Angelical.

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Narra Chris:

Hilary entró en clase como alma que lleva el viento y tiro todo lo que la chica nueva había dejado en la mesa. Conocía demasiado bien a Hilary como para saber que iba a montar un escandalo por un granito de arena. Pero la chica nueva se lo había buscado, y yo le había avisado de que se moviese, sin embargo, no se había movido ni un centímetro. La chica estaba quieta mirando directamente a los ojos verdes de "la reina".

Hilary se estaba volviendo de un color rojo oscuro y es que, odiaba a las personas que intentaban quitarle su puesto, pero aún más si estas no le tenían miedo. Sin el miedo que acusaba no seria nadie.

- ¿¡No piensas moverte!? -gritó como una loca.

- Si -sonrió después de observar con el rabillo del ojo que toda la clase estaba fijándose en ellas-, lo siento.

La chica nueva me pegó una miraba que en ese momento no supe lo que significaba, aunque más tarde lo sabría. Se levantó despacio, como si no tuviese a una adolescente furiosa con las hormonas revueltas esperando a que se levantase de su sitio.

Ella se agachó a coger el material escolar que Hilary había tirado al suelo.

- Y que no vuelva a pasar -mandó señalándola con el dedo índice.

- Señorita Uner, ¿se puede saber que ha hecho? -dijo el profesor de historia del arte.

En un segundo todo pasó a ser favorable para la chica del café.

Ella levantó la cabeza le netamente, dejando que muchos mechones de pelo se le cayeran por la cara. La chica nueva tenía los acuosos y su cara alegre se había vuelto a una de perrito asustado. Realmente parecía que Hilary le hubiese maltrato psicológicamente.

Incluso yo, casi me trago esa carita de ángel de no ser porque cuando todo el mundo miraba al profesor me guiñó un ojo y siguió con su actuación.

El profesor de historia del arte se acerco rápidamente a la nueva y ayudó a recoger lo del suelo.

-¿Te encuentras bien?

- Si - dijo con un suspiro.

- ¿Qué ha pasado aquí?

-Nada, se lo juro, solamente se me cayeron las cosas de las manos. Estaba muy nerviosa, solo eso.

Hilary la miró con satisfacción, había sembrado el miedo en ella, y ahora sabía que tenía el poder sobre ella.

Aunque yo estaba completamente seguro de que era una tapadera y que mi novia iba a ser la que acabase, si no era hoy, en el despacho del director.

- Bueno no pasa nada, ¿eres nueva, no? -dijo el profesor colocándole los libros en la mesa de Hilary.

- Sí, soy Bárbara Fontana.

- Encantado, yo voy a ser tu profesor de historia del arte, George Jones -dijo dándole la mano a Bárbara-. Siéntate aquí.

Y ahí fue cuando mi novia explotó.

-¡¿Qué?!- gritó como si le fuese la vida en ello-. ¡Ese es mi sitio! ¡No puede sentarse ahí!

- Hilary, tranquilízate.

- Señor Jones, no me importa cambiarme de sitio -dijo la nueva con un hilo de voz.

- ¡Es mi sitio, que se vaya! -siguió gritando Hilary.

- Hilary Uner, vuelves a gritar y te mando al despacho del director -amenazó el profesor.

Al final acabé sentado al lado de la chica del café. No hablamos, ni siquiera me miró, ni respiró en mi dirección. Solamente me dijo una frase que va a estar marcada en mi cabeza para todo este curso.

- Fin del primer acto -susurró con ese acento suyo.

Héroe caído(Chris Collins)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora