimirse, que sus exclamaciones y gemidos fueran tan o más intensos que los míos.
En el momento final de puro éxtasis, cuando sentí que mi cuerpo se tensaba alrededor de su miembro dentro de mí, mis uñas le arañaron de nuevo la espalda, pero esta vez con más violencia. Sentí la humedad de su sangre cuando le rasgué la piel, y él sofocó una exclamación de... ¿dolor?, ¿placer? Ello no hizo sino intensificar el placer que yo sentía, y solté un prolongado grito mientras me deleitaba con la cálida sensación que se extendía a través de mi cuerpo hasta los tuétanos. Él respondió con un ronco gemido al tiempo que me agarraba los muslos con tal violencia que comprendí que me dejaría un moratón mientras me penetraba una y otra vez hasta correrse.
A continuación, en el preciso momento en que mi cuerpo había agotado toda su pasión, mi cerebro racional se despertó. Con una gélida sacudida que hizo que todo mi cuerpo temblara, me di cuenta, horrorizado, de lo que acabábamos de hacer. De lo que yo acababa de hacer. Cerré los ojos. Era tan sólo un sueño, un sueño intenso. En cualquier momento me despertaría. Pero... no lo era. Me llevé mis trémulas manos a la boca y traté en vano de ahogar los sollozos que no podía reprimir.
Hyukjae apartó la vista de mi rostro. Retirándose un poco, se subió los vaqueros y se colocó de cuclillas. Fijando la vista en el suelo, recogió su camisa y la sostuvo unos momentos en las manos mientras todo su cuerpo temblaba de frío.
Sentí una crispación en la boca del estómago y temí ponerme a vomitar mientras me esforzaba en ajustarme la camisa y abrocharme el pantalòn. Todo mi cuerpo temblaba debido a los violentos sollozos. Aparte de temblar ligeramente, Hyukjae no se movió, no alzó la vista del suelo, no trató de ayudarme. �Mi mente no podía asimilar nada. No comprendía lo que había ocurrido, cómo era posible que mi cuerpo traicionara a mi mente con tal vehemencia. ¿Por qué lo había dejado tocarme de esa forma? ¿Por qué lo había tocado yo, deseándolo, implorándolo...? Dios... Siwon..., pero no pude terminar esa reflexión.
Sorbiéndome la nariz, murmuré:
—Hyukjae...
Él levantó la mirada. Sus ojos, relucientes, se clavaron en los míos. La pasión que había visto en ellos hacía unos minutos se había extinguido por completo.
—Traté de comportarme como es debido. ¿Por qué no dejaste que me fuera? —murmuró secamente.
Su pregunta me partió el corazón en mil pedazos, y rompí de nuevo a llorar. Temblando, recogí mi chaqueta del suelo, me levanté y me encaminé hacia la puerta, que estaba cerrada.Hyukjae bajó de nuevo la mirada y no hizo el menor intento por detenerme. Abrí la puerta con sigilo y lo miré por última vez, arrodillado en el suelo, sosteniendo su camisa en las manos. De pronto, me fijé en los delgados y rojos rasguños que surcaban su espalda, de los que goteaban unos hilos de sangre. Exclamé horrorizado y avancé un paso hacia él.
—No te acerques —murmuró, sin mover la cabeza—. Vete. Siwon probablemente habrá notado tu ausencia. —Su tono era frío e inexpresivo.
Deshecho en lágrimas, abrí deprisa la puerta y eché a correr bajo el frío aire nocturno.
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Inconsciente
FanfictionEn los dos años que lleva de novio de Siwon, Donghae cree que ha encontrado al hombre que siempre ha deseado. Cuando los dos se mudan a una nueva ciudad para empezar a vivir juntos, donde Siwon encontrará el trabajo de sus sueños y él se inscribirá...