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Peter se encontraba sentado en la cubierta del barco al lado del pirata Anthony, quien manejaba el navío con la brillante espada que parecía nunca soltar.

—Somos piratas, todos nosotros. — explicaba mientras con seguridad dirigía— Anclamos el navío en la costa de la isla de Nunca jamás por una semana todos los años, en esa semana recolectamos oro, comida, madera, todo lo que necesitamos para continuar con nuestro viaje durante todo el año siguiente.

—¿Y porqué sólo una semana? — cuestionó el menor intrigado.

—Porque somos piratas, nos volveríamos arena si pisamos la isla más de una semana.

—¿Y qué hacen mientras navegan?

—Robar, pelear contra otros navíos, explorar, urtar, conocer nuestro mundo... Pertenecemos al mar y aún así amamos la tierra, está en nuestra sangre.

Pronto Peter calló dormido presa de los suaves movimientos que hacía el navío al zurcar las nubes. Despertó cuando los rayos del sol iluminaron su rostro. Era el amanecer, que anunciaba que habían llegado a Nunca Jamás.

Lo primero que vió fue una parvada de aves multicolores paseándose por el cielo celeste. Y hacia abajo podía observar una isla llena de vegetación rodeada por agua tan azul que se confundía con el cielo.

—¿Esa es la isla de Nunca Jamás?— cuestionó el menor, asombrado por la belleza que repentinamente inundaba sus pupilas.

—Sí, esa es nuestra tierra— afirmó Anthony encantado con la imagen al igual que el menor.

Cuando regresaron a tierra, el pirata anunció la llegada de Peter. Había explicado que él era sólo el segundo al mando, el verdadero Capitán era Barbanegra, y que este pagaría a Peter por su trabajo que consistía en buscar diamantes y oro en una de las múltiples cuevas del lugar.

—Te enseñaré en dónde dormirás— afirmó el mayor llevándolo a su camarote en el barco —Aquí duermo yo— explicó entrando al extenso lugar — podrás dormir aquí cuando termines tu trabajo, la única regla es que no intentes asesinarme mientras duermo, el barco tiene sentimientos, tiene vida y me protege, si intentas dañarme terminarás colgado entre las velas— advirtió.

El estómago de Peter hizo un sonido violento anunciando nuevamente el hambre que lo invadía.

—Aún tienes hambre ¿Cierto? — confirmó Anthony— Quedate aquí, traeré comida y después de que consumas algo comenzarás a buscar dentro de la cueva del pirata.

...

Los tres días siguientes, Anthony preparaba tres comidas al día para el joven Peter; Siempre tenía desponible una ración de frutas, alguna hogaza de Pan, y alguna carne. Peter ganaba peso, a pesar de que se esforzaba en exceso adentrándose a la cueva, mientras por extensas horas excavaba en busca de oro o diamantes para Barbanegra. Y al caer la noche, Anthony le hacía un espacio en su gran cama al menor, quien por primera vez en su vida descubría lo que era dormir sin frío.

—Cuando sea hora de que salgas de la cueva necesito que me esperes en aquella palmera— informó Anthony tomando fraternalmente al menor del hombro. Admitía que despertaba cierta empatía en él, le recordaba mucho a sí mismo; un chico huerfano perdido por el mundo, quizás lo único que le diferenciaba al joven era que, Peter era en sumo noble, y siempre parecía totalmente agradecido por los pequeños gestos que este le hacía al menor. Admitía que cuando él era más joven, era más violento y desagradable. Siempre se había visto a sí mismo como el antagonista, sin embargo Peter era más bien "el bueno" de cualquier historia.

—Así lo haré Capitán Anthony— afirmó el joven dedicándole una última sonrisa antes de adentrarse a la fría y lúgubre cueva.

Cuando las horas pasaron, y la noche calló sobre Nunca Jamás, Peter esperó al capitán Anthony en la palmera que este había indicado. Y cuando lo vió salir del navío con una lámpara de queroseno en mano, supo que no dormiría en cama esta noche.

Nunca Jamás (STARKER) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora